Alcancías de yeso, un legado en la familia Almeraya

Historia de vida

Beatriz Almeraya se dedica a este oficio desde hace 40 años, el cual aprendió de su padre, y gracias a su trabajo ha ganado varios reconocimientos.

Son un trabajo único e irrepetible porque cada una se realiza a mano.
Alejandra Gudiño
Valle de México /

Beatriz Almeraya Maldonado es artesana desde los ocho años quien, junto a su familia -excepto una de sus hermanas-, se dedica a la elaboración de alcancías de yeso como los tradicionales puerquitos o las creaciones originales de perritos de diferentes razas, que hoy cuentan con un toque especial de terciopelo para hacerlos más reales y atractivos.

Estas piezas, dijo, son un trabajo único e irrepetible, porque cada una se realiza a mano, ya que Enrique Almeraya -su hermano- las va tallando y les da forma con su cuchillo, posteriormente las piezas pasan a la parte creativa para ser decoradas de tal forma que hasta las expresiones de sus miradas las pueden observar los compradores.

“Y así son todas nuestras piezas, desde un puerquito, un caballo, un león, un leopardo, un tigre, una pantera, puma, jaguar, un toro, un loro, una guacamaya o un elefante, entre otras, muestran el trabajo que realizamos, por el tiempo que hay que dedicarle”, afirma Beatriz, la propietaria de artesanías Azcaxuch, que fue el nombre de una princesa, hija del rey poeta Nezahualcóyotl.

Actualmente trabaja en la creación de un rinoceronte -que es un animal en peligro de extinción-, así como en una colección de dinosaurios inéditos y en unos mamuts, “porque quiero que los niños conozcan a estas especies”.

Artesanías.

Autosuficiencia económica

Beatriz se apasiona cuando habla de su trabajo, el cual dice con mucho orgullo la hizo ser una mujer autosuficiente para mantenerse y mantener a sus tres hijas, tras separarse de su esposo.


Cómo empezó la historia

Resaltó que se dedica a este oficio desde hace 40 años, por iniciativa de su padre Don Timoteo Almeraya Maldonado, quien siendo un labriego en las tierras del poblado de Jolalpan, tuvo que buscar otra opción ante la crisis que en aquel tiempo se vivió en el campo, “abandonó su yunta de toros porque no le alcanzaba para darle de comer a mi mamá y a los cuatro hijos que éramos.

Se fue a la Ciudad de México y conoció a Don José Teytud Vargas quien le enseñó la artesanía en yeso, fue así como mi padre aprendió a decorar jarrones y floreros, pero nos extrañaba, así que regresó a Tepetlaoxtoc con sus moldes en las manos y cargado de ilusiones, y nos enseñó a mis hermanos y a mí a trabajarlo”.

De San Judas Jolalpan la familia se mudó a San Pablo Jolalpan y ya bajo su techo propio instalaron su taller de figuras de yeso; alcancías que en un principio fueron intercambiadas por otros productos, “venían de otras comunidades comerciantes, campesinos, y hacíamos trueque”.

Producción y reconocimiento

Beti Almeraya, como la llaman de cariño, ha recibido reconocimientos y premios por sus creaciones, quien en una semana puede elaborar con dos de sus ayudantes hasta 500 piezas, aunque advirtió que hoy la demanda desde que se comercializa en redes sociales es más alta, “pero ya les dije a mis clientes que no podemos aumentar el número, no se trata de estampas, cualquier artesanía lleva su tiempo y un proceso, deben detallarse y reposar”.

Cuánto miden las alcancías y qué costo tienen

  • Los tamaños varían desde 10 a 15 centímetros; las chicas de 20; las medianas de 45; las grandes que alcanzan los 60 centímetros, y las gigantes que miden un metro de alto. Mientras los precios van desde los 12 pesos hasta 130.


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