Deborah Colker, una de las artistas brasileñas más importantes de las artes escénicas en el mundo, llegó a la casa en donde nació Diego Rivera invitada por MILENIO. Colker caminó por las calles estrechas y laberínticas de Guanajuato hasta llegar al inmueble de finales del siglo XIX, en donde el muralista mexicano vivió sus primeros años.
Su mirada no daba crédito, estaba en el sitio en donde empezó la vida del mexicano. El asombro se debía a que en estos momentos ella está trabajando en el diseño y montaje de la ópera El último sueño de Frida y Diego, que le encargó la Metropolitan Opera House de Nueva York.
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Entrar a la intimidad de uno de los personajes de su obra fue una gran oportunidad de la que abrevará ideas y reflexiones en torno a la vida y la obra del muralista.
Colker posó en la fachada del inmueble convertido en el Museo Diego Rivera, donde se expone de manera permanente la obra de caballete, dibujos y fotografías del artista.
Antes de ingresar al espacio en donde nació Rivera el 8 de diciembre de 1886, impresionada leyó en español con acento portugués, la cédula introductoria que revela el nombre completo del artista: “Diego María de la Concepción Juan Nepomuceno Estanislao de Rivera y Barrientos Acosta y Rodríguez… ¡mejor conocido como Diego Rivera!”, dijo emocionada.
Cuando se enteró del nombre real de Rivera, del artista universal que dejó huella también en Detroit, dijo que ella se trasladó especialmente hasta ese sitio: “Yo fui a Detroit para ver los murales que pintó por allá, mi idea era conocer más de su obra”.
Sucedió algo fuera de lo común, mientras observaba uno de los dibujos trazados por Rivera para esta obra mural, leyó que la cédula explicativa dice: “Boceto para mural del Centro Rockefeller, Nueva York, USA”, y no corresponde con la imagen que se observa. De acuerdo con el custodio del museo, es de los murales de Detroit, pero Deborah Colker aclaró que tampoco se trata de esa pieza, dejando ese pendiente en Guanajuato.
Intimidad familiar
Colker no podía creer que estuviera en el sitio en donde Rivera dio sus primeros pasos. Recorrer pasillos y las habitaciones de la casa familiar del esposo de Frida Kahlo, resultó increíble.
Transitó por las habitaciones que recrean el comedor, el vestidor, la estancia, el dormitorio de la tía Vicenta, el de los padres del muralista.
Al mirar la recámara en donde durmió Rivera, Deborah comentó: “Esa cama es muy pequeña, teniendo en cuenta que Diego era un hombre grueso y alto”.
Se enteró que la familia de Rivera residió en el primer nivel del edificio, pero solo durante los primeros seis años del creador, quien tuvo un hermano gemelo que falleció. Además de este recinto fue restaurado en 1971 con la participación de su hija, la doctora Guadalupe Rivera Marín, y que el 14 de septiembre de 1975 se inauguró como museo.
La creadora que tuvo a cargo el concepto escénico de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro siguió el camino, circuló por las habitaciones en las residía el muralista cuando apenas era un niño, pasó el tiempo y nunca miró el reloj, no importaba lo que sucediera en el exterior, “es trascendental mi encuentro con Diego Rivera”, dijo.
Sorprendida gratamente
En los espacios en los que se despliega la colección permanente del recinto, Colker observó absorta pinturas, diseños, grabados y fotografías del artista.
Leyó las fichas con la información de los cuadros de la Colección de Marte R. Gómez, una de las más importantes que reúne obras de las distintas fases creativas del artista: su paso por la Academia de San Carlos, el viaje a París donde desarrolló la etapa cubista, su interés por el arte mexicano, por las creaciones prehispánicas y su activismo político.
Tomó fotos a los textos y a las frases que marcaron el devenir y el potencial creativo de Rivera. Tras ingresar a una de las salas, quedó prendada de la obra cubista que desarrolló el artista plástico con gran maestría: “¡No sabía que Diego Rivera era cubista! Me sorprendió gratamente porque lo asociaba solo con su obra mural y aquí descubrí parte de su producción de pequeño y mediano formato”.
Para Colker fue un encuentro con la vida de uno de los personajes de la historia del arte universal, con el que dialoga para la ópera que prepara. Su rostro no dejó de expresar admiración por todo lo que iba descubriendo, como el hecho de que la Catrina que estará presente en su obra no es invención total de Rivera sino que éste retomó el rostro de la Calavera Garbancera del ilustrador José Guadalupe Posada.
También le impactó la interpretación que hizo Rivera del legado mitológico maya-quiché, del Popol Vuh a través de acuarelas. La forma en cómo esa historia del origen del hombre la representa en “unas maravillosas obras. Es una preciosidad estar frente a la interpretación de la leyenda maya”.
Al final de su visita, Colker comentó que había sido una experiencia increíble: “¡Esa casa convertida en museo es verdaderamente excepcional! Me encantó todo lo que vi y pude conocer. Me cautivó la manera en la que retrata y cuenta la historia, o sea, no se necesita leerla porque a través de sus imágenes se entiende lo que nos está contando”.
Por el momento, únicamente se lleva una buena experiencia y un conocimiento más profundo del esposo de Frida Kahlo, que sin duda nutrirá su visión al momento de concluir su gran ópera que estrenará en mayo de 2026. Es muy pronto aún para saberlo.
La ópera El último sueño de Frida y Diego, con la partitura de Gabriel Lena Frank, compositora del Área de la Bahía de San Francisco, y libreto de Nilo Cruz, dramaturgo ganador del Premio Pulitzer, será un espectáculo de música, danza y ópera ubicado en la celebración del Día de Muertos, explicó Deborah Colker.
La pianista y productora de escena contó que la historia sucede después de tres años de la muerte de Frida. Diego Rivera, solitario y enfermo, pide como último deseo ver a su esposa Frida Kahlo una vez más y en el inframundo escuchan su plegaria. Aunque ella no quiere regresar, entra en escena La Catrina y Frida accede a volver, pero tiene prohibido pintar y abrazar a Rivera. Ella rompe las reglas, al grado de que se esconde para no retornar con los difuntos.
Admiradora de Escher
Al entrar al recinto, la primera mujer en diseñar y montar un espectáculo para el Circo del Sol se encontró con la exhibición M.C. Escher. Universo estructurado, dentro del circuito de exposiciones del Festival Internacional Cervantino.
Caminó maravillada por las salas y de manera fortuita, como un regalo divino, apareció la obra de Escher: “¡Amo a este artista, Escher es genial!”, exclamó la directora de escena.
Frente a una de las obras de Escher, dijo: “Al ver este laberinto de escaleras, donde las escaleras se encuentran, me remite de inmediato a los andamios en lo que se subía Diego Rivera para pintar sus murales en Palacio Nacional y en el Rockefeller Center, donde se destruyó su obra por haber pintado el rostro de Lenin”.