Escena colombiana /y II

Teatro

Cajamarca es uno de los autores y directores colombianos más sólidos de la segunda mitad del siglo XX y lo que va del presente.

La capacidad del equipo actoral estable es un regalo para los sentidos. (Especial)
Jaime Chabaud Magnus
Ciudad de México /

Orlando Cajamarca me señala un error de la entrega anterior que justo es corregir. El texto que menciono de su autoría se llama en realidad La caravana de los olvidados. Y con esta precisión entro en los comentarios a esta obra. Cajamarca es uno de los autores y directores colombianos más sólidos de la segunda mitad del siglo XX y lo que va del presente. En este hermoso montaje, dividido en varios cuadros, Orlando nos da cuenta de la barbarie de la guerra que Colombia ha sufrido por más de medio siglo. Uno de ellos, por ejemplo, es una nueva y eterna Medea que se ha quedado en un bucle temporal, pues su historia, su imposibilidad de enterrar al ser amado asesinado, se sigue repitiendo una y otra vez. Una más de las historias (que han producido también en radio) cuenta el recorrido de una mujer que no se ha enterado que está muerta y, sin embargo, se afana en llegar a brazos de sus hijos. Lo impresionante, en relación con México, es que la poeticidad de esta escena nos conviene para comenzar a contar nuestras historias de barbarie.

La fiesta de las aves de Alfredo Valderrama es un espectáculo para niños brillante y lúdico que parte del concepto de “cuentería”, y nos habla del origen del mundo y sus colores, de los problemas para dormir a un bebé o de la fiesta de las aves en donde se cuelan un sapo y una tortuga; ésta última ha de recibir la peor parte y un dios bondadoso ha de reconstruirla para dejar su caparazón como un rompecabezas.

De vuelta a Bogotá, Promesa de fin de año de Jorge Hugo Marín del colectivo La Maldita Vanidad, presenta una sórdida historia de trata de personas en la víspera de las fiestas, momento típico en el que la memoria apela a lo dichoso y doloroso de nuestras existencias. Un viejo travesti se reencuentra con aquel que fue, décadas atrás, cuando apenas comenzaba en la prostitución forzada. Quizá excedida la primera parte donde el protagonista monologa este trabajo de La Maldita Vanidad, suma a ese fresco que se han empeñado en pintar de la sociedad urbana colombiana.

FICHA

RECONSTRUCCIÓN

Esquina Latina, que comanda Orlando Cajamarca, ha hecho un trabajo de teatro comunitario a lo largo y ancho del Valle del Cauca, en barriadas y municipios pobres. La capacidad del equipo actoral estable es un regalo para los sentidos.

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