Estos son los 10 mejores libros de la literatura regia del 2023

Narrativas sobre música y la radio, entre poesía, cuento y novela, fueron algunas de las propuestas literarias de los autores locales en el año que recién terminó.

La Feria del Libro representó el mejor escaparate para algunos de los autores que integran esta lista. Raúl Palacios
Israel Morales
Monterrey, Nuevo León /

Así iniciamos el conteo de los mejores libros de autores locales del 2023. El lugar 10 es para Carlos Calles con su obra Galileo-kun. Señales de los últimos días (Edebé), ubicada en un probable Monterrey del año 2033, donde se puede creer en el cambio climático o negarlo, situación en la que el protagonista se lanza con todo a cuidar el medio ambiente, pero su vida corre peligro. El mensaje es claro en esta novela juvenil: cuidar los recursos de este mundo.

El sitio nueve se lo lleva Margarito Cuéllar con Un pálido reflejo en la ecuación del agua (UANL), poesía que exorciza lo Terrible, y a quien se le dirige en la disrupción de lo que se multiplica: la vida, los aromas, el escriba incansable que evade la rutina, y juega con las letras, que sabe de ritmos y que estalla al primer holograma. En la palidez está el tono de la geometría y la palabra que nunca implora clemencia.

El lugar ocho se lo lleva “Si por cómo me visto y hablo fameños me dicen El Brujo, yo por esos decires ni pujo pues en realidad soy El Diablo” (Poetazos), de Julio César Méndez, quien para no hacérselas tan cansada le pega al Newton en “Surge científico santacatarinense” o al filósofo en “Nalgas por repollos”. Y desde luego es Méndez el auténtico exponente del cuento santacatarinense.

El siete es para Un árbol pasa y duele como una estación vacía (Funámbulo), de Dina Tunesi, en que la palabra se tiñe de colores y se retocan desde la profundidad, desde el origen; así emerge el azul, pero también hay más espacio en el lienzo: “la distancia tiene tintes mágicos”, por eso hay que subir al tren y ver cómo “las vías desaparecen con el paisaje”. Así el arte se fusiona con la poesía y alcanza los tonos adecuados.

“Prensafans” (Oficio), de Gerson Gómez, se alza con el lugar 6. El autor acude al sitio preciso de la efervescencia: las tocadas, los shows, los festivales, así se desenvuelven los prensafans por la urbe regiomontana: “celebridades, influencers, nuevos reporteros”. Acude a los “plasmódicos rotinglosos, derrubios indehiscentes, pometos, los conciertos de rock”, y dictamina si valió la pena el boleto... o el cristalazo.

El cinco es para 100 años de la radio. La historia contada por los protagonistas de Nuevo León (UANL), a cargo de Alejandro González, Jahaziel Becerra, Ángel Lapuente y Antonio Guerrero Hilton, quien también da su testimonio. Están presentes las voces que han ocupado un sitio importante en el desarrollo, auge y cómo se han enfrentado a los nuevos retos. Es esta obra además la última en que apareció el Arquitecto Héctor Benavides, en la que narra su historia en la locución y los noticieros.

El sitio cuatro es para Mi madre es una flama en la ribera (Poetazos), de Jeannette L. Clariond, en que evoca desde distintos ángulos poéticos y pasajes la figura materna. Con prólogo del poeta Gonzalo Rojas, es una obra de “regiones”, “sílabas”, “sombras”, que transcurren hasta encontrarse con la “dicha”, la “llaga”, la “bruma”, en la “tierra devota”, “tierra de todos”; “la melancolía es desti no”, en un trazo de profunda evocación.

El lugar tres es para Aparecida/ Los vínculos más íntimos (UANL), de Minerva Margarita Villarreal (1957-2019). El primero es un poema extenso que explora distintos conceptos y en el que se conforma un edificante zigzag de alusiones poéticas, en que se deja todo a la palabra, que “vuelve a los fantasmas reales”.

El segundo es un vuelco de lo circundante, marea de lo absoluto, en la que caben personajes, lugares, remembranzas, la poesía misma.

El lugar dos es para El mar ya casi termina (El Naranjo), de Antonio Ramos Revillas e ilustraciones de Jimena Estíbaliz. Basado en la vida de Antonio Argüelles, quien un suceso lo marcó al ver en las únicas Olimpiadas que se han celebrado en México al Tibio Muñoz. El sueño de Toño de lanzarse al mar es parecido a la vida, se va rápido y hay que resistir. En las aguas azules están las respuestas, con una narrativa apasionante de por medio.

El lugar uno es para La Soledad en tres actos (Alfaguara), de Gisela Leal, ubicada en un futuro en que la humanidad explora el fin tan necesario, que acaba por absorber las grandes problemáticas: ecocido, pandemias, contaminación; en ese contexto crece Antonia, quien es parte de un drama familiar en que el poder los mueve a su antojo.

Ella sabe que se puede iluminar esta oscuridad llana, pero además deja que la escritura, el arte y el sentido común confronten ese futuro que la alcanzó al igual que a muchos, con todo e inteligencia artificial incluida, así que panorama más nebuloso no podría tener. Novela de largo aliento e inquietante.


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