No quiero ser activista ni militante, ni referente de absolutamente nada: Camila Sosa Villada

Camila Sosa halló en la literatura una herramienta para contarse. Hoy en la FIL ofrece un ventana más para mostrarse.

Camila Sosa. / Ángel Soto
Ángel Soto
Guadalajara /

Camila Sosa Villada fue prostituta, mucama por horas y vendedora ambulante, aunque su historia no se quedó allí, sino pudo darse la oportunidad de estudiar comunicación social y teatro en Argentina. Con todo eso en su biografía, hay una frase de la escritora Toni Morrison que la persigue todo el tiempo:

“No hay tiempo para la conmiseración, no hay tiempo para la autoindulgencia o para el llanto. Escribimos, hablamos, hacemos lenguaje y así es como se sanan las civilizaciones”.

Ganadora del Premio Sor Juana Inés de la Cruz 2020, otorgado en el contexto de la edición digital de la FIL Guadalajara, Camila Sosa halló en la literatura una herramienta para contarse, si bien no imaginaba el impacto que habría de tener, en especial con Las malas, aparecida bajo el sello de Tusquets.

“Siempre lo recalco: no quiero ser activista, ni militante, ni referente de absolutamente nada, porque soy una persona muy disoluta y muy falible. Cuando comencé a travestirme, siendo muy pequeña, a los 12 años, el único destino para nosotras era la prostitución y la muerte. Hoy día, hay niñas que dicen ‘mira, también se escribe y se ganan premios’. Eso, a pesar mío, supongo que es un avance”.

Luego de participar en la mesa “¿Ovejas negras? Lo incómodo en la literatura”, la autora de Las malas reconoció que, históricamente, en la sociedad se ha menospreciado sus aportaciones y sus necesidades, como su capacidad para hablar, las invenciones del lenguaje nacidas del colectivo, en especial de las y los travestis, a quienes “han denigrado casi siempre”.

“Recuerdo palabras como chongo, que en Argentina es como decir el novio, el amante… es una palabra travesti y ahora todo mundo la usa. La palabra 'Paqui', que es cuando un heterosexual no le entra ninguna bala de cualquier otra expresión de vida que la de ser varón y heterosexual, también es una palabra travesti: recién ahora, con la aparición de activistas y de artistas, han empezado a prestar atención a esa vitalidad lingüística que nosotras tuvimos siempre”, enfatizó la autora de títulos como La novia de Sandro o El viaje inútil.

Si bien su relación con la creación artística se inició en el teatro y en el cine, en los últimos años ha dedicado buena parte de su tiempo a la literatura, en especial a la que le emociona y emociona al lector, bajo el convencimiento de que su complemento, lo político, la conciencia, “la sanación y todo lo demás que puede llevar, son sólo accesorios”.

El hecho de hacer lenguaje, independientemente de si se es escritor, es la única manera de poder sanar algunas cosas que están tan enfermas en las vidas de las personas. Jung decía que las enfermedades hablan lenguaje y eso me pareció impresionante: nuestras enfermedades nos hablan todo el tiempo y nosotros no nos dirigimos a ellas”.

El primero de marzo de 2022 se va a publicar un libro de cuentos, al tiempo de trabajar alrededor de un volumen de ensayos: Camila Sosa Villada encontró en la escritura la oportunidad de contar su historia, sin necesariamente darle voz a nadie.

“Los géneros literarios permanecieron intactos hasta que aparecí como escritora y otras autoras travestis y se les complicó todo: esto es autobiografía, una ficción, realismo mágico, lo más realista y crudo que existe. Es un cuento de hadas. Las travestis, escribiendo, detonamos algo que estaba estancado en la escritura”, destacó la narradora argentina, quien terminó por conocerse como persona y como escritora, a partir del surgimiento de Las malas: aunque más bien de las preguntas que ha generado entre los lectores.

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