Las actrices Luisa Huertas y Diana Bracho son reconocidas con la Medalla Ingmar Bergman

Este año la medalla se entregará por partida doble en una ceremonia que será transmitida hoy a través de TV UNAM y en el canal de YouTube de la Cátedra Bergman, a las 19:00 horas.

Luisa Huertas y Diana Bracho. (Foto: Especial)
Ciudad de México /

Para la actriz Luisa Huertas la actuación es “una forma de vida, un compromiso y un placer de vida. Ha sido un privilegio poder vivir con el teatro, desde el teatro, para el teatro y del teatro. A veces de manera difícil, pero haber logrado esto y haber podido conjugar mi ser mujer, mi ser madre, con esta vocación que sigue viva en mí lo hago cada vez con más amor y con más entusiasmo”, comparte en entrevista.

Con una trayectoria de más de 50 años en teatro, cine, radio y televisión la actriz recibirá hoy la Medalla Cátedra Ingmar Bergman (2021). La sola mención del cineasta le emociona. Lo recuerda como un hombre que a pesar de ser tan prolífico en cine nunca dejó de hacer teatro.

“Fue un cineasta que me marcó. Muy jovencita muchas veces salía de ver sus películas y decía ‘¿qué vi?’. No podía asimilar exactamente lo que había visto, pero lo que siempre lograba Bergman era inquietarme y ponerme a pensar”.

Que además el reconocimiento se otorgue a través de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), “lo tengo que decir abiertamente y sin pudor, me llena de orgullo y admiración”.

La UNAM fue su segunda casa de estudios luego de haber estudiado en el Instituto Nacional de Bellas Artes. Es una institución por la que —dice conmovida— siente gran admiración y amor.

En la UNAM, afirma, fue también en donde maduró como docente estando durante varios años en el Centro Universitario de Teatro como responsable del colegio de voz. Hoy Luisa Huertas es cofundadora y directora del Centro de Estudios para el Uso de la Voz.

A lo largo de su trayectoria ha representado a mujeres muy diversas. Desde su perspectiva, "las mujeres en teatro siempre han interpretado personajes muy poderosos". Cada papel que ha llegado a su vida lo recuerda con cariño, pero sin pensarlo mucho menciona a algunas de estas mujeres que le han parecido entrañables por las características que las conforman.

“Cuando aceptas construir un personaje es porque te enamoraste del personaje. Hay unos que definitivamente me han marcado, como la Celestina, un personaje de gran sabiduría de vida, con humor, con creatividad, con un montón de aspectos que hacen de ese personaje un personaje muy complejo. Todo el mundo piensa en Celestina casi casi como una villana, y no, yo no la considero eso; la considero una mujer que vivió su época y las condiciones que tenía pero que en ese sentido fue una mujer muy imaginativa, muy creativa y muy audaz”.

Otro personaje al que Huertas recuerda por haberla cuestionado desde el primer momento es Rita de la obra La mujer que cayó del cielo, del dramaturgo Víctor Hugo Rascón Banda, en donde interpretó a una mujer rarámuri de la Sierra Tarahumara.

Con este personaje —cuenta— “me vi en la necesidad de olvidarme de toda mi mentalidad occidental. Fue un trabajo muy complejo que me retó muy profundamente y que me encantó hacer, del que además aprendí muchísimo”.

Entre los roles más recientes, ya en su trabajo con la Compañía Nacional de Teatro, está María Moliner de la puesta en escena El diccionario. Sobre ella la actriz admira su labor, todo lo que hizo, pero también lo que no le permitieron hacer.

“Guardo a María Moliner en un lugar muy especial de mi corazón, porque además me remite a mi padre, a la España de la Guerra Civil, que es también parte de mi historia”.

Para Luisa Huertas el teatro es un acto de generosidad y de entrega hacia quien se toma el tiempo de salir de su casa y acude a ver y escuchar una obra. La actriz y docente dice convencida que rechaza el ejercicio de la actuación como un ejercicio “hedonista, vanidoso y ególatra, creo que debe ser todo lo contrario, un acto de entrega y generosidad”.

El teatro que le interesa hacer es aquel que refleja la realidad del ser humano, en donde a partir del llanto, la risa, el enojo o la indignación se lleve al espectador a reflexionar sobre su realidad o sobre otras realidades. Para Huertas, saber que alguien se identificó o identificó circunstancias que ha conocido o de las que ha escuchado hablar, es una de las satisfacciones más importantes en su labor como actriz.

“Eso es lo que aporta la actuación: la capacidad de hacer que el público reflexione a través de muchas formas, porque el teatro no tiene límites, hay una enorme libertad de creación”.

"Lo maravilloso de la actuación es que con cada momento que el actor vive fuera del escenario, en la vida real, se llena de aprendizajes que luego te ayudan a construir personajes de carne y hueso”.

Diana Bracho, medalla 2020

Este año la medalla se entregará por partida doble. La actriz Diana Bracho también recibirá el reconocimiento por parte de la Cátedra Bergman, ya que en 2020 no se realizó la entrega de la medalla debido a la contingencia sanitaria. La ceremonia será transmitida en vivo a través de TV UNAM y el canal de YouTube de la Cátedra Bergman, a las 19:00 horas.

Para Bracho, la actuación le ha dado la oportunidad de vivir cada día con pasión, dice en entrevista. “La actuación me ha permitido penetrar en el mundo del ser humano de una manera muy específica, muy puntual y muy sensible. Me ha permitido entrar en el mundo de tantos que han sido mis personajes a los que les he prestado vida, sentimientos, piel, pasiones, odios, amores... Imagínate tocar tantos personajes y representarlos con fidelidad, con respeto, y sobre todo, con verdad”.

La construcción de los personajes es para Diana Bracho un proceso de generosidad en el que no deben existir los prejuicios.

“Siempre es un trabajo muy riesgoso porque de verdad te tienes que desposeer de ti mismo para ser fiel a otra persona a la que vas a representar. Ese proceso es muy bello, a veces es doloroso. Siempre he dicho ‘yo permito que los personajes me toquen, pero nunca que me dañen’. He hecho personajes tremendos pero nunca me han dañado, siempre me han exigido mucho, me han hecho sufrir, pero siempre he salido mucho más rica de esos procesos”.

Diana Bracho debutó en el cine en la película El castillo de la pureza, de Arturo Ripstein, y en el teatro, en la obra Israfel, dirigida por Héctor Azar.

La actuación, afirma Diana Bracho, también le ha permitido ser un mejor ser humano: “huir del ego, huir de las cosas fáciles, de los lugares comunes que nos acechan cuando somos actores. Ha sido toda una labor de crecimiento personal. Gracias a la actuación creo que soy un mejor ser humano y he llegado a comprender más a fondo a otros seres humanos porque he tenido que entenderlos, porque he tenido que dedicarme a la observación del ser humano para poderlo reproducir”.

Ser reconocida por la Cátedra Bergman es para actriz mexicana algo único y especial por ser un reconocimiento que se otorga a través de la UNAM, “que para mí es la institución educativa más importante de Latinoamérica”.

El haber sido presidenta de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de 2002 a 2006, y llevar a cabo un acuerdo de colaboración entre la UNAM y la academia, hace que la actriz se sienta muy ligada a la casa de estudios y “me da un sentimiento de pertenencia que es muy importante en la vida”.

A esta emoción se suma el que el reconocimiento lleve el nombre de Ingmar Bergam, uno de los cineastas más queridos y admirados por Diana Bracho.

“La Cátedra Bergman tiene para mí tantas cualidades. A lo largo de los años he trabajado muchos proyectos con la Cátedra Bergman y el hecho de que reconozcan mi trabajo en cine, teatro y también en televisión, porque la la televisión ha sido muy menospreciada, tal vez con razón en ciertos casos porque la calidad de la televisión no ha sido óptima, pero hay televisión muy interesante y entonces que también reconozca mi trabajo en televisión para mí ha sido muy importante”.

PCL

  • Patricia Curiel
  • patricia.curiel@milenio.com
  • Estudió Comunicación y Periodismo en la UNAM. Escribe sobre arquitectura social y el trabajo de las mujeres en el campo de las artes. Cofundadora de Data Crítica, organización de investigación periodística que produce historias potenciadas por análisis de datos.

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