"¿Cuál es mi mayor miedo? Morirme, enfermarme de covid, no ver a mis nietos si me intuban. Ese es uno de mis miedos. Después, que no me sea posible volver a viajar, que a los 91 años no tenga la posibilidad de tomar un avión e ir a Guadalajara o a Oaxaca, a la Feria Internacional del Libro de Oaxaca y tomarme un mezcal, aunque me hace daño el mezcal”.
Margo Glantz ya se encuentra más cerca de los 91 años de edad, pero aún se despierta con muchas ganas de viajar, de escribir en su cuenta de Twitter y de encontrarse con sus amigos: suele decir que no le gustan los homenajes, pero le enoja si no le hacen uno.
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“Me han preguntado que si no tengo yo dudas… un escritor que no tiene dudas, está perdido, si no es autocrítico frente a lo que hace: si una es feminista y no es autocrítica y no tiene dudas, no es uno feminista. No puedo andar por la vida sin autocrítica”.
Lo cual no significa que no tenga temor a equivocarse, precisamente por esa autocrítica que la acompaña: “cuando un libro me parece malo, no lo publico; a veces aparece algo que me resulta malo, pero porque no me había dado cuenta”, cuenta Margo Glantz.
“Por lo general, soy bastante autocrítica: a veces no lo soy lo suficiente con mis amigos y debería serlo, porque a veces pueden ser hasta nefastos, como yo con ellos, pero es más importante la amistad que la ideología. Vivimos una etapa en la que la ideología parece ser más importante que cualquier otra cosa: una etapa de polarización absoluta que me aterra terriblemente y me parece muy grave… no creo en la polarización, creo que todos debemos tener temor a equivocarnos y, en ese sentido, lo proclamo en voz alta, a mis 90 años y si llego a los 100, igual”.
Celebración y olvido
Cuando se dio a conocer el nombre de la ganadora del Premio Nobel de Literatura 2020, Margo Glantz aseguró en su cuenta de Twitter: “No sabía quién es Lourdes Glück”. El corrector había hecho de las suyas, pero más allá de la anécdota, la escritora tuvo la honestidad de reconocer que no había leído a la poeta estadunidense.
Con ese espíritu ha celebrado sus 90 años, lista para el festejo de la Filo, la cual llega en un buen momento, no sólo por los cambios que generó en su vida la contingencia sanitaria, sino porque le permite olvidarse un momento de lo que estamos viviendo: “mis hijas me dicen que soy una lata, porque siempre me quejo de todo y veo catástrofes en el futuro: es cierto, pero soy muy positiva también, y creo que he sido bastante feliz a lo largo de mi vida, con altibajos, pero en realidad mi vida ha sido muy afortunada”.
“Ahora, mi único viaje es subir y bajar escaleras, recorrer mi patio todos los días, y hacer una disciplina muy estricta, al tiempo de viajar por zoom: muchos coloquios que eran presenciales los he tenido que hacer por zoom, con muchos de los problemas de las redes: me tocó hacer un coloquio que se hizo en Extremadura y en Portugal sobre literatura femenina, y a la mitad de la presentación se me apagó el zoom y tuve que hacerlo sólo por voz”.
El fantasma de la enfermedad está presente. Tiene reuniones con algunos amigos, pero el hecho de que hayan disminuido sus encuentros y hablar con sus amigos, le ha resultado difícil: generalmente una de las vetas importantes de su amistad es la escritura, la cultura, aunque muchos de sus amigos ya murieron.
“Veo a ciertos amigos, porque tengo un patio grande y podemos vernos con sana distancia y con mascarilla, tomar vino juntos, pero no podemos vernos como lo hacíamos habitualmente. ¿Usted cree que la muerte no está muy presente? Todos los días se mueren amigos, amigos más jóvenes que se me adelantan, como Paul Leduc, mi gran amigo… los amigos de mi generación, como Julieta Campos, José de la Colina, Salvador Elizondo, Juan García Ponce, Monsiváis, Bolívar Echeverría… todos fueron compañeros de mi vida, sentimental, física y escrituraria, y ya no están”.
La celebración a Margo Glantz en la Filo se dará con el nombre de ¡Azúcar a Margo! con la participación de la Banda Azul de Oaxaca. Será este miércoles, a las 19:00 horas, por las redes sociales de la feria.
PCL