Esas primeras lecturas sobre viajeros y piratas, nacidos de las mentes de Julio Verne y Emilio Salgari, despertaron en Fernando Tamariz (Oaxaca, 1961) el gusto por las palabras y la posibilidad de viajar a distintos mundos a través de ellas.
Luego, con los relatos de Edgar Allan Poe y las intrépidas andanzas del Arsene Lupin de Maurice Leblanc, el entonces adolescente pensó que sería "sencillo" plasmar sus propias ideas en cuentos.
"Me lancé al ruedo e hice mi primer cuento por ahí de los 17 años, y fue cuando me di cuenta que no solo no era fácil, sino era complicadísimo", dice Tamariz, ahora reconvertido en un paladín de las narraciones breves, a MILENIO.
- Te recomendamos 'Trilogía del querer querer', tres monólogos que cuestionan el amor romántico Cultura
Persistió en la escritura al encontrarse con "un universo interior extraordinariamente rico, una experiencia de viaje a una dimensión diferente". Y pronto vio sus textos en libros: primero a través de la antología Cantos de la colmena (1987), realizada por el que fue su gran maestro, Edmundo Valadés; y después en una obra ya personal, Aurora y otros cuentos de alborada (2005).
Actualmente, el tejido de letras "en espacios brevísimos" es una actividad que no aminora en Tamariz, al contrario. Para muestra su libro más reciente: Colores Básicos (Editorial Gato Blanco, 2024), conformado por 11 cuentos "relacionados con la violencia en sus distintos tipos".
¿Cuál es la esencia de Colores Básicos?
Cuando lo escribí no pensé que hubiera un hilo conductor ni mucho menos, sin embargo, ya que estaban reunidos, la mayoría de ellos están relacionados, sin querer, con la violencia en sus distintos tipos: contra las mujeres, el bullying, la mentira. Me di cuenta de ese hilo conductor un poco oculto.
Adicionalmente, el último cuento, A tiempo, no tiene nada que ver con ese hilo conductor; hace 2-3 años gané el concurso nacional de cuento surrealista del Museo Leonora Carrington y tenía ganas de que ese cuento estuviera presente en esta antología.
Partiendo de Colores Básicos ¿Cómo evalúas el estado actual de tu escritura? ¿Sientes madurez?
Quizá en los primeros dos libros no encontraba una impronta, una huella digital absoluta. Conforme han ido pasando los textos encuentro esa madurez y aprendizajes plasmados en cada uno de ellos. Creo de que, independientemente de que te gusten o no los textos, lo que sí puedes encontrar es una buena calidad de escritura, me he esforzado muchísimo en esa parte. En general, la literatura requiere técnica y hay que echar a perder mucho antes de llegar a decir que uno escribe medianamente bien, y creo que ya escribo medianamente bien.
¿Qué te ayuda a mejorar tu escritura?
He estado tallereando durante mucho tiempo; para mí es vital, es la mejor y la única manera de seguir progresando, de no pensar que soy producto terminado, sino al contrario, estoy en un proceso de construcción y mejoría.
El libró salió con el respaldo de la Editorial Gato Blanco.
Tenía la intención de generar un libro ilustrado, ese fue el primer motivo; me parecía que este bloque de cuentos surgió de una manera orgánica desde el punto de vista visual. Adicionalmente, Leonardo, mi hijo, es ilustrador, y pensé en él para la ilustración; es un estilo que sentí que iba bien con el tipo de escritura que hago.
Entonces, hubo una reestructuración del propio texto para poder plasmarlo en ilustraciones. Y cuando estuvo listo, empecé a buscar editoriales. De Gato Blanco comencé a ver sus trabajos y me gustaron mucho, y de ahí surgió esta muy afortunada relación.
Con 5 libros a cuestas y participaciones en varias antologías, surge la duda: ¿Para qué escribes?
La primera razón está directamente relacionada al gusto de escribir: si te encuentras con que es todo un reto, que tiene un grado de dificultad altísimo y que necesitas expresar algo, eso mismo te lleva a procurar ser mejor. Y para eso no hay más que una sopa: escribir continuamente.
Por otro lado, para desprenderme del miedo que le tengo al mundo. Encuentro mi relación con el mundo muy inestable, un tanto agresiva, y creo que se transforma en miedo. Cada quien lo resuelve de distintas maneras, pero encuentro que escribiendo pierdo el miedo y puedo entender quién soy con relación al mundo.
¿Y por qué elegiste el cuento?
Es un género muy interesante porque tiene características y cualidades que como escritor te exigen niveles técnicos mucho más altos. Cuando tienes una novela puedes cometer errores a lo largo de ella porque tienes paginas y paginas para contar la historia, además el lector no va a ser tan exigente en un texto de 500 páginas. En cambio, con un cuento estás construyendo un universo con espacios brevísimos donde tienes que tener una construcción casi perfecta y necesitas usar el lenguaje con la mayor precisión posible. Eso me atrae como reto.
También me cuesta mucho trabajo concentrarme durante períodos muy largos en una historia que a lo mejor va a tomar dos años escribir. En cambio, con un cuento puedo pasar de una idea a otra de una manera muy rápida, sobre todo porque tengo una mente muy fantasiosa.
hc