Frida Kahlo fue una de las pintoras y mujeres mexicanas más importantes de su época con una visión muy peculiar de la vida y representante máxima del surrealismo en el país sin sentirse perteneciente al movimiento.
Casada con el muralista Diego Rivera, ambos eran asiduos a los ambientes políticos, artísticos e intelectuales más importantes de México coincidiendo con artistas como María Feliz, Chavela Vargas, Dolores del Río y pintores como Pablo Picasso.
Pero también políticos como André Bretón o León Trotsky, este último formando parte de un capítulo de su vida. Pues, de acuerdo, a una serie de cartas y un autorretrato dedicado al ex revolucionario se puede conocer parte del fuerte romance que vivieron en su llegada a México.
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Trotsky en México
Kahlo fue una pieza clave a su arribo al país. Pues fue quién lo recibió en el puerto de Tampico. Trotsky era un comunista ruso recién exiliado de su país luego de que Stalin tomará el liderazgo soviético y lo persiguiera alrededor del mundo. Finalmente fue México, el único país que aceptó brindarle asilo político al ex revolucionario.
Su llegada a Tampico
Tras diversas disputas al interior de la república con otras naciones y luego de ocupar un centenar de portadas, Trotsky arribó a México un 9 de enero de 1937 por el puerto de Tampico. León y su esposa, Natalia Sedova descendieron de un buque-tanque de nombre “Ruth” frente al Río Tamesí, muy cerca de las escolleras para evitar ser vistos.
Fue recibido en el muelle por los generales Beltran y Guerrero, comandantes de la 8 Zona Militar y por Frida Kahlo, quién se encontraba en representación de su esposo, un convencido miembro del Partido Comunista Mexicano (PCM). Enseguida se dirigieron al hotel Imperial donde después se le designó la habitación 203. La pintora se alojó en el departamento contiguo.
Trotsky plasmó en su escritos la satisfacción que sentía al haber arribado a México.
“En la cálida mañana tropical el buque-tanque entró en el puerto de Tampico. Ignorábamos lo que nos esperaba. Advertía al policía y al capitán que mi esposa y yo nos negaríamos a desembarcar voluntariamente si nuestros amigos no estaban allí para recibirnos”.
Pese a que en muchas versiones se especulo que el pintor Diego Rivera se encargó, al igual que su esposa, de recibir al ruso en el puerto y que el pintor viajó al puerto para preparar todos los detalles ante la llegada, fue el mismo Trotsky en un escrito quién relató que el muralista se encontraba enfermo por lo que se puede especular que quién realizó la labores previas fue Kahlo.
“Estaba Frida Rivera, esposa del famoso artista, el cual no había podido acudir por encontrarse enfermo en un hospital”
Así mismo se dijo que dieron un recorrido por la ciudad para conocerla, sin embargo, en el mismo relató que ese día salieron de la ciudad en un tren hacia el estado de San Luis Potosí.
“Desembarcamos y pisamos el suelo del Nuevo Mundo con cierta emoción. Aunque estábamos en enero, la tierra misma exudaba calor. Las torres petroleras de Tampico nos recordaban a Bakú. En el hotel no tardamos en sufrir las molestias ocasionadas por nuestro desconocimiento del idioma. A las diez de la noche partimos de Tampico hacia la capital en un tren especial enviado por el ministro de Comunicaciones, general Mujica”.
Sin embargo, sí se encontró con Rivera en su camino hacía la Ciudad de México…
“Con gran interés observamos el paisaje tropical desde las ventanillas del tren. En la aldea de Cárdenas, a mitad de camino entre Tampico y San Luis Potosí, se acopló una locomotora más al tren para trepar la meseta. El aire refrescó; no tardamos en perder ese miedo que sienten los norteños hacia el trópico, y que nos había cogido al entrar en la candente atmósfera del Golfo de México. En la mañana del día 11 llegados a Lechería, pequeña estación en los suburbios de la capital, donde abrazamos a Diego Rivera, quien había salido del hospital. A él más que a nadie debíamos nuestra liberación del cautiverio noruego. Le acompañaban otros amigos: Fritz Bach, ex comunista suizo y ahora profesor en México; Hidalgo, combatiente de la guerra civil mexicana en las huestes de Zapata; algunos jóvenes”.
Ese mismo 11 de enero de 1937 llegaron a su destino, “al mediodía llegamos a Coyoacán…”.
SJHN