A pesar de que en el Valle de Toluca diversas comunidades han centrado sus celebraciones del Día de la Virgen de Guadalupe en “apariciones” que han sido entendidas como una muestra de fe y amor, éstas no han sido reconocidas del todo por autoridades de la ahora Arquidiócesis de Toluca, ya que asegura que se tiene que seguir todo un proceso ante las autoridades de la Iglesia Católica, cumpliendo con ciertas características y recomendaciones.
La propia Arquidiócesis Primada de México ha reconocido que cada año en el país, se presentan unos 350 casos de milagros y apariciones; sin embargo, el Vaticano únicamente ha reconocido la aparición de la Virgen de Guadalupe.
De acuerdo con la Arquidiócesis, se han reportado apariciones en distintos estados en piedras, tinacos, tortillas, cristales, árboles y hasta en un microondas; sin embargo, deben tomarse con mucha precaución, pues en muchos casos no se descarta que sean utilizados con otros fines.
Para el caso del Valle de Toluca las más famosas, y no por ello reconocidas por la Iglesia Católica, son las presentadas en un árbol, sobre la carretera Toluca-Metepec, así como la del propio templo de la comunidad de Guadalupe Yancuictlalpan, mejor conocida como “Gualupita”, donde afirman que en el piso se apareció la figura de una Virgen.
A pesar de que las imágenes no son reconocidas por la Santa Sede, son visitadas y en muchos casos son contempladas como una prueba de fe o un mensaje de unidad para las familias. En general y en especial las Marianas no cuentan con definiciones específicas en el Código de Derecho Canónico, en las que se señala todo un protocolo que se debe seguir.
- En el caso de la Arquidiócesis de Toluca, el mensaje es claro, sólo serán reconocidas las avaladas por el Vaticano, pues es el órgano máximo de la Iglesia Católica.
Ante la fe y la necesidad de encontrar un apoyo espiritual, ante este tiempo tan complicado, la Iglesia hizo un llamado para que las familias se acerquen a las parroquias y las rectorías, que están haciendo todo lo indispensable para construir un puente a través de las redes sociales.
Reiteran el llamado a no salir
El arzobispo de Toluca, Francisco Javier Chavolla Ramos, hizo un llamado para evitar acudir a grandes reuniones, realizar peregrinaciones y otros actos masivos, en celebración a la Virgen de Guadalupe.
La Virgen y Cuautitlán
La quinta aparición ocurrió en el barrio de Tlayacac, municipio de Cuautitlán, donde devolvió la salud a Juan Bernardino, tío de Juan Diego Cuauhtlatoatzin, quien se encontraba enfermó del cocoliztli (viruela), enfermedad que trajeron los españoles y que mató a mucha gente, narró Marco Antonio Rodríguez Barrera, párroco y rector del Santuario de la Virgen de Guadalupe.
“Es un pueblo muy antiguo, el Nican Mopohua (relato en náhuatl sobre las apariciones de la Virgen de Guadalupe) dice que Juan Diego era un indio natural de Cuautitlán, ese es el dato que nos da, y al final dice que Fray Juan de Zumárraga lo mandó a su pueblo donde encontró a su tío saludable y él le dijo que la Virgen lo visitó y le regresó la salud”.
También hay información de jurídicas guadalupanas de 1666, donde el sacerdote Francisco de Siles que fue enviado por la Santa Sede, además de solicitar que la Virgen tuviera su misa propia, se trasladó al convento de San Buenaventura, hoy catedral de Cuautitlán, junto con su cabildo y mandó llamar a los más ancianos, a los más venerables de Cuautitlán y ellos confirmaron que al momento de las apariciones guadalupanas, tanto Juan Diego como su tío Juan Bernardino vivían en Tlayacac, Cuautitlán.
“La tradición tanto oral como escrita, además de las excavaciones y exploraciones hechas en 1963 por el padre Lauro López Beltrán, quien fue un gran historiador que se vino a vivir a Cuautitlán para hacer investigación junto con Alberto Fragoso Castañares, prueban que donde está el Santuario fue la casa de Juan Diego Cuauhtlatoatzin”.
El padre Lauro López Beltrán, dijo, nació en Santiago Malinaltenango el 18 de agosto de 1904 y fue un incesante apostolado en favor de la “morenita”.
Señaló que el sacerdote, quien en 1921 fue a la Basílica del Tepeyac en una peregrinación para desagraviar a la Virgen por un atentado, cuando un sujeto llamado Luciano Pérez Carpio, puso una bomba a los pies de la sagrada imagen, pero no explotó, estudio el sacerdocio en Granada, España, debido a los conflictos religiosos en el país de esa época.
“Fiel a su vocación el padre Lauro publicó decenas de libros y folletos, colaboró en cerca de un centenar de periódicos y revistas, participó en varios congresos y fundó, en 1939, la revista Juan Diego, cuyo título es ya todo un símbolo”.
Durante siglos, resaltó, Juan Diego, el vidente de las apariciones, había sido el gran olvidado, razón por la que en un acto de justicia el padre Lauro se dedicó a promover que fuese llevado a los altares.
KVS