Encuentros

Danza

En días recientes una amplia representación de la comunidad dancística convocó a una jornada de encuentro y reflexión

Es momento de que el gremio dancístico establezca metas y proyectos a futuro (Foto: Centro Cultural Los Talleres)
Argelia Guerrero
Ciudad de México /


Los resultados del proceso electoral han colocado discusiones y reflexiones en torno a las distintas agendas de los aspectos generales que preocupan al país. La agenda artística en general y de la danza en particular no escapan a esta preocupación. 

En días recientes una amplia representación de la comunidad dancística convocó a una jornada de encuentro y reflexión en la que compartió y discutió las ideas que existen sobre los proyectos que la danza mexicana requiere hoy en día. El encuentro tuvo lugar en el Centro Cultural Los Talleres.

El esfuerzo es muy digno de mención y difusión puesto que supone un interés poco común de la comunidad en involucrarse de manera más directa para discutir y definir cuál es la política que la danza requiere y necesita para su desarrollo y difusión. 

El tema no solo ha sido abandonado durante mucho tiempo por las autoridades en la historia nacional sino que había sido también postergado por la mayoría de los actores a quienes atañe su problematización.

La reflexión parte y se desarrolla con lo expuesto por bailarines, coreógrafos, maestros y gestores en torno a las preguntas “¿qué política cultural requiere el país?” y “¿qué requiere la danza mexicana para su desarrollo?”

Ante esta invitación a pensarse, el gremio de la danza ha debido reflexionar sobre su quehacer artístico más allá de la dinámica de “lo inmediato” y ha tenido también que indagar en más de un aspecto del arte; es decir, ha debido pensar la danza desde una integralidad que incluye, además del proceso de creación artística, la formación de bailarines y coreógrafos, la formación y búsqueda de públicos que dialoguen y den sentido a las inquietudes comunicativas de los artistas, la consolidación y creación de espacios oficiales e independientes que potencien la difusión, la creación y la formación profesional; y, por supuesto, los procesos de creación artística que se realizan en los espacios independientes y oficiales. 

Trazar un programa que aborde las áreas del quehacer dancístico, desde una reflexión consciente y a profundidad, es una oportunidad para consolidar la danza mexicana y abandonar la tendencia a la aplicación de políticas coyunturales e improvisadas, para centrarse en la danza que interesa a los artistas y atañe a su comunidad. 

La danza mexicana y sus creadores han demostrado un potencial admirable que vale la pena impulsar. Hemos reflexionado sobre la obra de muchos y de muchas. Es un buen momento para dialogar con más periodicidad, conocer las inquietudes y trabajos de cada uno y una; y fortalecer esos esfuerzos.

También es un buen momento y el encuentro una oportunidad para valorar la pertinencia de continuar con la necedad de derrochar recursos económicos y humanos para importar trabajos de muy dudosa calidad artística y poco conocimiento de la naturaleza del público mexicano. 

Y de ninguna manera hablo de instaurar una especie de nacionalismos recalcitrantes y sectarios, sino más bien de atender con atención el trabajo que los artistas mexicanos han desarrollado, pues muchos hemos considerado errada la determinación de priorizar el trabajo externo, además, con muy cuestionables resultados que se repiten una vez demostrado su fracaso. 

La reciente decisión de volver a invertir recursos públicos en la contratación de Demis Volpi, una vez de manifiesto la poca asertividad de su pieza sobre La consagración de la primavera, fue un error que encontró su justificación en la inédita situación de presentar un cuento que reconoce la homosexualidad como tema central. 

Muchos coreógrafos mexicanos tienen un trabajo muy bien investigado y creativo en torno a esa y otras inquietudes. Se requiere de diálogo, replicar los encuentros y voltear la mirada. 

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