Henry Price es un pintor inglés al servicio de la Comisión Corográfica. Él recorre Colombia en 1850 en búsqueda de un extraño artista local, sin embargo la aventura se irá transformando en una crónica de viaje con espíritu de western. En entrevista con MILENIO, el escritor Juan Cárdenas (Colombia, 1978) abre el mapa de Peregrino transparente (Editorial Periférica), un rompecabezas literario que va del pasado al presente en un viaje fantástico que reta al lector.
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¿Crees que es una novela compleja y desconcertante?
Las novelas son una forma rara y algunos estamos tratando de llevarla más allá de lo que se acostumbra. Entonces, quizá tu sensación de extrañeza, me produce mucha satisfacción porque es precisamente lo que yo estaba tratando de hacer.
¿Qué quisiste hacer?
Traer cosas provenientes de distintos lugares, formas narrativas provenientes de distintos ámbitos y ponerlas a jugar juntas. En la novela hay muchísimas historias y de distintos tipos. Hay registros muy diferentes, puede ser muy ensayístico pero bailando al mismo tiempo con una novela de aventuras muy clásica. Estaba pensando directamente en Stevenson con La isla del tesoro, o Jack London, pero también hay un registro fantástico operando y luego llega la parte donde el lenguaje parece que empieza a trastabillar. Hay muchísimas cosas sucediendo al mismo tiempo y yo quería que el libro tuviera esa parte muy primitiva de contar historias.
Dices que odias las novelas históricas, pero en esta no puedes evitar la historia.
Odio cómo funciona. Odio el pacto de lectura que las novelas históricas plantean, por eso lo irrespeto. Está basado en una idea de verosimilitud que no me interesa.
¿Entonces qué es lo que te importa?
Yo advierto que hay un juego de fantasía, de invención, y eso es lo que yo creo que diferencia totalmente el libro. Pero a la vez, por supuesto, hay detrás una investigación larga y rica de todo eso que sucedió en el siglo XIX. Las cosas que cuento son estrictamente históricas, todo lo que yo cuento allí es sobre la Comisión Coreográfica o los distintos personajes que estaban en ella.
¿Por qué fuiste al pasado?
Porque vivimos en un mundo en el que más o menos somos bastante conscientes de los traumas y del horror en que el colonialismo y el capitalismo (en sus formas de los últimos 200 años) nos han metido, pero no creo que haya un propósito de denuncia. Uno cree que se puede adivinar solamente el futuro pero me parece que es más difícil adivinar el pasado. Este se queda hundido y debajo de un montón de sedimentos, de olvidos, y es mucho más difícil adivinarlo en el sentido de que se nos haga inteligible desde la manera en la que entendemos el presente.
¿Hay una relación entre la historia y el arte en tu novela?
Hay una relación con la tradición pictórica y siempre me han interesado los vínculos entre las artes plásticas y la literatura, y por supuesto también la ciencia. Por eso me metí a explorar, desde una perspectiva contemporánea y muy crítica, el género del paisaje, qué significa en la tradición latinoamericana. Y trato, en términos formales, de comentar algo sobre esa tradición, pero para poder hacerlo tenía que meterme en el interior de la máquina del paisaje y por eso aparecen todas esas descripciones, esos paños púrpura, esos pequeños pasajes muy pictóricos de los lugares.
¿Qué función tienen los seres fantásticos en la novela?
Hay un género que se cuela en todas mis novelas que es el terror y es un género que te sirve para pensar los traumas colectivos. Cuando uno se inventa un monstruo es el resultado de una pesadilla traumática, de una manera de figurar o de convertir en imagen algo que es prácticamente inenarrable, los traumas y los traumas históricos ligados a cuestiones raciales de clase, explotación, y las sociedades americanas son sociedades del trauma precisamente por un proceso histórico horroroso que hemos tenido que vivir y por eso aparecen esos monstruos, toda esa dimensión de terror.
Hay una especie de perversidad sexual, ¿por qué?
No tengo mucho más que comentar sobre ese tema aparte de lo que sale en el libro. Yo prefiero que los lectores descubran eso y se enfrenten cuerpo a cuerpo con esas partes.
¿Los escritores colombianos están rompiendo con el realismo mágico y la narconovela?
Creo que hace mucho tiempo que eso se está resquebrajando. A mí me interesa mucho ver cómo ahora la gente más joven en Colombia está escribiendo cosas que no tienen nada que ver con esas tendencias que se pusieron muy de moda, sobre todo en los años 90. Hace mucho tiempo que la literatura colombiana rompió con eso y se están explorando otras cosas.
¿Te sientes un precursor de algún movimiento?
No me siento… No sé, es difícil de decirlo y tampoco creo que me corresponda a mí ponerme en ese lugar (risas). Me veo como alguien que revisita la tradición desde ángulos diferentes y sobre todo vinculo tradiciones, cosas que normalmente no se piensan juntas me gusta pensarlas en una especie de sintonía. Tengo un vínculo con la literatura centroeuropea fantástica, aparte de la literatura latinoamericana. Estoy pensando en Bruno Schulz o Gombrowicz. Tengo una tendencia a vincular lo que aparece separado en las distintas tradiciones. La literatura fantástica es mi motor, aunque mi literatura, por supuesto, tiene una parte que dialoga con el realismo y ahí adentro se vinculan muchas tradiciones.
BSMM