Gervasio Sánchez. “La fotografía de guerra debe ser un acto de compromiso y respeto”

Edición Fin de Semana

El español ha sido testigo incómodo de la violencia y puente para que las voces de los olvidados atraviesen fronteras y corazone

Gervasio Sánchez. Su vida y obra
Ciudad de México /

Desde su juventud, Gervasio Sánchez soñaba con descubrir el mundo, sin imaginar que el destino lo llevaría a caminar entre ruinas y silencios rotos por la guerra. Con la cámara como única aliada, aprendió a mirar de frente el dolor y a escuchar el eco de las historias que otros callan. Así se forjó como fotoperiodista.

En cada imagen, Gervasio Sánchez no sólo retrata la muerte, sino el pulso de la vida que brota incluso entre los escombros de los conflictos armados en la antigua Yugoslavia, África, Asia y América Latina. Su trabajo es una búsqueda constante de dignidad en medio de la destrucción, una forma de honrar a quienes resisten y sobreviven a la barbarie.

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“No se trata de sensacionalismo, sino de narrar historias humanas que conmuevan y hagan reflexionar”, confiesa. En proyectos como Vidas minadas, sus fotografías son testimonios del sufrimiento, y del coraje y la esperanza de quienes han perdido tanto y, aun así, siguen adelante.

Para el fotógrafo, una historia personal es muy valiosa, debido a que es el rostro, la mirada, el temblor de unas manos lo que humaniza el conflicto y nos obliga a mirar de frente la realidad de las víctimas.

Desaparecidos | Gervasio Sánchez

Por eso viaja, por eso comparte su experiencia en conferencias como “La guerra no es un espectáculo” y talleres como “La dignidad es lo que importa”, que impartió en el Centro Cultural de España, recordando que detrás de cada imagen hay vidas reales, heridas profundas y sueños truncados.

“La fotografía de guerra debe ser un acto de compromiso y respeto hacia las víctimas, no un producto para el consumo rápido. La dignidad humana debe ser el centro de nuestra mirada”, repite con convicción. Sabe que el fotógrafo carga con una responsabilidad ética: contar realidades complejas con rigor y sensibilidad, sin convertir el dolor ajeno en espectáculo.

Su verdadera escuela ha sido la calle, el aprendizaje cotidiano junto a quienes sufren y resisten. Gervasio Sánchez, autor de una docena de libros, entre ellos, “El cerco de Sarajevo”, de 1995, reconoce que las víctimas le han enseñado a mirar el mundo con otros ojos, a ser más empático, más crítico con el poder y más exigente consigo mismo. “Las víctimas me han enseñado a mejorar mi percepción del mundo... yo no sería quien soy, ni como fotógrafo, periodista ni ser humano, si no hubiera aprendido de ellas”.

Violencia contra las mujeres | Gervasio Sánchez

A pesar de haber sido testigo de la muerte y la violencia en múltiples guerras, nunca ha recurrido a la ayuda de un psicólogo: ha encontrado su propio equilibrio en la empatía y el compromiso con los demás. Su indignación es palpable cuando habla de los niños que mueren en Gaza, de la venganza sin sentido, de la necesidad de actuar con humanidad incluso en medio del horror.

El fotoperiodista debe establecer pautas claras de comportamiento ético y moral, asegura Sánchez, tratando siempre a las víctimas con la dignidad y el respeto que merecen.

Lo esencial es que la fotografía sea un acto de independencia frente a los poderes y una herramienta para la verdad, nunca un simple espectáculo —insiste—. Porque, en el fondo, su trabajo es un acto de amor hacia la humanidad herida, un intento de que el mundo no olvide a quienes la guerra intenta borrar.

¿Qué te motivó a dedicar tu vida a mostrar las consecuencias de los conflictos armados?

GS: La clave es saber quién era Gervasio Sánchez de niño, yo era una persona bastante despierta, luchando a tiernas edades, cuando otros niños se dedicaban a jugar: Me gustaba coleccionar sellos de las capitales del mundo, ya que me gustaba imaginar que podía viajar a los países como China o La India, México, Costa Rica y Mali . Creo que a los 14 años más o menos cuando iba al instituto, empecé a decir que quería ser periodista o piloto de avión para poder viajar.

Vidas Minadas | Gervasio Sánchez

Comencé a trabajar a los 11 años junto a mi abuelo en Tarragona, realizando tareas de adulto como registrar envíos y gestionar reembolsos. A los 14 años, ya con un empleo legal, asumí responsabilidades económicas siendo el mayor de cinco hermanos. Mientras mis amigos disfrutaban, yo valoraba el trabajo y el salario que me permitían ahorrar, lo que me brindó una visión madura y empática del mundo desde muy joven.

Aprendí que la cámara puede ser una luz en medio de la oscuridad de la guerra, una forma de dar voz a quienes han sido silenciados.

Lo que me motiva, es el deseo de alumbrar los caminos de quienes sobreviven a la violencia, de mostrar que detrás de cada cifra hay una historia inconclusa, una vida que merece ser contada y recordada. Por eso, he dedicado mi vida a documentar las consecuencias de los conflictos armados, convencido de que la verdadera misión del fotoperiodista es acompañar a las víctimas con respeto, dignidad y humanidad.

Violencia contra las mujeres | Gervasio Sánchez

¿Cómo fue tu acercamiento a la fotografía?

GS: Eso es muy curioso también, porque jamás hice un curso de fotografía, en primer lugar, porque en España no había y, en segundo lugar, no tenía dinero para pagármelo. Jamás hice un curso de fotografía, de hecho, no se revelar el negativo en analógico, cosa que uno aprendía en un curso de fotografía.

Mi primera cámara fotográfica, me la compré con mis ahorros con 20 años, porque me iba a un viaje a Turquía y a Grecia con todos mis amigos y quería hacer fotografía del viaje. Así empecé cometiendo muchos errores con fotografías de mala calidad, intentando aprender cuando llegué al periodismo, fue que me empecé a fijar en los fotógrafos contemporáneos y algunos mayores, veía cómo trabajaban me encontré a grandes fotógrafos como Sebastião Salgado, sobre el terreno, o como Gilles Peress, destacado por su trabajo en conflictos como el de Bosnia y Ruanda, y James Nachtwey, considerado uno de los mejores fotógrafos de guerra contemporáneos, famoso por su cobertura de conflictos.

A veces dejaba de fotografiar para ver cómo lo hacían, ellos, me fijaba en la forma en que trabajaban, y cómo colocaban los encuadres. Así fue, como fui aprendiendo la base, cometiendo errores y luego con el tiempo me fui desarrollando durante los primeros años de mi carrera a los 21 años, pero fue a partir, y los 30 que un fotógrafo muy famoso en Perú, justo cuando Fuji Mori ganó las elecciones, al pedirle que revisara mi trabajo me dijo: ‘Gervasio, te digo lo que pienso o me busco una excusa’. Me quedé con un nudo en la garganta y le contesté, dime lo que piensas, me explicó que por ahí no iba a ningún lado, no tiene personalidad, tienes que buscar tu forma de contar las cosas, tu sello, recomendándome que trabajara en blanco y negro, consejos que seguí, me compré otra cámara y empecé a trabajar a consolidar mi propio estilo de fotografía, con los pasos de los años, he hecho una parte ese mi obra en blanco y negro y otra parte en color.


  • Leticia Sánchez Medel
  • letymedel@yahoo.com.mx
  • Reportera cultural, cursó la maestría en Periodismo Político, es autora de tres libros sobre la historia inédita del Cervantino.

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