La cita con el fotógrafo Fernando Cordero fue en su estudio, en un ambiente donde el arte y la armonía se ve y se siente en cada espacio. A un lado de un hermoso y colorido ventanal se da la conversación: “El hombre se cura a partir de entender que su entorno es sano: tú te sientes bien cuando llegas a un lugar donde todo es armonioso porque hay paz”, comenta durante la entrevista. Así se siente el lugar donde trabaja.
Su dedicación está enfocada principalmente en la fotografía de arquitectura, pasión que descubrió por la cercanía que desde niño vivió en casa de sus padres, especialmente por su papá, el arquitecto Moisés Cordero, quien era aficionado a la fotografía y tenía “muchas” cámaras.
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“Lo que implicaba que estuviéramos inmersos de alguna manera en la arquitectura, porque mi papá nos llevó a mis hermanos y a mí a entender la arquitectura no como un aspecto formal, sino como un aspecto emocional: como una expresión de alguien que quiere entender un espacio y decir algo con ese espacio; lo que era impresionante ir de muy niños al Centro de la ciudad de México a ver iglesias, vecindarios, plazas, calles, entender el trazo urbano, entender cómo la arquitectura tiene una influencia brutal sobre las personas: la arquitectura o te enferma o te hace feliz”.
Además de contar con publicaciones y exposiciones en conjunto e individuales, su obra llegó a los ojos del académico Peter Krieger, quien escribió un libro “a partir de la perspectiva y objetividad” de su obra, pero que está a la espera de ser distribuido. Así, el recorrido profesional de Fernando Cordero, quien ha fotografiado la transformación de México, se remonta a más de 30 años.
¿Cómo es la fotografía de arquitectura?
La arquitectura no es una cosa mínima y la función de la fotografía de arquitectura es, en cierta manera, registrar emoción, y esa emoción cura porque todo lo que emana del hombre que es óptimo y positivo, es curativo. El hombre se cura a partir de entender que su entorno es sano: tú te sientes bien cuando llegas a un lugar donde todo es armonioso porque hay paz.
En las grandes urbes, y no lo digo solo en nuestra interesantísima ciudad, digo interesantísima porque no la comprendemos y no porque sea fascinante, aunque hay cosas maravillosas, es una ciudad muy difícil y que nos está demandando para vivir en ella cosas terribles. ¿En qué puedo participar yo como fotógrafo de arquitectura? Me cuesta mucho entender si me debo de convertir en un fotógrafo que denuncia eso o me tengo que convertir en un fotógrafo que busca esa belleza gratuita que no tiene la ciudad y lo hace muy complejo porque hoy en día si yo salgo con una cámara me cae inmediatamente un policía a decirme que no puedo tomar fotos.
¿Qué gana en su interior, la denuncia o la belleza?
En cierta forma, toda actividad de fotografía que retrata una realidad es una denuncia, en cierto modo: hay la denuncia obvia, pero el obviar un sitio es desnudarlo, es hacer evidente, que tiene que ver una sintomatología del sitio, en donde se habla la oportunidad de creación o de la no creación, que son dos paradigmas que en un momento dado funcionan como expresiones.
¿Ha cambiado a través de los años la manera de hacer fotografía arquitectónica?
Han cambiado radicalmente las tecnologías; facilitaron el lenguaje en el sentido muchas veces de trivializar la imagen, y la arquitectura también ha sido trivializada y es un tema en el que tengo rebeldía absoluta. Yo sigo haciendo fotografía tradicional y a veces muchas personas levantan las cejas porque, evidentemente, ‘¿cómo es posible que siendo un profesional no te actualizaste?’. ¿Qué quiere decir ser un actualizado? Creo que la palabreja tiene que ver más con una actitud consumista que con una actitud de contribuir en algo. Mucha de la crisis que hay hoy en día en cuanto a la visión de cómo un joven fotógrafo ve la arquitectura, no está determinado por él, está determinado por las revistas, por la edición de revistas de arquitectura que dicen cómo debe de ser y cómo se debe de ver.
¿Cuáles son los retos como fotógrafo?
La fotografía de arquitectura toma tiempo, como el diseño arquitectónico, que es algo que se va creando a partir de un concepto, de una intención, de una necesidad, de una función. El arquitecto juega un rol que es trascendental, que es decir: o se hace como soy yo, o no se hace, porque al final el arquitecto, a pesar de que está al servicio de algo, tiene que entender que la arquitectura es creación de ciudad, es la creación de espacios. El fotógrafo de alguna manera llega a la misma conclusión: la luz no es la misma en diciembre que en mayo, porque hay obras importantes que hay que fotografiar con el tiempo. Los fotógrafos, alterando los espacios por luz, creamos otra pieza arquitectónica.
¿La belleza en los espacios es necesaria en la fotografía de arquitectura?
No siempre es así porque la belleza arquitectónica es subjetiva, es relativa. La fotografía a veces embellece un lugar y es algo que no acepto, pero muchos arquitectos terriblemente mediocres me han hablado para darle sustancia a su obra y no lo acepto porque la obra tiene que motivarme. No voy a suplir lo que no se entendió en la escuela (ríe).
¿Y los lugares con pocas expectativas?
Me he encontrado un millón de veces con esos lugares y es la parte más maravillosa, que de repente puede volarte la cabeza una obra. Una de las cosas es que es tan fantástica la obra y no me lo esperaba y no sé cómo abordarla, así que me tengo que poner a la altura de esa cabeza que creó ese espacio, aunque últimamente no lo estoy encontrando.
¿Qué hace que una obra persista?
Que no aburra, que no tenga el tiempo concebido como tiempo. Hay edificios que tienen pasado, presente y futuro al mismo tiempo.
¿La fotografía de arquitectura es apreciada actualmente?
No. Todo el mundo tiene prisa para ver fotos. Hablando de Instagram, ¿cómo captas la atención sin trivializar el trabajo? ¿Qué foto escoges para que no sea abaratada? ¿Cuál eliges en el entendido de lo que es un artista y el valor que tiene para la sociedad la visión de ese artista? La velocidad con la que vemos imágenes se va convirtiendo en un asunto muy delicado porque la gente está en una apatía bárbara. Es abrumador el número de imágenes y nadie se detiene a ver nada.
¿Qué arquitectos y construcciones le parecen icónicos?
Hay momentos de arquitectos que son espléndidos, que no es nada más porque construye bonito: la arquitectura hay que juzgarla en el resultado que da. Creo que el arquitecto Felipe Leal es un gran arquitecto porque ha vivido una ciudad, ha comprendido el contexto de la arquitectura en beneficio de algo, que es creación de ciudad. En cuanto a las construcciones: el Parque de la Alameda, las secciones de Chapultepec, Ciudad Universitaria. Hay espacios que me vuelan la cabeza.
Presente, pasado y futuro
Además de estar enfocado en su archivo, Fernando Cordero está trabajando con el arquitecto Daniel Escoto, quien le pidió hacer el registro de imágenes de un proyecto que se llama PMU (proyecto de mejoramiento urbano) en el frontera norte del país. En él, se construyó el tratamiento urbano, que consiste en darle trazo: sitios de socialización (parques, centros de salud, escuelas), “y tuve el honor de ir a fotografiar todas esas obras creadas por estudiantes de la UNAM. A partir de ello, se está platicando la factibilidad de realizar después una exposición en el Museo Universitario de Ciencias y Artes”.
hc