Escuelas históricas, patrimonio edificado que demanda atención del INAH

Este legado edificado, hoy pide a gritos la atención del gobierno federal

Escuelas antiguas de Tampico. MANUEL ALTAMIRANO | Foto: Yazmín Sánchez
Cristina Gómez
Tampico /

Casi dos siglos han pasado desde que se fundó Tampico y a lo largo del tiempo ha caminado acompañado de escuelas que han hecho historia y dejado huella entre sus habitantes.

La ciudad destaca por planteles educativos que fueron fundamentales para su progreso y desarrollo y hoy son parte del patrimonio histórico de la nación.

Sin embargo, este legado edificado, hoy pide a gritos la atención del gobierno federal, porque después de quince meses cerradas por la pandemia, las escuelas requieren apoyo urgente para su mantenimiento estructural.

Y es que el ser parte del patrimonio histórico del INAH es motivo de orgullo, pero también un obstáculo, porque no se puede hacer ninguna mejora si el instituto no lo autoriza, pero tampoco acerca recursos para facilitar su rehabilitación.

Las escuelas más antiguas de la ciudad son la José María Gajá, Gabino Barreda, Juana de Asbaje y Manuel Altamirano, entre otras que han formado a muchas generaciones de tampiqueños que hoy las recuerdan con cariño y nostalgia al haber sido su segunda casa durante su niñez.

Las tres últimas están catalogadas como patrimonio del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y hoy más que nunca necesitan ayuda para su conservación, pues se perfila para agosto el regreso presencial a las clases.

El director interino de la primaria Juana de Asbaje, menciona que requieren apoyo para reparar una grieta de la cornisa que da hacia la calle Obregón, a fin de prevenir riesgos a los transeúntes.

“Se necesita mucho recurso económico para dar mantenimiento general, tenemos una grieta en la cornisa y aparte las ventanas y puertas están deterioradas, pero no le podemos hacer gran cosa, va a cumplir cien años y su estructura es la misma”.

José Guadalupe Pulido González explica que el problema de la grieta tiene aproximadamente diez años, después de que se desprendieron fragmentos de la parte superior.

Desde la Ciudad de México les han llegado oficios para recordarles que al ser un edifico histórico no se le pueden hacer grandes modificaciones. “Pero tampoco nos mandan recursos ni vienen a revisar”, expone el profesor, quien lleva 24 años trabajando en el lugar, cuyo mobiliario además, es de la época en que fue abrió sus puertas la escuela hace 96 años.

Este plantel ubicado en la zona centro de la ciudad llegó a tener más de 400 alumnos y hoy solo cuenta con 154 debido a la migración de las familias hacia el norte de Tampico y a los problemas de inseguridad que en su momento padecieron, pues en 2010 fue baleada la delegación de policía ubicada a un costado.

La escuela Ignacio Manuel Altamirano también demanda apoyo, pues de acuerdo con información del Registro Estatal de Edificios, Monumentos Conmemorativos, Infraestructura y Murales de Valor Histórico, Artístico y Cultural, “el segundo nivel está muy deteriorado, se trasmina el agua en paredes y techos”.

Semillero de ciudadanos que hoy forman sólidos cimientos de nuestra sociedad, los centros escolares enfrentan el reto de una inminente reactivación presencial con muchas necesidades en su infraestructura, aunado a las medidas que deberán implementar en materia sanitaria.

Para el presidente del Colegio de Ingenieros Civiles de Tamaulipas, Alfredo Trejos de la Peña, es importante voltear a ver la infraestructura escolar, pues el tiempo que ha permanecido cerrada por la pandemia incide en un mayor deterioro de las instalaciones.

“Vivimos en una zona con mucha humedad, lo que provoca un mayor daño a la estructura de las escuelas y las filtraciones por las lluvias van dañando techos y paredes constantemente”.

Desde su punto de vista es necesario hacer revisiones y peritajes, y buscar la forma de que los diferentes niveles de gobierno se involucren en buscar soluciones, principalmente en escuelas que forman parte del patrimonio edificado.

EDUCACIÓN, PARTE FUNDAMENTAL DEL DESARROLLO DE TAMPICO

La educación ha sido parte toral de esta capital de las huastecas desde sus inicios, afirma el director del Seminario de la Cultura, José Antonio Cruz Álvarez.

Refiere que la historia de las escuelas en Tampico prácticamente nace días después de su fundación el 12 de abril de 1823, cuando el primer educador del puerto, José María Gajá, comenzó su labor de enseñanza en las calles Altamira y Cuartel.

En ese lugar se crearía la primera escuela de varones y años después se contó con una institución educativa exclusiva para niñas ubicada en calle Artesanos esquina con Jazmines, hoy Álvaro Obregón.

Dicho instituto situado frente a lo que antes era la plaza de los Arrieros y actualmente es el parque Méndez, mantiene intacta su estructura y su mobiliario al paso del tiempo.

Cruz Álvarez comenta que desde sus primeros años, la población de Tampico creció de manera exponencial, debido al interés del naciente puerto y las familias que llegaban de diferentes partes del estado, de la huasteca y de otros rumbos.

“Fue así como inició sus labores educativas una primera escuela de Párvulos particular en 1828; su primer maestro don Bernardo Pérez impartía el alfabeto, la lectura, la escritura, cálculo y la doctrina cristiana”. Se cree que se encontraba en alguna casa de los comerciantes de la época.

LAS ESCUELAS MAS ANTIGUAS

Escuela José María Gajá

Don José María Gajá, sin pedir ayuda de nadie ni hacer aspavientos, creó en su propia casa ubicada en la actual calle Colón, la primera escuela que existió en Tampico.

No solo brindó sus enseñanzas de manera gratuita, sino que además proporcionaba útiles escolares y visitaba en sus casas a aquellos alumnos que dejaban de ir a la escuela, y hasta compartía sus alimentos con aquellos niños que llegaban en ayunas.

Así lo relata el profesor Álvaro Pérez, en un testimonio documental que preserva el Archivo Histórico de Tampico. Narra que la obra de este personaje llamó la atención de las autoridades municipales, quienes deciden respaldar su esfuerzo e iniciativa y se funda entonces en 1830 la Escuela Número Uno de Varones, que ya para entonces contaba con regular número de alumnos.

Con la aportación de este hombre de origen español y quien fue de los primeros pobladores del puerto, se logran notables avances en el sistema de enseñanza y se sientan las bases para que los niños terminaran la instrucción elemental.

Con su contribución se notó el progreso en la enseñanza y se despertó el interés de la población para ampliarla a niveles superiores.

Años después, en 1917, la escuela de niños se trasladó al local de la Gabino Barreda, recién fundada, y la Gajá se convirtió desde entonces en plantel para niñas, recibiendo a alumnas de la Belisario Domínguez, cuyo local en Díaz Mirón y Aduana, fue destinado a otro uso.

El inmueble de la escuela Gajá fue reconstruido por el Ayuntamiento de Tampico presidido por Jesús Quintana en el año de 1942.

Escuela Gabino Barreda

El destino original de este inmueble, construido entre 1913 y 1914, era para ser dedicado a la enseñanza. Sin embargo y de acuerdo con información recogida por el INAH en 1984, tan pronto fue concluido se ocupó por un breve tiempo por el ejército federal, en virtud de la situación revolucionaria que envolvía al país.

Más tarde llegó a fungir como oficinas provisionales del gobierno del estado y hasta sirvió como hospital. Se localiza a una cuadra de la plaza de Armas en la esquina de 20 de noviembre y Carranza.

En el pasado fue una plaza de toros y un cine. Ya edificado el inmueble, al levantarse en armas el General César López de Lara, es ocupado por el gobierno del estado en enero de 1924, siendo gobernador Candelario Garza y ahí sesionó la Legislatura de Tamaulipas.

Conserva su planta arquitectónica original. En sus paredes se formaron personajes como el actor Mauricio Garcés, el ex gobernador Manuel Ravizé y el ex alcalde Joaquín Contreras Cantú.

Escuela Ignacio Manuel Altamirano

Inmueble de imponente elegancia arquitectónica, muy propio de un estilo en boga en su tiempo. Se localiza en la esquina de Alarcón y Tamaulipas y fue construida por la Junta Federal de Mejoras en 1929, sin embargo, desde 1905 el plantel comenzó a funcionar como tal en un edificio de madera en el mismo lugar, siendo primero de varones para posteriormente pasar a la modalidad mixta.

Debido a que se derrumbó, fue necesario construir un edificio, el cual es de estilo neoclásico y es junto con la escuela Juana de Asbaje y Gabino Barreda los ejemplos más claros de la importancia que se le dio en esa época a la infraestructura educativa de la ciudad.

Su constructor fue el arquitecto Esteban Colmenares, autor de otros destacados edificios de la ciudad, como el Gremio Unido de Alijadores y la escuela Juana de Asbaje.

El plantel fue realizado con el ingreso que reportó el cobro del 2% de los impuestos a las transacciones mercantiles de importación y exportación aplicados a fines de los años veinte a través del puerto, según un derecho al que pudieron acceder las ciudades del país donde se localizaba alguna aduana federal.

Escuela Juana de Asbaje

Fue construida por la Junta Federal de Mejoras Materiales en 1926. Este edificio es un ejemplo relevante de los testimonios arquitectónicos de orden público existentes en el centro histórico de Tampico, construido durante la época de auge comercial y petrolero del puerto.

Ahí funcionó también la Escuela Secundaria General para Trabajadores Número 2, “Hilario Castillo Martínez”, en 1935, durante el periodo del presidente Lázaro Cárdenas del Río.

Lo anterior, como una necesidad educativa de la clase obrera, lo que les permitió superarse. Originalmente llevaba el nombre de Escuela Secundaria Proletaria y posteriormente Escuela Secundaria Federal número XII.

En un recorrido por el lugar, se pudo apreciar que en la escuela Juana de Asbaje aún se conserva gran parte del mobiliario que utilizó dicho plantel para trabajadores e incluso su laboratorio está intacto.

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