Lo que inició con una polémica alrededor de su edificación, bajo el argumento de que el nuevo Museo Universitario Arte Contemporáneo (MUAC) en Ciudad Universitaria rompería con la visual de una de las grandes obras arquitectónicas del México moderno, inscrita el 28 de junio de 2007 dentro de la lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO, es hoy una gran institución que celebra tres lustros de labor ininterrumpida.
El crítico, historiador de arte, doctor en historia y teoría del arte, Cuauhtémoc Medina (México, 1965), quien es curador en jefe del MUAC, recuerda que este recinto se inauguró el 26 de noviembre de 2008, y desde entonces se reconoce como pionero en la revitalización del coleccionismo de arte en México, con interés en los acervos artísticos y documentales, adquiriendo obra de artistas que antes no eran vistos por los museos del estado mexicano.
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El también investigador del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM desde 1993, y quien fuera entre 2002 y 2008 el primer curador asociado de Arte Latinoamericano en las Colecciones de la Tate Modern, dice que “la percepción de la comunidad cultural cuando se anunció el MUAC fue que el nuevo inmueble iría en contra de la unidad arquitectónica de los años 70, ya que el tipo de concreto martillado que identificó a la zona cultural no sería algo que el arquitecto Teodoro González de León mantuviera”.
Sin embargo, el tiempo les dio la razón, desde su apertura el MUAC ha organizado 200 exposiciones con más de seis millones de visitantes. Hoy en día el acervo del MUAC es la colección pública de arte contemporáneo mexicano más grande de Latinoamérica. Resguarda 2 mil 185 piezas de alrededor de 300 artistas, haciendo especial énfasis en la adquisición de creaciones de mujeres artistas, alrededor de 18 por ciento de la colección corresponde a sus obras.
Por el MUAC han pasado los más renombrados artistas de México y del mundo, como Vicente Rojo, Manuel Felguérez, Anish Kapoor, Ai Weiwei, Rafael Lozano-Hemmer, Yves Klein, Tania Candiani y Mariana Castillo.
Para celebrar estos 15 años, el próximo sábado 25 de noviembre, a las 12:00 hora, el MUAC inaugura la primera exposición monográfica Guerra y paz: una poética del gesto, de la artista Beatriz González (Bucaramanga, Colombia, 1932) una de las pintoras latinoamericanas vivas más célebres en el mundo del arte contemporáneo.
Asimismo, por la tarde habrá un concierto, a las 18:00 horas, de María Daniela y su Sonido Lasser, en la explanada de La Espiga del Centro Cultural Universitario, además de que durante este evento se iluminará la fachada de cristal del MUAC como parte del festejo.
Para el día siguiente, el 26 de noviembre, a las 12:00 horas, tendrá lugar el performance Si yo fuera edificio, de la artista Ximena Labra, Andrés Loewe y Rogelio Sosa.
—¿Qué significado ha adquirido el MUAC?
El MUAC se ha convertido en un referente debido a que significó un cambio de dimensión de la concepción de arte contemporáneo en México en el siglo XXI. Dejó de ser una cultura minoritaria o de secta para volverse un referente, aunque polémico de la cultura en general, con una variedad de corrientes globales.
Con la también apertura del Museo Jumex rápidamente se creó la sensación de que Ciudad de México era un centro de arte contemporánea muy significativo.
—¿Esa posibilidad de comprar arte contemporáneo fue el hit del MUAC?
El estado mexicano ha sido negligente en crear colecciones modernas y contemporáneas, en parte por una concepción histórica que viene de la herencia del muralismo, pero también de las ideologías católicas que ven el comercio de arte como algo inapropiado. Como si fuera un problema que los artistas vivan en el capitalismo.
La realidad es que el estado mexicano no creó colecciones importantes del arte moderno local e internacional, de modo que las colecciones privadas suplementaron ese patrimonio. El museo Carrillo Gil es la única institución que derivó de ese tipo de traspaso.
Por lo tanto, fue muy importante que, a principios del siglo XXI, la Universidad Nacional Autónoma de México a través del MUAC, decidiera tomar en sus manos esa tarea. Con dificultades porque el presupuesto universitario no da para hacerlo continuamente. Pero hubo un momento en que gozamos de un etiquetado de legislativo, de la Cámara de Diputados, el cual ha sido borrado como ocurrió con los etiquetados, sin ver qué era lo que estaban financiando.
Además, hemos tenido la ventaja de una reforma muy benéfica, pues los artistas pueden pagar sus impuestos en especie, es decir, con una obra de arte. Eso, junto las donaciones que arriban al museo, algunas de ellas derivadas de las colaboraciones de la producción de las exposiciones, le han permitido al MUAC incrementar su acervo.
—¿La llegada del nuevo rector, Leonardo Lomelí Vanegas, implicará algún riesgo y cambios en la programación del MUAC?
Mientras otras instituciones tienen crisis porque el personal sale, nosotros en la universidad tenemos una enorme protección en el hecho de que las autoridades universitarias reconocen que no es su tarea definir la programación del MUAC. Es una labor del equipo curatorial y los consejos.
Siempre tenemos la ventaja de que podemos presentar exposiciones y proyectos sin tener que hacer que el museo sufra consecuencias.
Ese es un principio muy importante de la vida cultural, donde la autoridad política o las fuentes económicas no interfieren con la marcha cultural. Es algo que distingue al MUAC.
—¿En estos 15 años han intentado o han querido censurar alguna obra o exposición en el MUAC?
No que yo sepa, lo importante es que no es factible, aunque las autoridades hayan querido.
El anillo diamante con las cenizas del arquitecto Luis Barragán que hizo la artista Jill Magid, y que mostró en 2017 en la exposición Una carta siempre llega a su destino, fue extremadamente polémica.
Tanto porque implicaba una crítica a un interés particular de la colección de la empresa suiza Vitra, que en el 2015 compró ese acervo en 2.5 millones de dólares, como porque algunas sensibilidades religiosas se sintieron aludidas.
El hecho es que nosotros tuvimos un sistema de autorización por vía de comités; sirvió para que toda la presión de algunos ciudadanos e incluso la prensa, careciera de significado porque el comité de programación lo autorizó.
—¿Podrías llegar a ser el director del MUAC?
Encontrar un director es algo que cuesta mucho trabajo. Yo he tenido la suerte de tener dos directoras extremadamente competentes, lo digo muy en serio.
Yo lo que sé hacer son exhibiciones, honestamente hay una diferencia importante ya que son dos tareas totalmente diferentes la de la dirección y la de la curaduría.
La dirección tiene que enfrentar cosas que yo no sé hacer bien: manejar de manera amable y dulce al personal o hacerme cargo de los recursos y tratar con las autoridades y los comités, etcétera.
Es importante reconocer lo que uno sabe hacer. Finalmente soy un académico.
PCL