“Estudia aunque sea paraque seas contador” me pidió mi papá

Entrevista

Su maestra en Paris,Nadia Boulanger, considerada “la mejor y más influyente maestra, desde Sócrates” quien también dio clases a Igor Stravinsky, no le cobró nunca las clases.

Fernando Lozano, director de la Filarmónica 5 de Mayo (Andrés Lobato)
Moisés Ramos Rodríguez
Puebla /

Cuando empecé a estudiar música mi papá me dijo, “Estudia aunque sea para que seas contador”. Después me inscribió a la Escuela Libre de Derecho, a la cual nunca asistí. Cuando mi papá me vio dirigir por primera vez, me consiguió una beca chiquita. 

Confiesa a MILENIO Fernando Lozano, entrevistado en su oficina, durante un descanso de la Filarmónica 5 de Mayo, que desde hace más de cinco años dirige. 

Revela que, en su casa, en Puebla tiene dos armónicas y cuatro en su hogar de la Ciudad de México. Devela que, tocarlas lo llena de un sentimiento de bonhomía que le gusta compartir. Es el único acto musical que realiza en privado. 

“Mis padres tocaban la guitarra y cantaban, música popular mexicana. Ahora, yo me considero un director de ópera. La ópera es lo que más me satisface”. 

“Ahorita mi compositor favorito es Stravinsky, el que estoy dirigiendo. Mañana será Mozart. Después Enríquez. Después Márquez”. 

Pero también toca con la orquesta Jiménez Mabarak, que no muchos tocan, y a otros ahora fallecidos “porque es a la música mexicana a la que necesitamos apoyar, promover, fortalecer, pues eso estimula a los compositores”. 

En el tiempo que tiene como director de la Filarmónica, ha grabado diez discos, todo con música de nuestros compositores, con músicos de nuestro país y de Puebla, como Enivia Muré “una súper soprano”. 

Su divisa es muy clara y la mantiene escrita afuera de su oficina: “Orden, disciplina, respeto y trabajo en equipo”. 

Además, la puntualidad la adquirió en Europa; ya la tenía y allá aprendió a valorarla completamente. 

En un muro tiene una bolsa de algodón que en inglés dice: “Sobreviví a dirigir la Sinfónica de Viena”, que músicos vieneses le trajeron de regalo. Ahora piensa que es buena idea mandar a hacer una que diga: “Sobreviví a dirigir la Filarmónica 5 de Mayo”. Y ríe. 

De Manuel Enríquez, su gran amigo, asegura que tiene un “lenguaje musical sensacional” y de Arturo Márquez, famoso por el “Danzón número 2” es la más reciente grabación de la orquesta, pero con música poco tocada de él: “Las cuatro estaciones” (de ferrocarril: Puebla, Aguascalientes, San Luis Potosí y Veracruz); “Leyenda de ‘miliano’”, un homenaje a Emilio Zapata. 

Recipiendario de la copia de la Cédula Real que le dio nombre a la antigua Ciudad de los Ángeles, Lozano afirma que el reconocimiento le conmueve, pero aclara que nunca ha hecho las cosas para que le den reconocimientos “las hago porque creo que eso es hacer bien, ante el problema gravísimo que tenemos de la delincuencia. Es algo que no vamos a resolver con balas. Forzosamente el Ejército y la policía nos tienen que defender, pero las balas no lo solucionarán, sino la educación y el arte, la música”. 

Para el director, los delincuentes “no nacen, se hacen, por el trato indigno que les da la sociedad, sin escuela, con un papá que no está o se fue de bracero; crecen con ese maltrato, haciendo maromas en las esquinas o vendiendo paletas... para convertirse después en delincuentes. Las balas no lo van a cambiar, la música si”. 

“Yo me dedico a la música llamada clásica, de concierto, que tiene una calidad y un impacto, pero la música popular también sirve para esa transformación”. 

Llenador de estadios 

Lozano nació el 2 de abril de 1940: tiene la edad de los roqueros que llenan estadios, o el Palacio de los Deportes de la Ciudad de México, donde presentó una orquesta de dos mil músicos: “Esos no van a ser delincuentes, ya se sensibilizaron, se desarrollaron en un ambiente de orden, disciplina, respeto y de trabajo en equipo, reglas que sirven para cualquier cosa, lo cual debe prevalecer en todos los grupos, así empezará a cambiar la sociedad”. 

Le encanta llevar la filarmónica a la escuela, porque después ve a los niños de esas escuelas en los conciertos en el Auditorio de la Reforma. “Es una labor muy bonita que no nos pesa, que hacemos hasta sábados y domingos”. 

Comenzó en la música tocando una armónica de llavero. Hoy, tocar la armónica le da una sensación de bonhomía, de amabilidad, la cual “quiero compartirla con otros”. 

Nunca ha tocado la armónica en público, menos aún con una orquesta, en parte por las limitaciones del instrumento, que es de una sola tonalidad, excepto las de pistón. 

Desde Francia 

Lozano estudió un año en Francia con una minibeca que le consiguió un amigo de su papá y con lo que obtuvo de vender su coche y su piano Stanway. Después obtuvo una beca francesa por tres años. 

Su más entrañable recuerdo de París se lo dejó la maestra Nadia Boulanger, considerada “la mejor y más influyente maestra, desde Sócrates” quien también dio clases a Igor Stravinsky. La directora no le cobró nunca las clases. 

Él tenía 25 años y ella 80. Y le enseñó, durante cuatro años, además de dirección de orquesta, de forma privada y comunitaria, el valor de la puntualidad, de la cual se confiesa “fanático”. 

El haber estudiado con la maestra “me abrió muchas puertas. Me considero muy afortunado”. 

“Me gustaría que me recordarán por adónde llevé la música: a los niños, a los adolescentes, a los adultos, a los viejitos, a los presos (hemos hecho muchos conciertos en la cárcel); a los religiosos, pues hemos tocado mucho en los templos; a las comunidades indígenas, y en las escuelas”.



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