Rescato este viejo texto con motivo de los 30 años de ausencia del Premio Nobel de Literatura 1969, Samuel Beckett. En 1996 tuve la fortuna de encontrarme con el legendario director estadunidense Allan Mandel, en Barcelona, en la Sala Beckett, que comandaba en aquel entonces el dramaturgo valenciano José Sanchis Sinisterra. Mandel se volvió famoso por montar la obra Esperando a Godot de Samuel Beckett en La Roca, en la prisión de San Quintín en el año 1957. Ese histórico montaje, de hecho, cambiaría la visión sobre la obra beckketiana, que se había catalogado apresuradamente como teatro del absurdo. El relato de cómo se produjo este montaje y lo que ocurriría después con un preso llamado Rick Cluchey es de verdad fascinante.
Allan Mandel comienza a trabajar a principios de la década del 50 con el grupo San Francisco Actors Workshop. En EU no se escenificaban las obras de Ibsen, Chéjov, Brecht, pero ellos sí. Su grupo estaba a la caza de materiales contemporáneos que sacudieran el viejo repertorio que se estrenaba en los escenarios norteamericanos. En 1955 Allan regresa de un viaje a París con Esperando a Godot bajo el brazo, y la montan de inmediato fascinados y desconcertados por esta extraña textualidad. “Mis compañeros Jules Irwing y Herbert Blau —nos relata Mandel— estaban tan perplejos como yo, pero accedieron a que trabajáramos el texto de manera experimental. Y es que, cuando hablas de esta obra de Beckett, estás hablando básicamente de ti mismo”.
El San Francisco Actors Workshop recibió una llamada del administrador de la prisión de San Quintín, pidiéndoles una obra. Los requisitos eran muy claros: no mujeres, pocos actores y una escenografía muy simple. Se le ofreció Esperando a Godot y aceptaron. Aunque les daba miedo que los más de mil presos no aceptaran la convención teatral, la presentaron y la sorpresa resultó mayúscula. Recibieron con aplausos y zapateos entusiastas, porque quién mejor que un preso para entender el significado de la “espera”. Fue sobrecogedor.
TRASPUNTE
OTRAS VERSIONES
Si bien Rick Cluchey desmiente la versión de Mandel de que fue gracias a la representación de Esperando a Godot del San Francisco Drama Workshop la que lo modificó para siempre y que en realidad se encontró la obra en una revista (según una entrevista que concedió en 2011 a El País), en una entrevista de 2008 lo admitía.