Una prueba de la preeminencia de la ficción sobre la realidad está en uno de los relatos insignia de Edgar Allan Poe: “La caída de la casa Usher”. La leyenda cuenta que el escritor bostoniano dio con el nudo de su historia cuando, en 1830, advirtió la demolición de una vieja casona situada a pocas manzanas de la suya. Se dice que en el sótano de aquella vivienda, propiedad del librero Hezekiah Usher, se encontraron dos cadáveres fundidos en un abrazo tétrico.
El origen preciso del relato de Poe es elusivo, como tantos otros elementos de su obra, pero la potencia que el escritor depositó en la historia del excéntrico Roderick Usher y de su hermana, Lady Madeline, excede cualquier búsqueda de lo real.
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Philip Glass ha demostrado que la música es otra vía para invocar a los espíritus. En 1988, al compositor estadunidense le comisionaron una ópera basada en “La caída de la casa Usher”. Esa historia que durante más de un siglo había fascinado a dramaturgos, poetas y a otros compositores —Claude Debussy ensayó una partitura que jamás terminó— se antojaba ideal para el estilo minimalista y a ratos lúgubre de Glass.
Treinta y cinco años después de su debut mundial, la ópera se estrenará en México como uno de los actos estelares del Festival CulturaUNAM 2023.
Maestro de la insinuación, Edgar Allan Poe delineó un argumento atestado de incógnitas: ¿La historia es real o se trata de una alucinación? ¿Cuál es la relación entre el narrador (William) y su amigo Roderick Usher? ¿Madeleine fue enterrada viva, o se trata de un demonio infernal que vuelve para cobrar venganza? ¿La inmensa casa en la que viven es una entidad viviente y maligna? En ese extraño espacio que surge entre la realidad y el mito está el corazón de esta historia plagada de secretos.
“No es común encontrar horror en una ópera”, explica Laura Reyes, directora concertadora, en entrevista con MILENIO. “Philip Glass nos lo traduce en su música utilizando patrones repetitivos, polirritmias y jugando con el tiempo y las armonías”.
Reyes es una directora todoterreno. Con idéntica entrega dirige obras de Bizet y Haydn en Chiapas, monta un programa mexicano con la Orquesta Típica de la Ciudad de México o rockea con la Filarmónica de las Artes en un concierto de metal sinfónico. Inmejorable perfil para presentarle al público mexicano una ópera de narrativa tan singular.
No obstante, precisa ella, este proyecto sólo ha sido posible gracias al trabajo del equipo de profesionales que la acompaña. Están, por supuesto, los músicos: cantantes de primer nivel que conforman el elenco y los ejecutantes del Ensamble Usher, que forman parte de varias orquestas de la Ciudad de México. Una mezcla de juventud y experiencia. Está también Robert Castro, director de escena a quien Laura Reyes reconoce por su trayectoria teatral y su claridad artística.
El incesto, la homosexualidad, el asesinato y lo sobrenatural coexisten en esta adaptación con libreto de Arthur Yorinks. Es un relato que ha subsistido a través de las décadas. “La razón de que Edgar Allan Poe se haya convertido en un clásico es que encontramos cierta magia en su obra”, concluye Laura Reyes. “Es también la razón por la que Philip Glass se está convirtiendo en un clásico: la magia que encontramos en su obra”.
La caída de la casa Usher se presentará el 30 de septiembre a las 19:00 horas y el 1 de octubre a las 18:00 horas en la Sala Miguel Covarrubias del Centro Cultural Universitario.
ÁSS