Cuentacuentos: no queremos ser cómplices de la pobreza educativa

En una entrevista con MILENIO resaltaron la importancia de aportar y de transmitir este arte, en un país de pocos lectores.

Quieren contribuir con su talento y gusto por este arte y que ello aporte un poco a la mejora de la educación en la niñez.
Esmeralda Román
Tampico /

Ser cuentacuentos no es solo relatar una historia, si no, llevarte a vivirlo en la imaginación, hacerte parte de él, envolver, y eso es lo que buscan Violeta, Yennifer, Romer, Marco, Mario y Eduardo. 

Yennifer Díaz, profesora, actriz y narradora proveniente de Lima, Perú, dijo que ha encontrado por medio de esta práctica el contribuir un poco en la mejora de la educación en su país, donde aplica todas las herramientas para motivar a los jóvenes y que estos se involucren no solo con ellos mismos, sino que también de su entorno, que sean consientes y responsables de lo que trasmiten por medio de sus palabras y que para llegar a dar un mensaje que pueda lograr un cambio es leyendo y aprendiendo nuevas cosas. 

“Soy narradora de cuentos casi por desesperación, por que he sido profesora y eh buscado por mucho tiempo algo que me ayude a mejorar la lectura en Sudamérica; el Perú es el último país que tiene un porcentaje en compresión lectora, es dramático realmente, entonces ir a las escuelas en donde los chicos ni siquiera saben por qué razón está ahí es como ser un cómplice de la pobre¬za educativa que tenemos”, dijo Yennifer Díaz. 

Dijo también que el arte de narrar historias puede ser una gran herramienta que se podría aplicar en el aula. “El arte de narrar historias, entender que es una herramienta ‘interesantísima’ para aplicar en el aula, en la vida cotidiana, en todos lados”.

“La fuerza de la palabra”, fue lo que capturó a Violeta Ramírez, una de las cuentacuentos, mencionó que el ser consientes de lo que la palabra puede generar, puede mover, los puentes y caminos que puede construir, que la ha llevado a que hoy en día con¬tribuya en eventos enfocados a estas expresiones. 

“A mí me motivó la fuerza de las palabras el ser consientes de todo lo que puede generar y mover lo que hacemos cada día, osea, construir historias, puentes, caminos para poder enlazarnos y generar, porque somos seres de historia”. 

El imaginar no solo es para niños, si no para personas de todas la edades y que éstas respondan a las historias es un gusto dijo el venezonalo Romer Peña, mencionó que busca despertar la magia comunicativa que todos tenemos través de su voz. 

“Yo cuento para todo aquel que tenga la posibilidad de imaginar, pretendo que viajen con¬migo. Cuento cuentos para niños, para adultos, para jóvenes. Yo creo que más allá de definir un público o un target exacto para los que ven la historia, es despertar eso que todos tenemos sin importa la edad, despertar esa magia comunicativa y esa cosa chévere que nos hace pensar en una buena historia y en un buen cuento”.



ELGH

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