Hace cosa de cuatro años fui invitado por el Instituto Veracruzano de Cultura (IVEC) a dar un taller de dramaturgia a la amada ciudad de Xalapa y aproveché para engrosar, aunque fuese precariamente, la biblioteca personal sobre temas afomexicanos. Encontré un estupendo libro del antropólogo y músico Antonio González de León, un folletito (uno más) sobre la huidiza historia de Gaspar Yanga de la que solo quedan girones imprecisos, y un librito de máscaras de Coyolillo, Actopan. El IVEC tuvo la gentileza de ponerme una edecán que me guió por librerías mientras yo le contaba que junto con mi esposa que es afro teníamos una compañía fundada desde 2005 que se llama Mulato Teatro (porque así dan fe nuestros dos preciosos hijos) y que nos interesa el rescate de todo aquello relacionado con la presencia de la madre África en nuestra patria.
Llegado un punto, se me ocurrió en mala hora decirle “Porque tú que eres afro…” La chica se indignó respondiendo “Yo no soy mulata”. Apelo a su imaginación para que me crean que los labios, la nariz, la tez y el cabello ensortijadísimo la denunciaban de algo que ella ignoraba: sus orígenes. En Morelos, actual sede de Mulato Teatro —que para vergüenza nacional es la pionera en enfocarse en los temas y conjuntar excepcionales actores afro—, los pobladores de este estado no se reconocen como afrodescendientes, aunque en el ejercicio INEGI 2021 subió de 8 mil y pocos a 39 mil el número de personas que se asumen afro.
Y lo que se deben preguntar políticos y gestores culturales respecto a lo afromexicano es: ¿las poblaciones más netamente afro están en escuelas de arte de nuestras universidades? ¿Han tenido acceso a la cultura y al disfrute artístico y no solamente al replique del folclor local? ¿Saben que las artes son una opción profesional? ¿Hay apoyos para que estudien? ¿Y los que las hacen de manera amateur o comunitaria saben que existen escuelas? Por desgracia los casos son pocos.
Traspunte
Dignificar la esencia afro
En el horizonte de las poblaciones reconocidas como afro los esfuerzos por lograr el pleno ejercicio de su derecho ciudadano a la cultura son, aún, una buena intención sin efecto. Entonces, con respecto a elencos de actores afro en la CNT o donde sea, ¿de dónde van a salir si no se les ha acercado a las escuelas que pueden convertirlos en intérpretes que dignifiquen su esencia?