El tenor Fernando de la Mora (Ciudad de México, 1958) lleva más de tres décadas arriba de los escenarios. Como toda figura pública, tiene poco tiempo libre pero sigue realizando aquellas actividades que lo nutren como músico y como ser humano, incluido leer literatura latinoamericana y ver cine de la Época de Oro.
—Aquí estamos para servir—dice con su tono de caballero.
Confiesa que le hubiera gustado dedicarse a la arquitectura o al diseño; que la comida mexicana es su deleite, y que ha hecho de los viajes una costumbre, pues ha cantado en los cinco continentes.
¿Cuál es el mayor aprendizaje que le ha dado la vida?
Creo que saber que estamos aquí para servir y, sobre todo, para resolver situaciones, las que sean; convertirnos en mejores seres humanos cada día y, cuando creas que ya llegaste, saber que apenas estás despertando. Creo que la mejor enseñanza ha sido sentir.
Si no hubiera sido músico, ¿qué sería?
Arquitecto o diseñador. Me encanta meterme en la construcción, soy fanático de esas cosas, me llaman mucho la atención. Tal vez también productor musical. Es una pregunta difícil.
¿Cómo disfruta de su tiempo libre?
Leo, pero lo considero como parte de mi labor como ser humano. Mi tiempo libre es poco, pero cuando lo tengo verdaderamente libre trato de estar en un lugar agradable para relajarme. Tengo poco tiempo libre; fuera del canto realizo muchas actividades que me ayudan a que siga creciendo mi espíritu.
¿Qué libro lo ha inspirado?
Muchos. He tenido el privilegio de leer desde muy joven y definitivamente disfruto los de Gabriel García Márquez, Octavio Paz, Renato Leduc y Jaime Sabines. Me gusta mucho la poesía y he tenido la fortuna de emocionarme; también me gusta la novela, he tenido el privilegio de leer muchas cosas. ¡Híjole! Carlos Fuentes... tantos escritores maravillosos, mexicanos y latinoamericanos.
¿Qué película lo ha marcado?
Lo que el viento se llevó (Victor Fleming, 1939) me marcó enormemente. También el cine mexicano: tengo una colección de películas maravillosas, tanto de Mario Moreno Cantinflas, como de Germán Valdés Tin Tan, que me subliman, me fascinan, como El rey del barrio (Gilberto Martínez Solares, 1950), Ahí está el detalle (Juan Bustillo Oro, 1940)... todas esas películas me emocionaron muchísimo, así como las de Pedro Infante y las de Jorge Negrete, todas las del cine nacional me marcaron mucho.
¿Cuáles han sido sus mejores viajes?
Por fortuna tengo una voz muy paseada, muy turística; he tenido el privilegio de visitar muchísimos países y llevar mi voz a los cinco continentes. Tengo la dicha de seguir haciéndolo.
¿Cuál es su comida favorita?
La mexicana, definitivamente, porque no me la acabo, sigo descubriendo muchas maravillas. Soy fan de los tacos, del mole, los chiles en nogada, el puerco en verdolagas y el arroz bien separadito, bien sazonado; me encanta el puchero, las sopas... La buena comida mexicana me fascina, tanto la sana como la que no es tan sana.
¿Qué escucha un tenor?
Es una pregunta padre, porque en el carro escucho música muy diversa, sobre todo me encanta sorprenderme. Eso me pasa con las playlist que tengo en el teléfono. Lo que hago es mezclar todos los estilos y de repente me sorprende Pérez Prado y luego viene Led Zeppelin y de repente estoy escuchando un preludio de Johann Sebastian Bach y más tarde suena Rabello y después viene Lola Beltrán con José Alfredo Jiménez y así por el estilo.
De todo…
Sí, eso me encanta, porque eso invita a que reflexionemos sobre la importancia de la buena música, a tener el espíritu abierto para que puedas gozar de muchos estilos. Esos que solo escuchan opera y música clásica o que únicamente escuchan reguetón, pues no. No te vayas por ahí. Abre tu espíritu, está padre el reguetón si te gusta, a mí no, pero sí te gusta está padre, pero no escuches solamente eso, escucha música tropical, de muchos otros estilos y épocas para que te abran el espíritu y el panorama.
¿Qué le falta?
Seguir chambeando, me encanta seguir emocionando, seguir descubriendo lugares y regresar a ellos, volver a lugares maravillosos como los pueblos blancos de Andalucía y cantar en lugares como Málaga, Sevilla, Granada... a todos esos lugares me encantaría regresar; me gustaría cantar en Francia e Inglaterra, regresar a Irlanda y Ámsterdam, todos esos lugares que me han llenado el ojo; volver a Singapur, China, a Japón, Corea y Vietnam.