El 4 de agosto murió José Luis Ibáñez, mi maestro por mi paso en las aulas de la Facultad de Filosofía y Letras, y no puedo sino sentir un profundo dolor por su partida y lo que con él se pierde en inmenso conocimiento sobre el teatro isabelino y, quizá su pasión mayor, el del Siglo de Oro Español. Su sabiduría y erudición permeó a varias generaciones de estudiosos y practicantes y su figura rechoncha seguro se quedará circulando por los pasillos de la que fue su casa, la UNAM. Escucharlo decir (no recitar) de memoria a Lope, Calderón, Tirso, sor Juana o Juan Ruiz y todos los intríngulis de las querencias y fobias que envolvió a los autores áureos podía ser una de las mayores dichas. Nuestra colaboración posterior a las aulas de la UNAM, fue en el Centro de Escritores de TVAzteca donde yo fungía como Coordinador Académico a invitación de Raúl Quintanilla. Ahí, la comprensión de las pasiones humanas en su boca fue definitoria en la carrera de los alumnos, sin duda.
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Como director de escena, si bien llevaba años retirado, su trabajo desde Poesía en Voz Alta al lado de Octavio Paz, Carlos Fuentes, Juan José Arreola, Antonio Alatorre, Elena Garro (la única de los citados que sí logró navegar entrambasaguas, entre la narrativa y la dramaturgia) y Héctor Mendoza (de quien fuera asistente en primera instancia), fue la experiencia —piedra de toque— para la renovación del teatro al tiempo que fundacional del teatro universitario. Montajes como La muerte se va a Granada de Fernando del Paso, El divino Narciso de sor Juana, Las criadas de Jean Genet (cuando ese texto resultaba una provocación) y decenas y decenas de obras entre cine, ópera y teatro son también su legado. Cabe decir que en su momento, los intelectuales reprocharon duramente a Ibáñez su trabajo en el teatro musical (comercial) y eso hería la sensibilidad del maestro. Nunca le perdonaron trabajar con Silvia Pinal, Enrique Álvarez Félix o Jacqueline Andere, por ejemplo. Sin embargo, nunca restaron un ápice a su genialidad. Descansa en paz, José Luis querido.
CODA
CIERRA LA LIBRERÍA ENTRETODOS
Otra pérdida que se ha producido la semana pasada es el cierre de la Librería Entretodos que comandaba el clown, actor y bibliófilo Francisco Javier Gómez con más de veinte años de andar la legua. Una pérdida más para CdMx pero también para el teatro, al que dedicaba parte de sus esfuerzos.