¿El sexo es el motor de la vida? Desde el punto de vista biológico, y especialmente si se le preguntara a una bacteria, la respuesta corta es no. Sin embargo, sigue formando parte de un proceso fundamental para la existencia, como explica el biólogo e investigador del Instituto de Ecología de la UNAM, Constantino Macías.
“El sexo es el motor de la diversidad biológica. Incrementar la diversidad es una manera de poner tus apuestas en diferentes bolsas de tal manera que si una falla la otra gana o por lo menos no pierde”, comenta el experto en conducta animal durante su conferencia desde la FIL Guadalajara.
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La reproducción es la única razón, en última instancia, por la que cualquier organismo se encuentra vivo en este momento. La humanidad misma es el último eslabón de una línea ininterrumpida de eventos reproductivos.
Amor y sexo no son lo mismo
En la naturaleza existen ejemplos fascinantes sobre la capacidad de los animales para asociarse afectivamente y que surgen a partir de la capacidad de recordar. Los elefantes son muestra de ello.
“Los elefantes tienen décadas y décadas para interactuar afectivamente. Hay varios ejemplos de ello: ante el cadáver de la matriarca vemos a un joven o un viejo elefante tratando de animarla y a veces tratando de copular con ella, como si los encuentros sexuales que compartieron por décadas fuesen una herramienta para revivirla”
Desde la perspectiva del biólogo, no hay ninguna duda de que los paquidermos no los hacen con un objetivo reproductivo “la hembra no está mandando ninguna señal biológica. Está muerta. Ahí hay un acto afectivo”.
No obstante, aunque la vida salvaje y la humana inevitablemente se entrecruzan, lo cierto es que cada una lleva su propio ritmo, se rige por su propio sistema. Y en muchas ocasiones la reproducción puede existir sin una asociación afectiva y termina por obedecer más al sentido de supervivencia.
El 'poliamor'
Las avestruces son un ejemplo de cómo operan las relaciones no monógamas en la naturaleza. En un nido, ocurre que todos los huevos pertenecen a un padre, pero no a la misma madre.
“Los machos avestruces tiene una pareja que es la número uno. Esa pareja pone los huevos (que son gigantescos) pero después vienen otras hembras, se aparean con el macho y ponen huevos ahí”
Varios de estos huevos quedan en la orilla del nido mientras que los de la hembra principal quedan resguardados en el centro, de tal manera que los que quedan en la periferia terminan siendo devorados por los depredadores: “Entonces el macho y su hembra tienen mayor probabilidad de tener a sus críos y de que los que son destruidos son los vecinos”.
Sin embargo, la estrategia no termina ahí: cuando eclosionan los polluelos, los machos que los llevan de paseo, atacan a otros padres para quitarle a sus polluelos.
“Así, si alguna hiena o alguien me ataca, en lo que yo la corro se va a comer uno o dos polluelos. Si traigo 50 [crías] la probabilidad de que sea uno de los míos es más baja. Ahí el amor es muy ‘poliamor’, pero en última instancia están buscando aumentar sus propias cartas en la ruleta”.
Un mundo ¿sin sexo?
La asexualidad en la naturaleza parece ser más común de lo que se pensaba. Muchas especies optan por no reproducirse.
“Hay organismos que renuncian a la reproducción biológica, por ejemplo, los muchos pájaros carpinteros y las urracas o charas azules que se quedan a cuidar a los hermanos y a los primos y a los sobrinos y no se reproducen”, comenta el experto.
No obstante, su salida de la jugada parece no tener un impacto en el curso de su especie,ya que “no tiene ninguna consecuencia evolutiva, porque si no se tienen críos, no hay consecuencias reproductivas”.
“No nos lleva a ningún lado, o sea, las generaciones siguientes van a ser, de nuevo, hijos de quienes se reprodujeron, en términos de la lógica evolutiva”.
La falacia naturalista
Si bien, se pueden hacer paralelismos entre la vida humana y la natural, esto no quiere decir que una gobierne sobre la otra.
“El naturalismo es una falacia, lo que está bien en la naturaleza no tiene porque ser aceptable desde el punto de vista ético. Si nosotros buscásemos justificaciones en la naturaleza podemos encontrar especies en las que opera la violación”
Y es que, en el mundo salvaje “se puede encontrar de todo”, sin embargo, y cómo explica Macías, no tendría porqué suponerse “que lo que es natural tiene que ser guía de lo ético”.
Del lado inverso de la moneda, “tampoco se tiene que pretender que la naturaleza debe comportarse como nosotros creemos. Si nosotros estamos contra el esclavismo y hay unas hormigas que atrapan a las larvas de otras hormigas y luego esas son las obreras, nosotros le podemos llamar esclavismo, pero así ocurre en la naturaleza”.
LHM