La mejor noche Cervantina la iluminó con su presencia, con su carisma y con su voz, el tenor veracruzano Javier Camarena, quien protagonizó la mejor Gala del 47 Festival Internacional Cervantino, al lado de la Orquesta Filarmónica de Acapulco
Durante la clausura de la fiesta artística y cultural, el auditorio de la explanada de la Alhóndiga de Granaditas se le entregó al cantante que viene de ser aclamado como uno de los grandes tenores del mundo en el Metropolitan Ópera House y en la Royal Ópera House.
Poder verlo en Guanajuato, en compañía de la soprano, Karen Gardeazabal fue un regalo de los dioses, que agradecieron los casi ocho mil personas (según datos de Protección Civil) que acudieron a la clausura del festival para escuchar cantar a Javier Camarena.
El tenor celebró en Guanajuato, a la que considera su segunda tierra, porque aquí estudió y aquí encontró al amor. Por eso, desde hace dos años, aceptó la invitación para cerrar el Cervantino y celebrar sus tres lustros de trayectoria artística.
La última y nos vamos, advirtió Camarena
¡Chi chin el que no cante!, no terminaba de decir esta expresión coloquial cuando el público, en un coro uniforme, ya estaba cantando a todo pulmón “Caminos de Guanajuato”, el himno de este lugar que fue fundado como una ciudad minera.
Todo el público entonó, aunque hubo quienes desentonaron, el repertorio que eligió Javier Camarena, para la noche de clausura, que al final se convirtió en un homenaje póstumo a José José.
La concurrencia cantó con el tenor un popurrí con las piezas más exitosa de El Príncipe de la Canción: "Volcán"; "Lo que no fue, no será"; "Lo pasado, pasado".
Pero con la interpretación de "El triste” de Roberto Cantoral, arrancó los gritos y los aplausos de la concurrencia que se transformaron en una coro de múltiples tonalidades.
Aunque cuando salió al escenario vestido de charro, la gente enloqueció. En ese diálogo que Javier Camarena estableció con los ahí presentes les dijo: “!Chi chin el que no cante!, no terminaba de decir de expresión coloquial cuando el público, en un coro uniforme, ya estaba interpretando a todo pulmón “Caminos de Guanajuato”.
Prácticamente la explanada de la Alhóndiga de Granaditas se cimbró con la fuerza de las voces y el cariño que le prodigaron al único, al grande, a Javier Camarena, que tuvo que salir al escenario, por lo menos tres veces a cantar, después de que ya había concluido su Gala.
La noche de euforia culminó casi a las 23:00 horas con los fuegos artificiales que marcaron la culminación de la 47 edición del Festival Internacional Cervantino.
epc