Ganadora de dos Premios Nobel, uno al lado de su esposo, Pierre, y otro en solitario, sobre la vida de Marie Curie aún quedan muchos elementos por rescatarse, a decir de la escritora Rosa Montero, quien dictó la conferencia “¿Quién rayos fue Marie Curie?”, en donde ofreció un recorrido por la vida de la científica, como parte del programa "La Fil también es ciencia", de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.
“Marie Curie sigue siendo una tremenda incógnita y una tremenda desconocida. Creí que la conocía, a esa señora tan seria, porque no hay fotografías en las que sonría, aunque hace poco una lectora me mandó una foto en la que tiene una sonrisa un poquito a lo madonna: la Marie Curie oficial es tremendamente seria, un cerebro, frío, controlador, un genio que lo arrolló todo y luego tiene una historia épica”.
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Pionera en el campo de la radioactividad, la vida de Marie no resultó nada sencilla, ni cuando estaba con Pierre: el proyecto de aislamiento del radio era la tesis de doctorado de la francesa de origen polaco, pero no tenían dinero, ni siquiera un laboratorio, al grado de que su marido fue quien consiguió que les prestaran un viejo almacén, “totalmente viejo, con los cristales rajados. Ella cuenta que había días en los que adentro del almacén hacía sólo cinco grados”.
“Casi sin comer, según la leyenda heroica, ella tuvo que hervir como 20 toneladas del mineral del que extrajo el radio: como una bruja buena, en un gran caldero que tenía en el patio, se pasaba con una barra de hierro dando vueltas y así consiguió aislar el radio. Esa una parte de la historia oficial de Marie Curie”.
La aproximación de Rosa Montero a la figura de la científica se dio de manera más concreta con la novela La ridícula idea de no volver a verte, una historia que transcurre entre la vida de la francesa y reflexiones personales, cuya escritura se dio cuando su editora en Seix Barral le mandó un diario de 28 páginas que había escrito Marie a la muerte de su marido, Pierre.
“Es un aullido de dolor animal, rajarse las entrañas. Ahí me quedé fascinada; ¿esa era la Marie fría que yo pensaba? Es mucho más compleja de lo que pensaba y, así, emergió una Marie mucho más interesante”.
Todo lo que consiguió resultó increíble, a decir de la escritora española, pero todo el rato estuvo bordeando el sentimiento de la pérdida. Cuando recibió el primer Premio Nobel, el de física en 1903, se había anunciado a Pierre y a Antoine Henri Becquerel, pero aquel dijo que de ninguna manera iba a recoger el Nobel, porque el proyecto había sido de Marie y él solamente le ayudó.
Parte de una historia que aún hace falta por contarse, tan sólo para recuperar un hecho que refleja a la sociedad de su tiempo: “rechazaba toda la apariencia externa de la feminidad, porque ser mujer entonces, recordar a los demás que era una mujer, era completamente negativo, debía intentar ser lo más hombrecito posible”.
“Ella fue un volcán apasionado, tremendo, que aparentaba ser fría como un pez, porque tenía que aparentarlo”, destacó Rosa Montero en su charla.
ÁSS