Edmundo Paz Soldán: "Hay un temor fundado a tocar ciertos temas"

Cultura

En entrevista, el escritor boliviano habla de sus inicios, de los 25 años de la novela 'Amores imperfectos' y de sus más recientes obras.

El autor publicó 'La mirada de las plantas' el año pasado; 'La casa del ataúd' saldrá a finales de 2024. EFE
Ciudad de México /

El futbol tal vez perdió a un jugador, pero ganó a un poderoso escritor. Edmundo Paz Soldán (Bolivia, 1967) jugó en su país cuando tenía 12 años, le gustaba y se divertía, pero después obtuvo una beca deportiva que marcaría su destino y llegó a la Universidad de Alabama.

¿Soñabas con ser futbolista profesional?

Jugué de chico pero como a los 14 años me pidieron que fuéramos a entrenar a las seis de la mañana antes de ir a la escuela; me di cuenta de que a mí me gustaba el fútbol para divertirme, no tenía la vocación para ir a entrenar y ahí nos fuimos separando.

Pero te fuiste a Estados Unidos gracias a una beca por el futbol.

Jugué tres años para la Universidad de Alabama en una época en que todavía el soccer allá estaba en pañales. Me acuerdo que cuando jugábamos en los estadios había 30 personas. Yo decía “qué país más loco que nos ofrece becas por un deporte que no les interesa”.

¿Eso te permitió salir de Cochabamba?

No, yo ya había salido. Fue en la época de prepa, cuando Bolivia, después de muchos años de dictadura, volvió a la democracia en el 82. Por la crisis económica me fui a Mendoza a estudiar y fue cuando llegó la beca deportiva. Me fui con mucho dolor porque me gustaba mucho la vida en Argentina, pero era una beca completa, una oportunidad de ayudar a mis papás y de independizarme.

¿De qué manera influyó esto en tu literatura?

Una cosa paradójica fue que mi salida me volvió obsesivo con el tema boliviano, imagino que desde la nostalgia. En ese momento no sabía mucho de literatura boliviana. Cuando decidí hacer una tesis sobre este tema, el catedrático me dijo que el único autor boliviano que había leído era Alcides Arguedas y ni yo lo había leído. Me interesaba conocer más de mi literatura, de dónde venía y eso, en Estados Unidos, me duró bastante. Luego comencé a escribir cosas ambientadas en ahí para intentar entender el país al que yo había llegado.

Pero en La mirada de las plantas (2022) volviste a Bolivia.

Sí, después de varios años volví a ambientar algo en mi país. Ahora tengo menos rigidez para abordar ciertos temas, pero al comienzo había una obsesión por contar una Bolivia que quizás ya no existía, solo estaba en mi cabeza.

¿De dónde provienen los temas de las conexiones entre plantas, humanos, computadoras y mundos distópicos?

Han sido niveles y sin darme cuenta he ido añadiendo cosas que me interesaban. Por ejemplo, el tema de la naturaleza no era algo que me interesara hace cinco años, pero sí el tema del impacto de la tecnología, que viene desde mi época de lector de ciencia ficción.

“Hoy los dos tienen una relación con el cambio climático y la perturbación de los ecosistemas, todo eso me ha hecho reflexionar, me ha hecho tener curiosidad por lo que antes no me llamaba la atención. Lo más difícil ha sido cómo ensamblar estas cosas que parecen opuestas a otros temas.

“Mi intuición es que existe un cambio en cuanto a nuestra relación con las nuevas tecnologías, esto se tiene que sentir en todas partes, tiene que estar conectado y los desafíos son ver las conexiones.

¿Cómo te sientes con los 25 años de Amores imperfectos?

Viejo (risas), no hay otra forma de sentirse. Me alegra que el libro siga viviendo y que exista una nueva edición en Bolivia. Tuve que revisarlo y digamos que soy menos crítico con los cuentos que con las novelas, pero pienso que tal vez pude haber hecho cosas diferentes. Es un libro del 1998 y espero que la gente lo ubique.

¿Hay algo que vaya contra la corrección política de hoy?

Más o menos. Existe un cuento que se llama “Ritual del atardecer” en el que un padre está espiando a su hija con pensamientos bastante turbios, por decirlo de una manera amable, y pensé que ahora podría ser muy mal leído, pero no voy a dar explicaciones de que estaba haciendo un homenaje a Vladimir Nabokov.

¿Existe temor de tocar ciertos temas?

No es un temor infundado, es un temor fundado. Creo que hay razones por las que vale la pena que reflexiones sobre ciertas cosas. Por ejemplo: al personaje de La mirada de las plantas le gusta sacar fotos de mujeres sin su consentimiento y luego convertirlas en deep fakes y las circula en las redes como pornografía barata. En algún momento de la escritura pensé: “¿soy yo el más indicado para escribir sobre este tema? Y si mejor lo convierto en personaje que le gustan los autos y me evito problemas”.

“Pero luego pensé que si te interesa participar en el debate público sobre estos temas tienes que enfrentarlos y pensar cómo hacerlo. Me imagino que parte de la escritura es asumir ciertos riesgos”.

¿Terminaste tu nueva novela?

Sí, es La casa del ataúd y tiene más relación con el cambio climático, profundizo en el tema pero también aparecen cuestiones de tecnología y otros asuntos que ya descubrirán.

Paz compartió un adelanto de la obra en Revista de la Universidad de México de este mes, puede leerse en: https://www.revistadelauniversidad.mx/articles/f126fe35-1f9f-40c1-8031-c6f54c0737a2/la-casa-del-ataud.

BSMM

  • Vicente Gutiérrez
  • vicente.gutierrez@milenio.com
  • Periodista desde hace 25 años y especialista en temas culturales, la industria del entretenimiento y cinematográfica. Por su experiencia y conocimiento, también ha participado en temas de política y de negocios. Es reportero de cultura en Milenio y locutor en “La Taquilla”, programa de Radio Fórmula 104.1 FM.

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