Los museos están en terapia intensiva: Dolores Beistegui

Los museos son espacios de convivencia, que generan diálogo e intercambio de ideas y permiten plantear nuevos cómos, algo que necesitamos en la nueva normalidad.

Dolores Beistegui, directora General de Papalote Museo del Niño. (Especial)
Ciudad de México /

Muchos museos están al borde de la muerte. Pero, ninguno desaparecerá sin luchar hasta el último aliento, afirma Dolores Beistegui, directora general de Papalote Museo del Niño. Son estos espacios, abiertos para dialogar y cuestionar, los que permiten encontrar nuevas propuestas “de cómo hacer las cosas de otra manera: cómo alimentarnos de otra manera, cómo viajar, cómo consumir…”, dice. Pero, necesitan estar abiertos. “¿Por qué una tienda de ropa puede abrir y nosotros no?”, cuestiona.

¿Qué es un museo?

Un espacio público de aprendizaje y convivencia, así de fácil. La museología nació en Francia con el primer gran museo, el Louvre, y tres grandes vocaciones: compartir una colección, custodiarla y aprender de ella. Hoy, la difusión, la creación y conexión con el público ha cambiado. La nueva vertiente de museos ya no custodian una colección; ya sean de ciencias sociales, derechos humanos, o como Papalote, custodian un conocimiento. Buscamos tejer una relación con nuestra comunidad y generar un valor. Esa es la gran transformación del museo y la huella social que aporta.

Cuando alguien visita Papalote, ¿con qué se queda?

Con una frase tan sencilla como: “¡Qué bien la pasé!” Disfrutar la experiencia es fundamental; si no disfrutas, no regresas.

El promedio de visita en Papalote son cuatro horas, no ves el tiempo pasar y vives algo que no puedes vivir en casa o en la escuela. Cuando hay esa conexión entre sujeto y objeto, hay un destello, una emoción que te lleva a querer aprender más, a la curiosidad; eso compartes en el aula o en la mesa con tus papás: “estuvo increíble”. Esa conexión hace un círculo virtuoso.

¿Cuál es el reto en medio de la pandemia?

Los museos sabemos generar una experiencia física. En el caso de Papalote, creamos una plataforma, papaloteencasa.org, que ha sido muy exitosa. Como todos, pensamos que la pandemia duraría poco, pero pasó abril, y mayo, y junio, y julio, y llegó agosto, y no hay regreso a clases... ¿cómo generar empatía o comunidad?

La parte social de la experiencia no la puedes sustituir con una experiencia digital. El reto es mantener el interés, seguir generando esta curiosidad, cuando hay un hartazgo de los niños y los padres. Nadie tiene una respuesta, todos estamos patinando.

Estamos muy orgullosos de los resultados: 800 mil usuarios, una base de datos de más de un millón de personas… Ser digitales ha sido una aventura, pero no resuelve el problema: ¿vamos a sobrevivir?

Futurizar es difícil, no hay una bola de cristal, pero, ¿cuál es el porvenir de los museos?

Los museos en México no tienen nada que ver con los europeos, donde hay apoyos y una política pública sin igual. Aquí no tenemos política pública. No hay ni reconocimiento de que necesitamos a los museos y menos de que los museos están viviendo una crisis. Estamos solos, los públicos y privados, en un cuarto negro topándonos con pared y no encontramos la puerta.

Muchos vamos a desaparecer, porque no abriremos este año. El semáforo amarillo llegará, pero nadie sabe cuándo. Los ingresos desaparecerán y los patrocinadores en general deben reestructurarse y analizar sus esfuerzos. Hoy la palabra que usamos hasta el cansancio es sanitizar, la que se sumará es reestructurar.

Todos estamos aprendiendo algo y vamos a tener que construir una oferta que sea sustentable.

Veremos museos desaparecer o cerrar para repensarse a la luz de un contexto económico y social que todavía no conocemos. Por ejemplo, todos los grandes con altos costos operativos, como los que se construyeron en los ochentas y noventas, se replantearán por completo. Los del Estado no van a cerrar, operarán con dificultades y recortes. Los que tenemos una marca fuerte, como Papalote, debemos pensar qué hacer para que viva más allá. Los que hemos construido una comunidad, quizá encontremos en ella una corresponsabilidad para seguir.

¿Cuál es el papel de esa comunidad?

Si nos damos a la tarea de apoyar, lo lograremos. Se necesitan ganas, amor, voluntad. Es trabajo voluntario y existe mucho en las comunidades: regalan horas hombre. Esa economía de la solidaridad, que olvidamos en las ciudades, existe en los museos comunitarios, una red muy importante en México, nunca han recibido un peso de nadie y no lo necesitan porque los apoya la comunidad y viven del trabajo colectivo.

Un ejemplo es el Museo del Objeto, MODO, en CdMx, es pequeño, privado, pero tiene apoyo de su comunidad.

El tema es decir: me importa este espacio, me genera un valor, lo voy a cuidar. El dinero es importante, por supuesto, pero más es decir ‘sí me importas’, y demostrarlo con visitas.

Parte de ese futuro es encontrar cómo seguir vía la participación de esa comunidad. Porque lo que nos queda claro a quienes trabajamos en museos es que hacemos una diferencia y que somos parte, no de nuestra identidad, sino del esfuerzo educativo de México. No estamos dispuestos a desaparecer y no queremos morir.

Llegaste a Papalote en 2011, ¿qué te ha marcado?

Yo estaba en ProMéxico en París, iba a ser el año de México en Francia que se interrumpió por el tema de Florence Cassez. Me llamó el entonces presidente del Consejo de Papalote, Héctor Hernández-Pons, y me invitó a dirigir el museo porque Marinela Servitje, quien lo había creado, ya no seguiría.

Siempre me interesó y trabajé la autogestión, estoy convencida de que si el sector cultural no genera proyectos sustentables, muere. Lo estamos viendo hoy. El modelo económico de Papalote, completamente privado, me interesó, igual que la libertad para trabajar y tomar decisiones. Además, me gustaba la idea de atender el desarrollo de la persona de manera integral incluyendo la inteligencia emocional.

Papalote trabaja, desde el día uno, en no dar una respuesta, sino fomentar preguntas. No hay nada más importante en la educación que saber formular una buena pregunta. Papalote ha puesto sobre la mesa que no hay que tenerle miedo al fracaso; hay que celebrar el intento de lograr algo que no vamos a conseguir la primera vez que lo intentemos, pero sí a la segunda o más veces.

He disfrutado el trabajo para hoy poder hablar de una marca, de rentabilidad y de audiencia en el ámbito de los museos. Tienes un boleto, sabes cuántos te visitan, tienes una audiencia con la que interactúas y que exige su experiencia. Debemos servir a esa persona.

Esta pandemia, ¿ha logrado que construyan alianzas?

Sí, hemos creado un frente, una asociación. Hace “mil” años, en San Ildefonso, creamos con Miguel Hernández la Asociación Mexicana de Profesionales de Museos, que nació y murió. Pero con la pandemia estamos juntando cientos de afiliados: museos de arte, regionales, de ciencia, desde Sinaloa hasta Mérida. Todos vimos que podemos ganar si hablamos con una sola voz. Es un logro enorme de esta pandemia. Más que de nueva normalidad, hablaremos de nueva solidaridad.

En esta nueva solidaridad, ¿cuál es el mensaje de Papalote?

Valoren lo que tienen, no lo demos por hecho. Muchos damos por sentado que todo seguirá igual, pero mucho puede desaparecer. Los museos estamos en terapia intensiva todos, o una gran mayoría, y esto quiere decir que estás en peligro de muerte. Tenernos cerrados nos orilla a quebrar.

Necesitamos que nos volteen a ver, escríbannos que nos quieren, digan que nos necesitan. Si lo dice el público mexicano, (las autoridades) recordarán que hay un mercado y que necesitamos un plan de rescate.

Los museos nos importan porque…

Los museos custodiamos el patrimonio de México, esa cultura que nos hace diferentes, únicos; las expresiones culturales que necesitamos. Los museos somos un espacio de convivencia libre para dialogar y hoy debemos reconocer la importancia de conversar, intercambiar ideas y estar en desacuerdo con respeto. Los museos propician esos terrenos de discusión. Además, somos espacios para crear, buscar nuevas ideas y generar propuestas. Hoy necesitamos propuestas de cómo hacer las cosas de otra manera: cómo alimentarnos de otra manera, cómo viajar, cómo consumir… el museo es ese gran espacio de discusión abierta con más contenidos que cualquier centro comercial.

Perfil

Dolores Beistegui

Directora General de Papalote Museo del Niño. Tiene una destacada trayectoria en el desarrollo conceptual y dirección de proyectos de arte, cultura, comercio e inversión. Fue directora general del Antiguo Colegio de San Ildefonso, encabezó la Dirección General del Instituto Mexicano de la Radio (IMER) y fue directora de ProMéxico en Francia.

Frases

Los museos en México no tienen nada que ver con los europeos, donde hay apoyos y una política pública sin igual. Aquí no tenemos política pública.


“Los museos comunitarios nunca han recibido un peso de nadie y no lo necesitan porque los apoya la comunidad y viven del trabajo colectivo”

“Los museos custodiamos el patrimonio de México, esa cultura que nos hace diferentes, únicos; las expresiones culturales que necesitamos”

Claves

La plataforma papaloteencasa.org cuenta con 800 mil usuarios y una base de datos de más de un millón de personas

Papalote en casa ofrece, entre otras cosas, un blog, actividades para el cuidado de la naturaleza, de las mascotas y para la convivencia familia 

En la plataforma es posible encontrar infografías, descargables para construir, por ejemplo, un hotel para insectos, y recomendaciones de lecturas, videos y música

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  • Regina Reyes-Heroles C.
  • regina.reyesheroles@milenio.com
  • Periodista. Autora del libro Vivir como reina y gastar como plebeya. Conductora de Milenio Negocios, programa semanal de entrevistas con directivos y personajes clave en el mundo económico. Publica su columna sobre finanzas personales todos los jueves. Mamá de dos.

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