Fundado en 1540 por frailes agustinos, este convento conserva extraordinarios murales polícromos, y conjuga en sus paredes los estilos románico, mudéjar y plateresco, además de numerosas contribuciones indígenas. Sobresalen las tres Tablas de Epazoyucan, con escenas de la vida de Jesucristo.
Se atribuye la construcción del convento a los frailes de la orden de San Agustín hacia el año de 1540, cuando pudo haberse edificado una primera etapa conformada por el atrio, la capilla abierta y las capillas posas. El cronista Fray Juan de Grijalva escribió que “la gente era tanta que se edificó casa e iglesia en siete meses y días”. La segunda etapa de la construcción fue determinada por la necesidad de nivelar el terreno en donde actualmente se erige el convento de forma elevada, pues, según las fuentes, la nave de la iglesia y las habitaciones del convento no se concluyeron sino hasta alrededor de 1563. Se utilizaron restos del asentamiento prehispánico, cuyos vestigios aún se advierten en las excavaciones arqueológicas localizadas en el extremo sur del templo.
El conjunto conventual se asienta en tres niveles distintos: terraplén, atrio e iglesia-convento. Se edificó con restos de un centro ceremonial prehispánico del que aún se pueden apreciar ciertos vestigios. Los estilos arquitectónicos que se pueden apreciar en este interesante inmueble colonial son el románico, mudéjar y plateresco con muchas aportaciones de la visión indígena.
Este exconvento también es conocido en la actualidad como Museo Comunitario de Tomazquitla, alberga una colección total de 1,700 piezas prehispánicas y virreinales, muchas de ellas exhibidas en 14 vitrinas y un nicho, a lo largo de dos salas: La Cihuatecólotl (mujer tecolote) y la sala Colhúa (hombre de hombros anchos), así llamadas porque a ambos personajes se considera fundadores míticos de la localidad.
Murales
Cuenta con extraordinarias pinturas murales policromadas con escenas de la Última Cena, Ecce Homo y él Tránsito de la Virgen. En el interior del templo se encuentra una alfarje del siglo XVI cuyas vigas tienen 12.50 metros de luz y una de ellas está labrada con representaciones de querubines y motivos florales.
Después de un arduo trabajo de restauración, el Instituto Nacional de Antropología e Historia en Hidalgo tiene reintegró tres pinturas al temple del siglo XVI llamadas “tablas de Epazoyucan”, mismas que se exhiben de manera permanente dentro del recinto colonial agustino de San Andrés Apóstol en el espacio denominada sala de los retablos.
Estas tres pinturas tabulares de Epazoyucan formaron parte de un solo retablo y son un ejemplo de cómo transmitía el mensaje sobre la vida de Jesucristo, desde su nacimiento y la adoración de los reyes, hasta dos escenas de la Pasión: la oración del huerto y el ecce homo (“este hombre” en latín).
Acceso
Partiendo de Pachuca al sureste, por la carretera número 130, rumbo a Tulancingo, se transitan 16 kilómetros hasta llegar a la desviación a la derecha, que indica el camino a Epazoyucan. Cuatro kilómetros después se arriba al convento.