‘Hombruna’

Teatro

Lo innegable es que la puesta en escena, espectacular y sorpresiva como todo lo que hace este genial director, hace estallar nuestro imaginario con alto voltaje visual y sonoro.

La dramaturgia, la palabra dramática, se cifra en tiempo pasado para narrarnos. (Especial)
Jaime Chabaud Magnus
Ciudad de México /

Una mujer de espalda ancha y estrato bajo, económica y culturalmente, nos narra su obsesión por la lucha libre, por convertirse en una profesional y acaricia tener la oportunidad que le permita conseguirlo. El dramaturgo Richard Viqueira nos crea con Hombruna a esa ruda mujer, sus sueños y las violencias que ha sufrido entre las que se encuentra la violación. Hasta la mitad de la obra se nos devela que la aspirante a luchadora es la famosa “Mataviejitas” (Juana Barraza Samperio), que puso en jaque a la policía de la Ciudad de México durante largos meses en el año 2000 y que mantuvo a la nota roja ocupada con titulares escandalosos.

La dramaturgia, la palabra dramática, se cifra en tiempo pasado para narrarnos, y eso produce una fragilidad grande al texto de Viqueira que es también el director e iluminador de esta puesta en escena con la que el Teatro Helénico reabrió sus puertas. El texto no es la tan llevada y traída narraturgia que juega el relato en verbos activos y tiempo presente con lo cual podría insuflar a la escritura un devenir. Acá se instala en “allá y entonces” que no favorece a la potencia dramática a pesar de estar entreverada con diálogos en presente. O por lo menos atenúa el poder que hubiese podido tener. Como mencionamos arriba, la sorpresa para el espectador es estupenda al reconocer a la mitad del espectáculo a la famosa “Mataviejitas”, pero echamos de menos otro tipo de expectativas.

Lo innegable es que la puesta en escena, espectacular y sorpresiva como todo lo que hace este genial director, hace estallar nuestro imaginario con alto voltaje visual y sonoro (Miguel Hernández es el diseñador de este último discurso). La actuación de Valentina Garibay lucha por sostener ese tiempo pasado textual y vigorizarlo en el presente. Y lo consigue porque es una actriz que se ha ido consolidando y haciéndose dueña de sus herramientas expresivas. Mucho dejo en el tintero, pero mejor lo invito, espectador, a que asista con sana distancia y confianza, y discutimos sobre este estupendo montaje.

CODA

PARA OLVIDAR LA NUEVA NORMALIDAD

Asistí a Hombruna con temor y descubrí que el Centro Cultural Helénico estaba higienizado y con medidas de salud rigurosas. Así, una vez iniciada la función, pude olvidar por unos minutos estupendos de teatro esta nueva normalidad. Felicidades Secretaría de Cultura.