“Eres del lugar en el que recoges la basura”: Villoro

En su nuevo escrito, el ganador del Premio Xavier Villaurrutia describe la capital del país con distintas anécdotas y voces.

El autor es el único de toda su familia que nació en Ciudad de México, urbe que lo estimula y lo agobia.
Jesús Alejo Santiago
México /

Hace dos décadas Juan Villoro comenzó a revisar la urbe que habitaba: el único de la familia nacido en la hoy Ciudad de México se propuso no escribir una historia fría de sus calles y de sus personajes, sino más bien ofrecer una especie de acto amoroso en cada uno de sus escritos, a sabiendas de que todo lo que se ama termina por doler.

Así es como reunió sus textos en el volumen El vértigo horizontal. Una ciudad llamada México (Almadía/El Colegio Nacional, 2018), escrito un poco con ciertos pasajes autobiográficos, porque el cronista buscaba reflejar una manera de ubicarse en la metrópoli: una urbe hecha del recuerdo, de la frustración, el miedo…

“Es mi casa, el lugar al que quiero pertenecer. Soy la única persona de la familia que nació en esta ciudad y vive en ella. Todos nacieron fuera o se fueron a otro lugar, pero por alguna razón aquí me quedé. Ciudad de México es el único lugar donde siento que todo me afecta de una manera especial.

“En el libro termino diciendo que eres del lugar donde recoges la basura, de donde aceptas levantar los desperdicios; decir: hubo un terremoto, pero vamos a recoger las piedras entre todos: no debes estar orgulloso de las grandes casas, de las grandes ciudades, edificios y monumentos que la adornan, sino de la capacidad para recoger sus desperdicios. Eso te integra más a la ciudad”, relató.

El libro es una reunión de textos híbridos, sin un género exclusivo, donde la primera crónica se escribió hacia 1994 acerca del Metro de la ciudad, interesado en hacer un recorrido por el subsuelo.

“Pero, al mismo tiempo, me interesaba que fuera un libro muy personal, de un registro íntimo, porque no quería hacer una historia fría de la ciudad; ese no es mi papel, eso lo pueden hacer los historiadores urbanos, pero quería meterme en temas que me son ajenos y de los que no podía ser protagonista: desde formas extrañamente culturales, como la lucha libre —digo eso porque es un teatro que semeja ser un deporte—, hasta situaciones catastróficas como el terremoto o los niños de la calle”.

Amor-odio

En el volumen El vértigo horizontal. Una ciudad llamada México se trata de reflejar la doble ciudad que tenemos y aquella que es muy íntima para el propio autor; luego está la otra, la que se registra “como colado, como pasajero, a la que perteneces, pero no del todo, y solo estás tratando de investigar y de entender”, explica el escritor.

“Alguna vez le pregunté a Joselo Rangel, integrante de Café Tacvba, quien es un ‘sateluco’ ejemplar, cuál es la principal diferencia entre su manera de ver la ciudad y la mía, y me dijo ‘es muy sencillo: a mí no me da hueva ir a Ciudad Satélite, y a ti, seguramente sí’. Es un hecho, él está acostumbrado a una travesía que forma parte de su repertorio urbano y a mí me parece un desafío monumental”.

Por ello es que en el volumen se refleja una manera de experimentar a la ciudad, aun cuando al mismo tiempo, la tarea de Villoro fue darle voz a otras personas, ya sea hablando con ellos o citando lo que, en algún momento, habían escrito en torno a una ciudad que no se queda quieta, de sus características principales.

“Ni siquiera el pasado se queda quieto entre nosotros, lo que hace que la ciudad tenga una condición nómada, que te obliga a adaptarte a ella constantemente: si te sentías perfectamente adaptado al Distrito Federal en 1978, eso ya no te sirve de nada; si luego te volviste a la ciudad que celebró el mundial en 1986, tampoco te sirve de nada: el estar siempre en tela de juicio como habitante de la ciudad, te obliga a hacer una especie de perpetuo recién llegado, lo cual es muy estimulante, pero al mismo tiempo muy agobiante. Son las tensiones que hacen tan especial a la ciudad”, concluyó.

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