Detrás de Ciro Murayama, exconsejero del INE, se “ocultaba” un novelista divertido e irreverente que tras terminar su ciclo como funcionario decidió salir a luz con Infamia (Planeta). El libro es retrato de una generación post 1968 en una historia sobre dos amigos que se desencantan de la izquierda mexicana.
En entrevista con MILENIO, el autor habla sobre la historia de Gallo y Diablo, los protagonistas en los que se refleja una época de México.
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—¿Por qué diste el paso de consejero a novelista?
Lo que yo hice fue un ejercicio distinto a lo que venía haciendo en mi vida profesional. Esta novela la escribí cuando era consejero del INE, durante la pandemia, eran horas de encierro; me escapé durante las madrugadas del encierro a escribir la novela en un ejercicio totalmente distinto, con imaginación y libertad.
—¿La novela nace a partir de tus recuerdos?
Sí y también de lo que vivieron mis amigos, hay algunos viajes de iniciación a Cuba o Nicaragua. Algunos los hice yo, y los personajes están inspirados por esa época y nutridos de muchas anécdotas. Ellos encarnan aquellos sueños, esas batallas de militancias políticas, pero también el desencanto y la frustración, incluso con la propia izquierda y con los camaradas que les empiezan a dar la espalda y se empiezan a dar cuenta de que hay cosas con las que no comulgan. Es una reflexión a partir de una propuesta estética que es una novela y también es una reflexión ética sobre la izquierda mexicana.
—¿Escribir fue una experiencia liberadora?
La pandemia fue un encierro físico y yo traté de combatirla liberándome a través de la escritura, y me liberé de la carga de responsabilidad que era organizar unas elecciones en pandemia. La novela tiene un nutriente de nostalgia de una ciudad que se nos ha ido, aparecen lugares referentes de la noche de la ciudad como el Bar León, el Salón México, La Guadalupana o el Auditorio Che Guevara. Es un ejercicio de nostalgia sobre un México que se fue.
—¿Es una novela generacional?
Creo que hay una época reciente en la historia de México que no ha sido muy reflexionada sobre qué fue de la vida cultural y política de las generaciones post 68. El 68 es una generación venerada, estudiada desde muy distintos ángulos y casi a grado de mito. Pero qué ha pasado con las generaciones posteriores, con aquellas que todavía nacimos en el autoritarismo y nos tocó llegar a un México democrático. ¿Cuáles fueron los procesos vitales que enfrentaron, que les alimentaron y les nutrieron. ¿Cuáles fueron también su decepción, su desencanto? De eso trata, de una época convulsa en México.
—¿Cómo retratas esa época?
Es una recreación generacional de una época de muchos cambios y transcurre en lo que podría llamarse el microcosmos de la izquierda, en particular en la universidad. Los protagonistas nacen a la vida pública con el sismo del 85 acudiendo al rescate de las víctimas del temblor, protagonizan el movimiento estudiantil del 86 al 87, un movimiento que no se veía desde el 68 y que fue triunfante, no fue reprimido. Es la generación que le toca protestar contra el fraude del 88, que ve el zapatismo y después empiezan a protagonizar los triunfos de la izquierda, los triunfos electorales que les permiten llegar al poder.
—¿Quiénes son los protagonistas?
Al Diablo lo carcome el desencanto y la frustración de ver que sus compañeros de lucha se vuelven los enemigos de la causa al volverse corruptos, tranzas y autoritarios. El Gallo es más el amigo que desde la moderación va acompañando a su camarada, es un balance entre los dos y con el ancla de la mujer de la que están enamorados: Adela Abreu, una estudiante de filosofía. Creo que la prueba de fuego de un ejercicio de ficción es que sea veraz en su capacidad de recrear una época y un ambiente, y es lo que yo quise hacer.
—¿Piensas seguir en este rumbo de la ficción?
Yo me identifico más haciendo un trabajo en el campo de la cultura. Un trabajo que disfruté mucho y me alimentó fue ser editor de la revista Nexos. El director era José Woldenberg y trabajé con escritores como José Joaquín Blanco, Luis Miguel Aguilar, Rafael Pérez Gay, Guillermo Fadanelli y Víctor Manuel Mendiola. Es el mundo que quiero y luego la vida me llevó a otras cosas, pero ya regresé, de hecho, esperamos a que terminara mi periodo en el INE para publicar la novela.
PCL