La Suprema Corte de Justicia de la Nación tiene entre sus tesoros la obra monumental de Rafael Cauduro, La historia de la justicia en México, que se despliega en la escalera que da hacia la calle Venustiano Carranza.
Destaca uno de sus murales; uno que atrae la mirada de quien visita este edificio. Se trata de Archivos viciados, ese que tiene impactado al ministro presidente de la Suprema Corte, Arturo Zaldívar, quien se refirió a él en la inauguración de la muestra Un Cauduro es un Cauduro, en el Antiguo Colegio de San Ildefonso, organizada por los 50 años de trayectoria del artista.
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“Ese mural describe los horrores que no hemos podido superar todavía en este país. Los expedientes hacinados, en cajones oxidados, como si atrás de ellos no hubiera seres humanos de carne y hueso. La tortura, la violación consuetudinaria de derechos humanos, la violación, los feminicidios, la represión que se dio en México en algunas épocas pasadas. Y que todo eso esté justamente en la Suprema Corte de Justicia de la Nación es algo muy impresionante, porque es una llamada de atención a todas y todos los que estamos en el aparato de justicia, que tenemos un compromiso para cambiar al país, que no estamos ahí simplemente para nadar de muertito o para que las cosas sigan funcionando como ahora funcionan”, destacó en ese momento el ministro presidente.
Tema profundo
MILENIO visitó la máxima obra de Cauduro en la Suprema Corte, donde Liliana Pérez Cano, directora de la Casa Estudio Rafael Cauduro, contó que el maestro “está satisfecho de su trabajo y, como saben, por cuestiones de salud está en un periodo de descanso. Tenemos dos hijas, a quienes está disfrutando mucho; tiene una casa hermosa en Cuernavaca con flores, con los animales, que para él son muy importantes. Está en una etapa de paz, de descanso, de recibir lo que sembró”.
Foto: Jesús Quintanar
El artista considera que La historia de la justicia en México es su obra maestra porque mejoró su técnica. De hecho, a él le hubiese encantado seguir haciendo murales para expresar la situación del país con un mensaje crítico fuerte, como el que plasmó en la Suprema Corte.
“Se inspiró y profundizó tanto que quedó muy marcado con este tema. Después de estos murales hizo una serie sobre los archivos viciados, que hablan de la gente que está esperando sentencia y que pasan años por estos procesos lentos de la justicia”.
El público puede ver este trabajo en el edificio de la Suprema Corte de Justicia de la Nación con cita. La idea, explica Pérez Cano, es que las personas que vayan a conocer la obra visiten también el Antiguo Colegio de San Ildefonso para que disfruten de la exposición Un Cauduro es un Cauduro.
La historia
Pérez Cano dice que el maestro se cansó mucho al pintar esta obra monumental, pero que realmente quedó muy satisfecho, sobre todo al haber sido reconocido a escala internacional por representar las fallas de la justicia dentro de la misma Suprema Corte: “Le escribieron un libro por la universidad de Yale y otro por la Universidad de Cambridge, por lo que está muy contento, agradecido y satisfecho con este gran mural”.
Foto: Jesús Quintanar
Una anécdota que cuenta el propio artista es que en un primer momento, en 2006, la Suprema Corte quería que realizara la pintura mural en un año, cuando en realidad él necesitaba más tiempo.
“Él se metió tanto, que tardó casi tres (años) en hacer la pintura mural, entonces era esa negociación que tuvo con la Suprema Corte, pues decía que si así lo querían, así lo dejaría, a medias. Es muy meticuloso, quería que todo quedara perfecto y lograr transmitir su mensaje”.
De las sorpresas que ofrece este mural, comparte Paola Pineda, directora de proyectos artísticos de la Suprema Corte, es que el maestro Rafael Cauduro firmó su obra el día de la inauguración, el 14 de julio de 2009.
“En uno de los archiveros están sus ojos y en ese momento me comentó: ‘A partir de ahorita también voy a recibir sentencia’. Él se refería a su sentencia como artista y no se equivocó. Finalmente, lo único que ha hecho Rafael ha sido generar muchos aplausos”, concluye Pineda.
hc