Las cosas como fueron: gracias a la inventiva de José Luis Martínez S., a principios de los años 90 la sección de espectáculos del periódico El Nacional congregó a un equipo de colaboradores que hicieron de la crítica, la crónica, la reseña, la entrevista, el reportaje y el análisis del rock un asunto serio. (Algo similar se hizo con el jazz, el teatro, el cine, la radio, los videojuegos y hasta la pornografía). En adelante, otros periódicos comenzaron a prestarle mayor atención a un fenómeno que había sido tratado, la mayoría de las veces, como información de farándula.
Dos páginas del diario de tamaño tabloide se destinaban semanalmente a examinar el rock desde los representantes del subterráneo hasta las superestrellas. Músicos nacionales y extranjeros desfilaron por las páginas en las que escribían: Jaime Bravo, David Cortés, Leonardo García Tsao, Sergio Monsalvo C., José Xavier Návar, Óscar Sarquiz, Xavier Velasco, un servidor y otros colaboradores esporádicos.
En días pasados, el infatigable David Cortés, a quien el rock mexicano debe una de sus mentes más brillantes y críticas, fue internado en un hospital.
Después de días de incertidumbre, el lunes sus familiares informaron: “Nuestro querido David está fuera de peligro. Hoy (ayer) será trasladado de terapia intensiva a piso en la Clínica de Alta Especialidad del Issste en Tultitlán. Su malestar no tuvo relación con la cirugía reciente. Lo que padeció fue neumonía comunitaria, una variedad muy agresiva de esa enfermedad. A todos ustedes: gracias por sus palabras de ánimo, vibras y plegarias. Y ahora a desear que en breve pueda abandonar el hospital”.
Lo conocí desde El Nacional cuando él tenía 30 años y me llamó la atención su humor ácido y su mente siempre activa, con el radar enfocado en la música que muchos ignoraban. Baste decir que en cierta ocasión un periodista imberbe escribió una reseña sobre uno de sus libros sobre el movimiento conocido como rock en oposición. El desinformado periodista, a modo de alabanza, decía que el libro era muy bueno, pero que ojalá existieran las bandas que David desmenuzaba con su rigor característico.
No sé por qué, en estos días me vino a la mente la canción de Óscar Chávez “Mi honda es la de David” y con una sonrisa sarcástica, que él hubiera captado al vuelo, pensaba que, en mi caso, “mi onda es la de David”.
CODA
DESPEDIDA A CARLOS ALVARADO
Mientras escribo esto me entero de la muerte de Carlos Alvarado, pionero del rock progresivo a los 68 años. Integrante y fundador de grupos como Vía Láctea y Chaac Mool, también estuvo al frente de La Música de Erich Zaan y El Puente de Alvarado.