Cuando la adaptación cinematográfica de El viejo y el mar se estrenó en 1958, Ernest Hemingway por casualidad se encontraba en Nueva York viendo la Serie Mundial de beisbol e invitó a su buen amigo A.E. Hotchner a ver la película con él.
"Unos 12 o 13 minutos después de que nos sentamos, se volteó hacia mí y me dijo, '¿listo para irnos?'", contó Hotchner en una entrevista reciente en su casa en Connecticut.
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El autor y dramaturgo de 101 años recuerda que salieron y que, mientras caminaban por la acera, Hemingway despotricó todo el tiempo que Spencer Tracy no fue para nada apropiado para el papel protagónico, que parecía un actor gordo y rico tratando de hacer de pescador.
"Dijo: 'uno escribe un libro que realmente le gusta y entonces ellos le hacen algo así, y es como orinar en la cerveza de tu padre'", narró Hotchner. (Hemingway se expresó con esta frase particular sobre un puñado de adaptaciones de su trabajo que le parecieron detestables, según Hotchner.)
Horas después, sentados en el restaurante Toots Shor's —un lugar frecuentado por Joe DiMaggio, Jackie Gleason y Marilyn Monroe— Hemingway exhortó a Hotchner a hacer algún día su propia adaptación. Hotchner le prometió que lo intentaría.
Más de 60 años después, Hotchner cumplió su palabra. Su versión teatral de El viejo y el mar se estrena el viernes en el teatro Pittsburgh Playhouse de la Universidad de Point Park, recientemente renovado.
"No fue sino hasta que yo mismo me hice viejo que realmente llegué a una versión que podría transportarse más allá del libro", expresó.
Hotchner debe ser el candidato perfecto para llevar la novela a las tablas: pescó con Hemingway en Cuba, fue a ver corridas de toros con él en España, cazó con él en Idaho y escribió la exitosa biografía de 1966 Papa Hemingway.
También ayudó a editar el clásico de toreo de Hemingway El verano peligroso. A menudo fungió como su agente y llevó varias de sus historias a la televisión, incluyendo Las nieves del Kilimanjaro, Los asesinos y El luchador, que lo llevó a conocer a Paul Newman. (Ambos fueron mejores amigos y vecinos y crearon juntos la compañía de alimentos Newman's Own, pero esa es otra historia).
"De alguna manera esa promesa que le hice me atormentaba, porque él murió poco después de eso. Por años pensé en El viejo y el mar, pero en mi cabeza nunca podía pensar cómo abordar este libro tan personal, porque el viejo en realidad es el propio Hemingway, que realmente es una obra literaria —dijo—. ¿Cómo le das vida a eso en el escenario?"
Intentó adaptarla, quizá, unas 10 veces en los últimos años, comenzando borradores sólo para desecharlos, hasta este último esfuerzo.
El fantasma de Hemingway
Para ayudarlo a moldear el proyecto, buscó la colaboración de su hijo Tim Hotchner para que le ayudara a transformar su borrador en la obra que se presentará hasta el 17 de febrero en Pittsburgh.
"He vivido con el fantasma de Hemingway toda mi vida y había algo muy profundo en esta historia, aun cuando es muy simple", dijo Tim Hotchner, un documentalista y escritor de 47 años. "Y al ver a tu padre de 101 años ir detrás de su pez espada, y con suerte volver con mejores resultados, hay muchos temas que realmente resuenan".
Tim Hotchner también vio el proyecto como una manera de reexaminar la obra con un lente moderno: mirar lo que significa ser un hombre en el mundo y mirar el entorno.
Para hacer El viejo y el mar accesible al teatro, los Hotchner crearon un caleidoscopio del relato y escarbaron en el texto en busca de un nuevo enfoque. El chico tiene un papel más grande, y el propio Hemingway es un personaje, al igual que un chelista que evoca los estados de ánimo a lo largo de la obra.
La producción es única en el sentido de que los estudiantes de Point Park están trabajando en la obra junto a profesionales en todos los aspectos, de diseño de escenografía a venta de boletos. Es algo que Stana ve como un momento circular: jóvenes ayudando a darle vida a la obra de un dramaturgo centenario.
La puesta completa se montó en seis meses, en colaboración con RWS Entertainment Group, con sede en Nueva York.
A sus 101 años, A.E. Hotchner se mantiene despierto, chistoso y notablemente activo. Durante una entrevista de cuatro horas en su casa, necesitó apenas un receso de 10 minutos para beber un vaso de agua. El año pasado, su novela sobre detectives en la era de la Depresión The Amazing Adventures of Aaron Broom fue publicada y aún escribe a diario. Su rutina: desayuna, escribe, almuerza, escribe, ve las noticias de la noche, cena, se toma un gin-tonic y quizás ve una película.
En cuanto a El viejo y el mar, le satisfice finalmente haber cumplido la promesa que le hizo a su amigo hace más de medio siglo, y está contento con el resultado.
"Esta es una versión de la que Hemingway nunca se habría retirado", aseguró.
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