El tiempo

Casta diva

La experiencia de la realidad encuentra su cimiento existencial en la noción de aquí y ahora, en el espacio y el tiempo

(Léon Frédéric)
Ciudad de México /

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La experiencia de la realidad encuentra su cimiento existencial en la noción de aquí y ahora, en el espacio y el tiempo. Es la relación con lo que vivimos, hacemos, sentimos en un momento y un lugar específico, que provocamos en nuestro sentido de la libertad o aceptamos en un designio de la fatalidad. El arte es experiencia y manifestación del tiempo: la contemplación y la creación suceden en el tiempo, en un presente intransferible que acontece en el individuo, cada acción, decisión y estado que el arte provoca o necesita es una consecuencia del individuo que lo vive, lo enfrenta y lo integra a su estar en el mundo.

Las tres niñas pelan patatas, sin levantar la vista, concentradas en su labor están sentadas en una sucesión de movimientos, las cáscaras rizadas caen en el suelo, los vestidos rojos dan armonía y fraternidad a la escena, a espaldas de la niña mayor la puerta abierta se prolonga en una fuga, la profundidad plantea un trayecto. El tiempo pasa mientras ellas pelan las patatas, ellas lo experimentan a través de su labor, y el espectador mira la obra pintada en 1896 por el pintor belga Léon Frédéric, y la contemplación sucede en el presente del que mira, en el aquí y ahora que se suma a la memoria y forma parte de las nociones que enriquecen nuestra propia construcción de la realidad. 

El proceso de creación de Frédéric, la observación de las manos, la mirada, los pliegues de los vestidos se transforman con la invención, el pintor decide cómo es su propia versión de la realidad en la composición, al elegir el color rojo para los vestidos, al matizar el cabello de rojo, y además, en una metáfora de la vida que están por continuar, abre la puerta a un pasillo sin destino visible. Rothko en su pintura Light Red Over Dark Red, de 1957, aplica las capas de color, sumando las capas del tiempo, la sensación de que el pasado queda en el fondo de una continuidad interminable que plasmada detiene la incesante marcha, y permite el instante de contemplación, de entrar a cada uno de los colores, a cada matiz que exigió autonomía para integrarse sin desaparecer. La cotidianeidad nos hace sentir que el presente está “vivo” y el pasado está “muerto”, que el futuro guarda una promesa, el arte rompe con esa noción, y trae sus manifestaciones a una vida perpetua, está vivo en la experiencia de la creación y la contemplación.

La sociedad dicta un uso utilitario del tiempo, en el que cada instante debe ser productivo, dar beneficios y capital, el arte desobedece esa imposición, existe en el no hacer, la meditación, la observación. El arte es una liberación que otorga al espíritu el estar y vivir, el arte rompe con la obsesión del desgaste, el arte es eterno. 


  • Avelina Lésper

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