Si en la vida cotidiana escuchamos frases como “quedé en fuera de lugar” o “me metí un autogol”, no necesariamente se vincula con algún partido de futbol en el que haya participado su hablante, “puede referirse a algo de su vida, a pequeñas circunstancias que se explica a partir de metáforas de futbol”.
“Muchas imágenes tomadas del futbol han entrado en el lenguaje popular. Creo que el lenguaje ha impulsado la forma en que vemos el futbol”, aseguró el escritor mexicano Juan Villoro al participar en la mesa Literatura y futbol, como parte del programa de actividades de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara 2020.
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Durante un encuentro con figuras del periodismo y la literatura brasileñas, como Sérgio Rodrigues y Mauricio Lyrio, el narrador mexicano aseguró que hay frases o expresiones del público mexicano que también han pasado al lenguaje popular, quizá porque una característica de ese deporte en nuestro país “es que el público siempre ha hecho más esfuerzo que los jugadores”.
“Tenemos una afición maravillosa. Si hubiera un mundial de públicos, probablemente llegaríamos a la final: la ola se inauguró en los mundiales en el 86, en muchos países se le llama la ola mexicana, con lo que ciertos rasgos de la afición mexicana han entrado en otros países”.
En un cascarita de futbol un tanto desigual, por los dos brasileños enfrente, Sérgio Rodrigues se refirió a su novela El regate, concebida más como un drama de familia que como una novela de futbol y “eso es parte de la razón que se considera que cumple su papel”.
“Creo que hay una competencia entre la narrativa de la novela y la del deporte, no es muy sencillo combinarlas en una unidad. La hipótesis del libro es que el estilo brasileño de jugar al futbol ha sido una creación de viejos locutores radiofónicos, que describían batallas, cuando en la realidad se estaba ante un espectáculo humilde, de jugadores malos”.
En ese sentido, Villoro reconoció que en México han sido muy importantes ciertos cronistas para asociar lo que ocurre en el estadio con nuestra imaginación, sobre todo para crear batallas épicas de un partido malo, siendo muy importante en ese proceso la presencia de Ángel Fernández, quien reinventaba el juego: “podía ser el partido más aburrido del mundo y lo convertía en la guerra de Troya”.
“Se convirtió en alguien que nombraba el juego, como los rapsodas griegos, contaba la gesta en tiempo real. Él influyó mucho en mi generación para aplicar estos recursos a la literatura: volver a contar con palabras emocionantes lo ya sucedido”, resaltó el escritor mexicano.
La charla se puede mirar aquí.
ÁSS