El actor Daniel Martínez considera un privilegio hacer teatro con amigos. Pero, en Ensayo, de Pascal Rambert, una tropa de amigos se cita a ensayar un drama nuevo, con 20 años juntos como compañía, como “estructura”, y se decepcionan unos de otros y se destrozan unos a otros con silencios y palabras.
“Todos tenemos decepciones. Ensayo habla de una gran decepción, que es la ruptura de la estructura, del grupo, pero también de los ideales y los sueños”, dice en entrevista Martínez, quien encarna al director de esa pieza que discute una compañía dentro de la obra de Pascal Rambert, donde se repiten nombres como el del dictador José Stalin y los de poetas como Osip Mandelshtam y Mijaíl Lérmontov.
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“Ensayo es un teatro muy francés, muy intelectual, muy filosófico, muy profundo, con gran maridaje entre las emociones a flor de piel, crudas, del ser humano, como los corazones rotos, la ruptura de los ideales, de tu ser, la devastación, la tristeza, y los conceptos filosóficos, artísticos y políticos”, describe el protagonista de la obra de Rambert (Niza, 1962), quien ha tenido una gran acogida en los escenarios mexicanos, donde se han montado también Finlandia, Clausura del amor, Hermanas y Desaparecer.
Con producción de Hanna Berumen y dirección de Juan Manuel García Belmonte, Ensayo se estrenó en México en julio de 2023 en El Milagro y regresó, el 25 de julio pasado, con nueva temporada en El Granero Xavier Rojas, con funciones de jueves a domingos, que concluyen este próximo 18 de agosto.
Como en la premiere de Répétition en el Théâtre de Gennevilliers hace una década, en 2014, bajo la dirección de Rambert, los protagonistas son los mismos actores de la pieza con sus nombres de pila: Daniel Martínez (director), María Inés Pintado (actriz), José Carriedo (escritor) y Sonia Couoh (actriz).
Cada protagonista encarna un vertiginoso monólogo de casi media hora mientras los otros tres callan; empieza Sonia, que interpela a José (Pepe); sigue el turno de María Inés, continúa José y cierra Daniel.
“Fue un gran reto permanecer en silencio en la obra mientras duran los monólogos de Sonia, Pepe y María Inés. Pero, también me gusta mucho ver a mis compañeras y compañero actuar e ir descubriendo cada vez más lo que la obra va diciendo”, comenta el también actor de series de televisión y películas.
Compara con una montaña rusa el silencio en que deben mantenerse tres de los personajes mientras uno de ellos habla por media hora en su monólogo, con ataques y recriminaciones y sentencias a los otros.
“El silencio va alimentando lo que va a pasar después. Te vas preparando para subir a esta montaña rusa. Me voy enojando con Sonia, entiendo la traición; observo a María Inés y la locura de su personaje; con Pepe voy trabajando con la ira para empezar al final mi monólogo con ira, con reproche, pero también con el corazón roto. Todos hemos pasado por alguna situación en la que te rompen el corazón, y usas esas partes de tu vida como recurso actoral, como la euforia”, expone sobre su papel.
En los cuatro monólogos se repite como mantra la sentencia: “los malos poetas serán buenos verdugos”. Al respecto, Martínez, apasionado de la Historia, recuerda que en la obra se habla de Stalin.
“Ensayo se está refiriendo a Stalin, pero hay muchos tiranos todavía por ahí: están Nicolás Maduro, Vladimir Putin, Kim Jong-un. El mundo está lleno de decepciones. Ensayo es una obra no sé si pesimista, pero sí tremendista: todo se deshace al final, la estructura, las ideologías, los países… Para mí ese es el sentido de esa frase que repetimos los cuatro protagonistas de Ensayo”, expone Martínez.
Ensayar es repetir (en francés, répétition) y en Ensayo cuatro personajes reflexionan sobre el lenguaje.
“...al lenguaje se le echa la culpa de todo...”, abre así las hostilidades la actriz Sonia (Sonia Couoh).
Acostumbrado a los sets de televisión o cine, Martínez confiesa que en Ensayo los actores se sienten vulnerables, por la cercanía del público, y celebra la ironía implícita en la obra de Rambert, en la que el ensayo de una obra de teatro, que regularmente es a puerta cerrada, ahora esté expuesto a más testigos.
“Nos sentimos muy vulnerables. Todos nos queremos mucho, nos amamos. Es un gran privilegio poder hacer teatro entre amigos. Pero, hay una gran fragilidad en este espacio, el público está muy cerca de ti, te hace sentir más vulnerable y frágil. No deberías ver al público, pero constantemente estamos rompiendo la cuarta pared, estamos viendo a la gente y sus reacciones, eso nos fragiliza más; cada actor se mete en un viaje muy particular. Pero eso hace que le eches más ganas”, reconoce el actor de series como El señor de los cielos, Sr. Ávila y Diablo Guardián y películas como Chicogrande y El infierno.
Y señala que la ironía de la situación no sólo es planteada por Rambert, sino que también es una “gran travesura” del director (García Belmonte), al escoger el texto, el teatro y exponer así a los actores.
“Es un gran reto para todos, porque no es una puesta tradicional, ni por el texto, ni por el teatro”, dice.
La obra y su montaje son de hecho una ficción dentro de la ficción, teatro dentro del teatro, donde se pone sobre la mesa la decadencia de la sociedad, de los ideales, como del fracaso del arte y del artista.
En ese sentido, el director de la obra y la compañía (la estructura) interpretado por Daniel Martínez sostiene en su monólogo hamletiano (redacción original): “y la verdad la verdad, lo que llaman la verdad (…) no se encuentra en la vida sino en esa cosa increíble que han inventado los hombres y que se llama ficción si queremos ver la verdad del mundo hay que verla en el sublime espejo de la ficción y no en otro sitio hay que verla ahí aquí en este lugar en donde estamos en el teatro en mi mirada”.
Martínez confiesa que hasta el año pasado que produjo y protagonizó La duquesa de Malfi y Ensayo, llevaba ocho años sin hacer teatro, a pesar de que su carrera comenzó en los escenarios con Hamlet, obra a la que Pascal Rambert rinde homenaje en Ensayo, y un personaje que él ha encarnado dos veces.
Y justo su monólogo alude a la tragedia de Shakespeare (redacción original): “Pepe hay al final de Hamlet un montón de cadáveres el teatro occidental está construido sobre la escena del montón de cadáveres no es el teatro el que imita la vida sino la vida la que imita el teatro occidental la vida imitando pues el teatro occidental comienza y acaba siempre por la escena del montón de cadáveres y ahí estamos...”.
Y Daniel concluye su monólogo, muy al estilo de las últimas palabras de Hamlet (“Lo demás es silencio”), con la arenga a los jóvenes, quizás es lo esperanzador de este drama desolador de Rambert.
“...jóvenes despertaos levantaos hay que volver a empezar el mundo la historia no no está muerta va a despertarnos...” Y se tumba en el suelo. No hay telón en una obra así, es solo un Ensayo. Répétition.
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La traducción del texto de Répétition estuvo a cargo de Coto Adánez, los diseños de escenografía e iluminación son de Gabriel Pascal, la música original y el diseño sonoro de Rodrigo Castillo Filomarino, y el diseño de vestuario de Daniel Moreno y Salvador Hernández.
PCL