“Muchos piensan que artesanía es sinónimo de barato y regatean, pero si vieran todo el proceso manual que se requiere se darían cuenta que están equivocados y lo valorarían más”, dice Gualberto Campos, artesano de Santa María Rayón.
Desde hace cuatro generaciones su familia transforma la madera de Pino, Aile y Madroño, en piezas tradicionales de cocina, juguetes mexicanos -como trompo, yoyo, balero, carritos-, artesanías decorativas y joyería.
Sobre el proceso explica que al tener la materia prima deben cortar, redondear, tornear, decorar y engarzar cuando son aretes o llaveros.
“Es un tratamiento largo con muchos detalles y por eso cada pieza es única”.
Su instrumento principal es el torno de arco, pero lamenta que actualmente se ha olvidado y sustituido por máquinas de fabricación en cadena.
“Por eso trato de rescatarlo: mi abuelo Benjamín fue uno de los precursores y fue considerado un virtuoso en el tema”.
En cada una de sus piezas invierte desde algunas horas hasta un mes y medio de trabajo.
“Con el que más tardé fue con el que gané el primer lugar del Concurso Nacional de Juguete Popular Mexicano en 2015, lo titulé el Carrusel de los Sueños”.
Por ello comenta que se debe revalorar el papel que juega este sector en la sociedad, dado que son los herederos de la cultura e identidad mexicana, distintiva en cualquier parte del mundo.
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“Cuando viene algún extranjero lo primero que le dan es una de nuestras piezas, nuestro trabajo es patrimonio cultural inmaterial y representa nuestra historia e identidad, se les olvida que sin eso no hay país”.
Campos ha participado en expos artesanales nacionales e internacionales, festivales culturales, concursos, da pláticas en universidades y expone en diferentes museos de la república, con una larga trayectoria espera seguir innovando y dejar su conocimiento a sus hijos.
LC