Alguna vez la diva de la ópera, de la vida cultural del siglo XX, Maria Callas, declaró: “No sé lo que me pasa en el escenario, algo más parece tomar mi lugar”. Tal vez su intuición le decía que algún día lejano, después de su muerte, habría un espectáculo denominado Callas in Concert. The Hologram Tour, en el que su sitio sería ocupado, precisamente, por un holograma, pues ¿quién podría ponerse en sus zapatos?
Pero inclusive como holograma, la diva todavía captura la atención del público, incluso de aquellos que, sin saber de ópera o de música clásica, quieren acercarse a una cantante cuya fama ha trascendido generaciones en calidad de leyenda.
Sin embargo, afuera del Auditorio Nacional, donde se presentó el espectáculo, no hubo venta de playeras, tazas, encendedores y otras piezas de parafernalia como en los conciertos masivos. Solo un vendedor despistado de algo que anunciaba como el dvd del concierto. Ni siquiera hubo revendedores.
Pero como bien señaló Tom Volf, director del documental Maria by Callas, la soprano “es una fuente de inspiración para las popstars actuales. Ella se convirtió en un fenómeno que logró que personas hicieran colas durante horas y hasta días y noches enteras para poder conseguir una entrada. A nadie le extraña ver a una estrella de la música rodeada por una nube de fotógrafos y de fans. Pero, hace 70 años, solo ella lo logró”.
En un Auditorio semilleno, la Callas virtual sorprendió desde su entrada por la veracidad de su presencia, aunque de repente uno cree percibir cierto “ruido” en la imagen, tal vez producto de la imaginación, del deseo de develar el truco.
A pesar de que se advierten ciertas sombras al fondo del escenario, el efecto es sorprendente: hasta se escucha el ruido de los tacones cuando camina y se ve el reflejo de su vestido blanco en el piso.
En el espectáculo, Callas revive a sus personajes favoritos en ese estilo tan suyo, que incluso se da el lujo de detener la orquesta porque algo no le ha gustado. Hasta en holograma el personaje conserva su proverbial temperamento.
Algunos fragmentos suenan ligeramente defectuosos por ser grabaciones de época, pero esto se subsana con efectos de imagen, como cuando avienta un mazo de cartas al aire y éstas caen al suelo en cámara lenta, como si fueran pétalos de rosa.
Noche exitosa en el Auditorio Nacional, en la que Callas, el holograma, arduamente trabajado por la tecnología, así como las grabaciones de su voz, revivieron con la Orquesta Sinfónica de Minería arias de las grandes óperas de Rossini, Verdi y Puccini, entre otros.
Callas, bueno, su holograma, se retiró no sin entregarnos Vissi d’arte, de Tosca, de su amado Puccini, pieza con la que en 1950 conquistó a México en el Palacio de Bellas Artes. La propia cantante recordaría: “Enloquecieron al escuchar Vissi d’arte aplaudiéndome durante cinco minutos. Al cantar esta célebre aria de la ópera de Puccini me sentía conmovida hasta lo más hondo de mi alma por la belleza de su contenido, una tierna y delicada plegaria de alguien que ha vivido del arte y del amor”.
Y si algo es irrebatible es que, inclusive después de muerta, Maria Callas canta cada vez mejor.
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MÁS FUNCIONES
El espectáculo Callas in Concert. The Hologram Tour también podrá verse el 12 de abril en el Auditorio Telmex de Guadalajara y, cuatro días después, en dos funciones, en el Teatro Ramón López Velarde como parte del Festival Cultural de Zacatecas. Se contará con la participación de la Orquesta Sinfónica de Jalisco y la Orquesta Filarmónica de Zacatecas, ambas dirigidas por Jerry Grant. El día 13 habrá una función en el Festival de Libros de Los Angeles Times, en la Universidad del Sur de California.