Había en la poeta el deseo de llegar a los 100 años de vida. El tiempo la alcanzó unos días antes de llegar a los 99, la celebración sería el próximo 12 de abril, pero lo hizo en plenitud de facultades, al grado de que aún participaba —ya no tanto de forma presencial— en todo tipo de actividades que se organizaban en su honor.
El fallecimiento de la poeta Dolores Castro, la mañana del 30 de marzo, fue lamentado por la Secretaría de Cultura del gobierno federal, a través de su cuenta de Twitter, en donde la reconoció como una “protagonista de la literatura nacional, que fue fundadora de Radio UNAM y destacó por sus aportaciones a la poesía”.
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Evocada por su generosidad, por su deseo de compartir la literatura, Dolores Castro Varela se distinguió por estar enfocada al magisterio poético, por nunca abandonar la tarea de impulso a la lectura y a la creación poética, en palabras de Armando González Torres, lo que explica mucho de “su presencia tan entrañable, porque formó a muchas generaciones de escritoras y escritores”.
“Su obra es valiosísima. Pese a que publicó mucho en opúsculos o en plaquettes, termina por ser una poesía muy original: como una persona casi centenaria, le tocó vivir muchas modas y tendencias poéticas, aun cuando produjo una escritura muy personal. Una obra de tono sencillo, directo, nada afectado por las verdades líricas o por los rollos”.
Asimismo, el poeta y ensayista recordó que, al ser la decana de la literatura femenina en México, formó parte de una generación en donde la mujer se integra a las letras mexicanas, con Rosario Castellanos, Enriqueta Ochoa, Margarita Michelena, y participa de manera muy activa en la vida literaria.
“Queda de ella algo que es fundamental: su poesía, una poesía que siempre nos va a acompañar”, en palabras de Mariana Bernárdez: “Su pérdida es una pérdida enorme, porque era nuestra poeta viva mayor, con una tradición tan arraigada hacia lo que somos nosotros. Era una voz fuerte, profunda, de sensatez, de concordia, de una mesura tan necesaria y de una defensa de la inteligencia en su más alta expresión”.
La también poeta reflexionó en torno al papel que el canon literario le dio a la obra de Dolores Castro, bajo la certeza de que, más allá de si las letras mexicanas o el mundo literario fueron justos con ella, “su presencia siempre fue inmensa: era como árbol donde nos cobijábamos muchísimos bajo su sombra”.
Ganadora del Premio Nacional de Ciencias y Artes en 2014 y la Medalla José Emilio Pacheco 2016 por trayectoria, la también narradora y crítica literaria nació un 12 de abril en Aguascalientes.
Perteneciente al llamado grupo de los Ocho Poetas Mexicanos, conformado por Alejandro Avilés, Roberto Cabral del Hoyo, Javier Peñalosa, Honorato Magaloni Duarte, Efrén Hernández, Octavio Novaro y Rosario Castellanos, Dolores Castro estudió Derecho y la maestría en Letras modernas en la UNAM.
Considerada no sólo uno de los referentes más importantes de la poesía mexicana de las últimas décadas, la poeta también se distinguió por compartir con las generaciones más recientes su pasión por la escritura, por la forma y el fondo en la poesía, como lo ha reconocido en distintos momentos la joven poeta Zel Cabrera, quien recuerda que la maestra Dolores Castro fue una de las primeras poetas en leer su trabajo y en decir que sus poemas le gustaban.
A su parecer, con su fallecimiento se fue una gran poeta, pero también una gran maestra. Estuvo en su taller durante muchos años en la Escuela Carlos Septién García, donde era muy importante “tener a Lolita para quienes no queríamos ser periodistas, ella nos daba consejos y es algo que muchos no tenemos cómo pagar”.
“Destacaría de su poesía esta frescura, una manera tan perspicaz de acercarse a los temas, de nombrar las cosas, de nombrar el dolor. Pienso en la generosidad que siempre tuvo, en la vitalidad que siempre contagiaba. Se fue una grande. Le echaremos mucho de menos”.
Autora de obras como El corazón transfigurado, Soles, ¿Qué es lo vivido?, No es el amor el vuelo, Sonar en el silencio, Íntimos huéspedes, Algo le duele al aire, Viento quebrado: poesía reunida, Sombra domesticada, Pozo de luz, también incursionó en la novela con La ciudad y el viento y en el ensayo con el texto La dimensión de la lengua en su función creativa, emotiva y esencial.
Una poesía que es de mucha contención lírica, en palabras de Benjamín Barajas, director general del Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) y autor del libro Qué es lo vivido. Obra poética de Dolores Castro: rehuía a los adjetivos fáciles: “una poesía novedosa en un contexto en el que lo más sencillo es tomar adjetivos del modernismo, tan cercano a ella”.
“Yo esperaría que esta poesía original tuviera más asidero y más escuela en sus alumnos: hace apenas unos días, el lunes pasado, participó en la inauguración de una feria del libro en el Plantel Naucalpan del CCH; siempre estuvo rodeada de jóvenes, los invitaba a escribir, a leer poesía. Fue como una despedida, pero difundiendo la poesía”.
Dos galardones llevan su nombre, el Premio Estatal de Poesía Dolores Castro, que otorga el Instituto Tlaxcalteca de Cultura y el Premio Dolores Castro de Narrativa y Poesía Escrita por Mujeres, que concede el ayuntamiento de Aguascalientes, a través del Instituto Municipal Aguascalentense para la Cultura.
En 2018 el Fondo de Cultura Económica inauguró una librería con su nombre en la ciudad de Aguascalientes.
La directora General del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), Lucina Jiménez, reconoció en su cuenta de Twitter que las letras mexicanas están de luto: “La poeta, ensayista, editora y generosa maestra Dolores Castro emprendió su viaje al tiempo eterno”, al tiempo de dar a conocer que, en acuerdo con la familia de la poeta, se le hará un homenaje nacional en el Palacio de Bellas Artes, el próximo siete de mayo.
PCL