Hace unos días escuché de un personaje de la cultura nacional mencionar, con una gracia que acentuaba su ignorancia supina, que el teatro estaba muerto. Idea que ha perpetuado de generación en generación cierto tipo de intelectual que jamás ha entendido la poesía propia al drama. Me recordó a José de la Colina que se atribuía el chiste: “¿Teatro, ese arte que existió antes del cinematógrafo?” Misma que se le ha colgado a Octavio Paz aunque no lo he logrado verificar. Y tal desliz de desprecio está ligado con otro acerto no menos semejante que hace parecer al teatro en tanto texto como el bastardo de la literatura. En Inglaterra, Francia o, por ejemplo, Alemania el teatro no es considerado ni de lejos una literatura menor. Es en México por un prejuicio largamente sembrado y cultivado desde, a mi parecer, la incompetencia y la frustración de quienes perdieron la batalla intentándolo. Su necio repetir su gracejada solo oculta el motivo verdadero.
No es nueva tal sizaña y quizá se pueda datar hacia un momento posterior al movimiento de Poesía en Voz Alta. Lo que para Los Contemporáneos era una valiosa práctica (la del teatro, la dramaturgia), para los escritores e intelectuales posteriores se fue convirtiendo paulatinamente en una aberración o en la parte incómoda de la cultura; en baja cultura. Este fenómeno también se muestra con nitidez en publicaciones culturales periódicas y diarios que fueron adelgazando el espacio y la crítica para el teatro a su mínima expresión.
De hecho, cuando se fundó el FONCA a finales de los años 80 del siglo pasado, en su primera emisión, se omitieron las artes espectaculares: la danza y el teatro; producto del odio que había desarrollado Octavio Paz hacia el teatro tanto por su fracaso cuando incursionó en él como por su no menos fracasado matrimonio con la genial dramaturga Elena Garro. Eso lo llevó a omitirlo del nuevo sistema de estímulos a la creación. Entraron en su defensa personajes como Vicente Leñero y Luis de Tavira para que se le incluyera.
Traspunte
Arte que nunca ha sucumbido
“El teatro es la única institución del mundo que lleva cuatro mil años muriendo y nunca ha sucumbido. Se requiere gente dura y devota para mantenerlos vivo.” John Steinbeck.