La mujer está observando desde la barrera la inauguración. No puede cruzarla porque no tiene invitación, pero parece no importarle lo que cuenta Ida Vitale, pues tiene otra preocupación: qué pasará el día de la toma de posesión como presidente de Andrés Manuel López Obrador.
“¿Y si hay un atentado?”, le pregunta a su acompañante, cuyo rostro refleja una angustia digna de los minutos siguientes a un inesperado sismo. La respuesta no llega, solo el silencio.
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Durante el primer día de actividades de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara existe un tema recurrente y es el político. Una escritora de novelas juveniles expresa en un pasillo sus propias dudas: “No sé qué va a pasar con la transición, sobre todo en la cultura. Temo que en vez de avanzar, retrocedamos. No confío en el cambio”. Las personas a su alrededor la avalan o la contradicen, pero no sueltan el asunto.
En su novela Los mariachis callaron, el escritor y músico Fernando Rivera Calderón describe el México del año 2026, cuando Cuitláhuac Blanco, antigua gloria del futbol, es el presidente de la nación tras la repentina muerte del eterno candidato López Labrador. “Mis amigos me dicen que a ver cuándo vuelvo a escribir otra pinche novelita futurista”, dice entre carcajadas.
Ajeno a ello, Gil do Carmo ensaya con un guitarrista en el pabellón de Portugal, diseñado por los arquitectos João Santa-Rita y Pedro Guedes, que aspira a convertirse en una enorme librería como aquellas que seguramente visitaron Pessoa y Saramago, pero por ahora no tiene todavía ejemplares en sus estantes. Él será uno de los encargados de llevar la música al Foro FIL este año. Saluda con amabilidad, expresando su ilusión por presentarse en un espacio semejante. Contrario a otras caras, a otras expresiones vistas en el arranque de la feria, su hermoso rostro no encierra huella alguna de temor.
“Transición” no es una palabra que, en este contexto, le interese. Tal vez por eso el Foro FIL, bajo la producción de Ana Teresa Ramírez, siempre es un remanso diferente tras las jornadas llenas de letras y voces que van conjugando todos los verbos que se pueden experimentar dentro de la Expo. Alejandro Meza, encargado de prensa de esta área desde hace 12 años, cuenta que les toma un año organizar el cartel sonoro que acompañará la experiencia anual.
"En este caso hicimos una extensa labor de investigación, pues llega poca música portuguesa a nuestro país. No queríamos llenar toda la programación de fado, por ello buscamos propuestas de rock, de trova, de folclor y, por primera vez en toda la historia de la feria, un grupo de black metal dará un concierto: Moonspell. Será algo histórico”.
Esta noche habrá una fiesta en donde tocará la banda de Eduardo Rabasa, editor de Sexto Piso, llamada Nobody Fucks With The Jesus. Es interesante el nombre: pareciera advertirnos que las herejías se pagan caras, pero ya estamos aquí y la fiesta comenzó. ¿Cómo evitar caer en tentación frente a millones y millones de hojas escritas más aquellas páginas en blanco imposibles de contar que iremos llenando durante estos días? ¿Qué miedo sería capaz de detener nuestra hambre por vivir la FIL? Aquí hay que llegar con un cinturón de seguridad interno que nos asegure que, pase lo que pase, seguiremos existiendo entre sus pasillos.
“Entonces tu plan de este año es hacer crónicas en base a lo que te cuenten otras personas, en lugar de hacerlas con tus reflexiones personales como el año anterior o de manera objetiva como en 2016”, dice la locutora de radio que hace una entrevista tras otra como quien come papas fritas. Confirmo lo dicho con un movimiento de cabeza. Mi propia transición deberá darse para completar una trilogía.
Hay un poema de la portuguesa Florbela Espanca que dice: “¡Es tener hambre, es tener sed de infinito! / Por yelmo, las mañanas de oro y de satén. / ¡Es condensar el mundo en un solo grito!”. Que así sea la experiencia FIL en este año en el que el cambio nos irá marcando, para bien o para mal.
vmm