El "ejercicio de exterminio" que el dramaturgo Ángel Hernández presenció durante el tiempo que sirvió en una brigada de apoyo humanitario en la línea fronteriza entre Polonia y Ucrania dio pie a Wieczór, proyecto enfocado en una serie de correspondencias con legionarios mexicanos combatiendo en el país europeo que se materializará en una instalación escénica prevista para presentarse durante el festival Teatro para el fin del mundo, del que Hernández es fundador y gestor.
A continuación, el testimonio de lo que el artista vivió en la primera línea del conflicto, "que supera las expectativas de cualquier proyecto artístico que pueda basarse en él".
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El primer exilio
Hace cinco años llevé a cabo un programa de investigación en la zona de exclusión de Chernóbil, lo que abrió un amplio expediente sobre las formas de sobrevivencia adoptadas por familias que fueron exiliadas de la ciudad de Pripyat y que en su mayoría continuaron su vida en aldeas cercanas al reactor o fueron reubicadas en ciudades periféricas. A partir de este proyecto, se generó un interés particular no solo con la memoria del accidente nuclear, sino con las estructuras de resistencia generadas por el pueblo ucraniano frente a las condiciones de una catástrofe de esta naturaleza que, sin duda, marcó significativamente el resto de sus vidas.
Foto: Ángel Hernández
A principios de este año da inicio la guerra. Una circunstancia que abrió muchas preguntas e interés por continuar otra etapa del proyecto inicial, confrontándolo ahora con una realidad determinante crítica dentro de los conflictos bélicos de los últimos años en el mundo. La ocupación rusa a Ucrania representa, en todo sentido, un ejercicio de exterminio que sacude el imaginario de lo que en algún momento podríamos considerar que era posible lograr mediante el diálogo y el acuerdo entre naciones, pero además nos enfrenta con la realidad de una guerra que en pleno siglo XXI pone en riesgo la estabilidad mundial.
La encomienda
A partir de ello, quise sumarme como voluntario a una brigada de apoyo humanitario en la línea fronteriza entre Polonia y Ucrania. El propósito inicial era dar acompañamiento a comunidades ucranianas desplazadas por la guerra para la conformación de un archivo documental basado en testimonios, crónicas de viaje, recopilación de imágenes y objetos, bitácoras, diseño de cartografías y registro de trayectorias.
Informé de este propósito a algunos amigos activistas en México y me dieron la encomienda de hacer la entrega de una maleta que contenía medicamentos, herramientas y accesorios militares para un mexicano que había decidido sumarse a la legión extranjera y se mantenía en espera del contenido de este equipaje para ingresar a combatir por Ucrania.
Foto: Ángel Hernández
Al llegar al pueblo de Przemyśl me entrevisté con él, haciéndole entrega de la maleta y me sumé, al igual que algunos otros mexicanos, al voluntariado de un centro de refugiados instalado al interior de un centro comercial en abandono llamado Tesco, donde se instaló una unidad de acopio, un comedor comunitario, enfermería, ludoteca, asesorías legales, mesas con representantes de otros países que ofrecen refugio asistido y zonas de dormitorios para recibir hasta 300 personas por día.
La situación tanto en este como en otros centros de refugio temporal es bastante delicada. Durante las últimas semanas se ha intensificado la vigilancia por parte de corporativos privados y elementos del ejército polaco y ucraniano debido a amenazas de ataque y a numerosas redes de trata que operan en la zona, de la que son víctimas principalmente mujeres jóvenes, niños y niñas ucranianas. Esta situación, propiciada a partir de que la mayoría de los hombres se quedan en el frente de combate, ha complejizado los riesgos de que otras mafias, que anteriormente operaban en Europa del Este, puedan instalarse en la zona fronteriza e ingresar de infiltrados a centros de ayuda humanitaria, que como en el caso de Tesco, registran actualmente circunstancias de acoso y violaciones a mujeres recién llegadas al centro.
El centro funciona gracias al apoyo de voluntarios, Ongs, artistas y periodistas. Ahí tuve la oportunidad de entrevistarme con otros voluntarios, activistas y ucranianos en busca de refugio, para abrir un mapa relacional entre el conflicto, la crisis humanitaria consecuente al desplazamiento, las alternativas de soporte que puede tener por parte de la comunidad internacional, pero, sobre todo, la situación de mexicanos que se han sumado a las fuerzas de apoyo dentro del ejército ucraniano.
Foto: Ángel Hernández
Wieczór
A consecuencia de este último enfoque del conflicto es como nace Wieczór, una palabra que en polaco (inexistente en el idioma español) abre un espacio para hacer referencia a un momento que no corresponde ni a la noche ni al día. Metáfora que recupera la complejidad de una condición política y anímica frente a la condición de quienes deciden integrarse a las filas del ejército de un país extranjero.
Wieczór, se compondrá de una serie de correspondencias con legionarios mexicanos combatiendo en Ucrania en el contexto del desplazamiento forzado por la guerra y la ruina de las ciudades devastadas por los ataques rusos en ucrania para la composición de un texto dramático que se materializará en un proyecto de intervención e instalación escénica previsto para presentarse durante el festival Teatro para el fin del mundo en conmemoración de sus 10 años de actividades.
Wieczór es uno de los proyectos en donde me he arriesgado más tratando de cumplir con una investigación. Acudir a una zona de conflicto armado donde las consideraciones tanto para periodistas, paramédicos, rescatistas y voluntarios prácticamente no existen, los niveles de riesgo incrementan y ocasionan en consecuencia que las estrategias de sobrevivencia también resulten fundamentales. Por ejemplo, junto a algunos compañeros de turno fue necesario el uso de aplicaciones de mensajería segura, el resguardo en habitaciones subterráneas y el uso de chaleco antibalas.
Sin embargo, las alternativas de sobrevivencia para nosotros no se comparan en ningún sentido a las que padecen cientos de familias que aún se encuentran en la necesidad de huir o volver a sus ciudades de origen. Una circunstancia que, frente a las decisiones del ejército invasor, va cerrando rutas de acceso, volviendo más erráticos los itinerarios y desde luego, sacudiendo los imaginarios de un conflicto que supera las expectativas de cualquier proyecto artístico que pueda basarse en él.
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