De otro mundo, la gala de “Elisa Carrillo y sus amigos"

Elisa y su marido Misha salieron al escenario y, en el proscenio, pidieron un minuto de silencio por Alejandra

En todo ese baile, la sublimación del amor, del cuerpo que busca y halla a otro cuerpo (Andrés Lobato)
Moisés Ramos
Puebla /

De otro mundo, donde la perfección existe en el cuerpo, en el tiempo, en el espacio. De otro planeta donde la pasión, donde la delicadeza y lo sutil son posibles, es lo que los 17 bailarines de la gala "Elisa Carrillo y sus amigos" mostraron en casi tres horas de un espectáculo al que ya no había cómo darle más aplausos, porque el público los agotó.

De lo enteramente clásico del primer dueto, a los giros y vuelos desafiando la gravedad, la primera parte de la gala mostró también por qué Elisa Carrillo tiene razón cuando dice que México está en el escenario cuando ella baila, pues su "Vértigo" no sería tal si una mexiquense, escorpio, además, no lo interpretara.

De lo clásico a lo contemporáneo en unos segundos; de las antiguas cortes y palacios europeos a las borracheras en Paris. De Romeo y Julieta a las parejas de este siglo como en "Replay". Y en todo ese baile, la sublimación del amor, del cuerpo que busca y halla a otro cuerpo. Y se entrega y en él se consume.

Durante el intermedio, antes que otra cosa, Elisa y su marido Misha salieron al escenario y, en el proscenio, pidieron un minuto de silencio por Alejandra, una niña de doce años que amaba la danza y murió recientemente.

Ahí también el público pasó de la alegría a la tristeza, de la admiración al respeto, de lo que damos por seguro a lo impermanente. Qué fuerte sonó el silencio, qué reverencial el gesto. Cuánto amor en unas horas de una noche ahora inolvidable

Claro, la noche no hubiera sido perfecta si la compañía del Staatsballet, en pleno, no hubiera traído una de las más representativas coreografías del ballet en Europa, en el Mundo, y ahora en México con sus claros, sus negros, sus claroscuros en "Blanca obscuridad" con Elisa y "Misha" su esposo: la dependencia, la autodestrucción, la pérdida, el deambular para salvarse a través del arte del ballet. ¿Cómo no llamar a esta función extraordinaria, fuera de lo ordinario, fuera de este mundo?

Y la gente, lista para la función del próximo año, porque Elisa prometió que regresarán. Y así será.

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