“Hoy los jóvenes buscan ser un Cristiano Ronaldo musical”: Carlos Vázquez 'Tibu'

Entrevista

El bajista y productor habló del panorama actual de la industria a propósito de la presentación en la FIL de su libro 'Tibu. Memorias de un mánager'.

Carlos Vázquez 'Tibu' de visita en la FIL Guadalajara. (Foto: Enrique Vázquez)
Enrique Vázquez
Guadalajara /

El legendario Carlos Vázquez Moreno, mejor conocido como Tibu, se encuentra en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL) para presentar el primer libro que ha escrito en 62 años de carrera musical, como bajista, director de orquesta, arreglista, pero sobre todo como mánager de una larga lista de artistas, desde La Guardia, hasta Pablo Guerra, pasando por Luis Eduardo Aute, Luz Casal, Mari Trini, Olé Olé, Hombres G y la Orquesta Mondragón.

Hoy presentó Tibu. Memorias de un mánager, editado por Jus y Malpaso, en la FIL, ¿cómo le ha ido con la promoción y cuál es la expectativa?

Me encuentro agustísimo con el libro. En España hemos vendido más de 11 mil copias. Dicho así no suena una gran cifra, pero debemos considerar que España es muy chiquito y salimos de una pandemia feroz. Me siento muy querido en México. No tenía idea de que existía esta feria de los libros, que son el mayor placer de mi vida. Cuando me enteré de que existía algo así, dije: "¿qué hago yo, un gachupín advenedizo?" No me considero un escritor… Enseguida de la presentación en Guadalajara regresaré a España, porque en enero arrancaremos una Gira con Pedro Guerra y Javier Álvarez , he logrado juntarlos, entretanto seguiré escribiendo la segunda parte del libro, que esperemos esté en el mes de marzo… Quien sabe si he descubierto un camino nuevo, este de seguir haciendo libros. A la editorial le ha gustado, están más locos que yo.

¿Cómo ha hecho para resumir las memorias de 62 años de trayectoria en 400 páginas?

Ha sido un proceso difícil y largo. Yo pasé por prisión y tuve una experiencia muy dura hace cuatro años… Me propuse, entonces, sacar los demonios que traía dentro. Hice un diario a bordo. Cada capítulo del libro parte de mi experiencia en la prisión. A menudo me empeñaba en pensar en la música, pintaba un bajo imaginario en la cárcel, fue muy duro escribir eso. También fue muy duro hablar de mi padre. Había momentos en que tenía qué parar de escribir. Me emocionaba recordar cómo fueron mis inicios en una familia en la que ser músico era un pecado. El resto fue contar lo confesable, quién sabe si algún día contaré lo inconfesable, como dijo Truman Capote… si lo hago, que se preparen.

¿En qué deberíamos pensar cuando habla de lo confesable?

Trato de hacer un recorrido de mi vida musical. Yo veo que este libro realmente es un verdadero master para aquellos que quieren arrancar en el mundo de la música. Trato de poner sobre la mesa lo que debes tener en cuenta para producir música. Es también un pequeño homenaje a todas esas personas que están detrás del artista para conseguir que se suba al escenario y se sienta maravilloso. La mayoría del público no lo sabe… Detrás de ese instante o dos horas de gloria del artista , ese en que los focos brillan y el artista sonríe. Hay un trabajo inmenso y colosal que trabaja muy duro. Yo dirigí y sigo dirigiendo esos grupos, armaba las estrategias, hacía los planes para que todo funcionara. Cuento muchas anécdotas relacionadas con el show business, con las sociedades de autor, claro en España… Lo confesable sobre los artistas es un porcentaje mínimo. En muchos de los casos me acojo al secreto de confesión. Soy un mánager muy cercano, entiendo este oficio como uno de 24 horas al día en el que me ha tocado ser padre, madre, ocultador de noviazgos, psicólogo y sacerdote…

¿Cómo comenzó esta aventura musical que aún continúa?

Tenía doce años, siempre me concebí como un mercenario de la música, ponía mi bajo al mejor postor. La música no tiene secreto, todo es do-re-mi-fa-sol-la-si, y cada artista pone su estilo, le da una forma determinada. Fue así que me contrataban y toqué con Luz Casal, Miguel Ríos, Las Grecas, me fui distinguiendo en el círculo como un bajista que resolvía la papeleta, independientemente si lo que tenía que tocar era flamenco, rock o jazz…

De repente me fui cansando de ir al albur de los caprichos de los artistas que me contrataban. Siempre el músico en esa posición es un pequeño esclavo al que el artista le traslada todos sus caprichos. Estaba cansado y de repente produje el primer disco de La Guardia y fue un éxito increíble. Era una disquera muy pequeña, vendimos del primer disco 500 mil copias. Pasó y me di cuenta que no quería ser mánager, en ese momento era como ser Darth Vader, pero me decanté y en cuanto me vi del lado oscuro de la fuerza comenzamos una gira de 120 conciertos que fue muy agotadora y muy gratificante, luego vino el segundo disco, Cuando brilla el sol, del cual vendimos 600 mil copias, y sigue siendo un gran referente de la música pop en España.

Debimos hacer las cosas muy bien, porque luego comenzaron a acercarse otros artistas como Olé Olé, Pero Guerra, Luis Eduardo Aute, Julio Iglesias, hasta que hubo años en que manejaba 14 carpetas de artistas simultáneamente. Pero aunque la producción tiene sus encantos, fui, soy y moriré siendo músico, es lo único que no puedo dejar de ser…

Muy completo y de muchos géneros…

En el rock se da mucho el autodidactismo, esto te limita mucho, fue algo de lo que me percaté muy pronto y busqué prepararme como director de orquesta. Estudié en España, Venezuela y tomé un master en Berkeley también, que me abrió mucho la visión de lo que podía hacer. No he ejercido la carrera de director, sin embargo he hecho muchos arreglos por encargo. Me siento muy satisfecho con la banda sonora de la película Africa que hice y algunas canciones para Luz Casal.

Pienso que una preparación musical te da muchas herramientas. Aprendes lo que es una modulación, es muy cómodo comunicarte con los músicos y decirles "retomamos desde la anacrusa". Por otro lado, cuando tocas rock, tienes que mostrar actitud, y cuando te propones tocar jazz debes de tener los conocimientos para hacerlos. Alguna vez me tocó hacer una temporada de 15 días con el pianista Tete Montoliu, uno de los mejores pianistas de jazz mejores de toda la historia y durante dos semanas aguanté su mal genio. Era un momento en el que él estaba en la estratósfera y yo apenas salía de la tierra, de manera que daba por hecho que todos entendíamos su lenguaje y si no hacías lo que el esperaba que hicieras al momento de estar ejecutando un tema, no se lo tomaba nada bien…

El tener un conocimiento musical profundo te permite apreciar mejor la labor de los colegas. Dos meses toqué con Scorpions. Fue una maravillosa experiencia, no por su nivel técnico musical. Era por el concepto que tenían de las rolas, creo que pocos grupos tienen tantos hits sin ser superfluos. Todo lo preparaban a conciencia. Y luego hay una constante que me parece muy graciosa, cuando he repasado estas memorias. Encuentro que a por muchos años, los bajistas son una especie extraña. Con muchos artistas que trabajé, los bajistas se enfermaban, abandonaban la banda para tocar con otra, entonces los artistas me pedían que además de mánager les echara la mano, sucedió con Olé Olé.

En 62 años, ¿cómo ha cambiado la industria musical?

Como músico una parte interesante de los avances tecnológicos ha sido que cuando compones, tienes la oportunidad de encerrarte en ti mismo y existen programas que te permiten saber al momento cómo se escucha lo que estás haciendo, incluso con el celular puedes grabarlo y lo tienes con una fidelidad mucho mayor a las producciones que hacíamos en estudio hace muchos años. Ahora caigo en la cuenta que hace muchos meses que no leo música en una partitura de papel, ya todo lo consulto en la tablet, eso me gusta de la tecnología.

Como productor la industria es otra que cuando comencé. Internet, con todo lo bueno que ha traído, que es maravilloso, ha aportado la inmediatez a los músicos. Hoy la gente joven no quiere hacer una carrera, quiere una pista, ponerle voz a ritmo de reggaetón y ser millonario en un mes, quiere ser un Cristiano Ronaldo musical. Las plataformas musicales han supuesto una revolución increíble, todo lo encuentras gratis en Spotify o YouTube, ya no tienes que ir a una tienda y comprar un disco… había una industria que vivía de eso y ya no existe. Yo mismo he sucumbido. Hoy tenemos una industria más deshumanizada. Hasta hace poco los mánagers habíamos sido artesanos de artistas, ahora las nuevas generaciones son empresarios y ya no viven esa cercanía, esa ilusión, ahora todo se mide en descargas y likes. Me parece que para los de la vieja guardia siempre quedará un nicho en blues o en el jazz, me niego a trabajar en el reggaetón.

ÁSS

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