“A mí el teatro me llenó, me forma cada día, me construye”, dice Sara, ex combatiente de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), desmovilizada a partir de los Acuerdos de La Habana de 2016, y ahora estudiante y trabajadora del teatro. “Cuando yo era civil, a los 15 años, descubrí unos cursos que daban en La Salle que eran muy elementales pero chéveres. Ingresé a la guerrilla a los 20 años y descubrí el teatro de otra manera porque lo hacíamos todo el tiempo. Lo hacíamos en la selva durante nuestras horas culturales que eran diarias, y una vez a la semana actividades recreativas en donde teníamos que armar una obra de teatro corta para presentar a los compañeros. También declamación de poesía y otras cosas. Y nos repartíamos por escuadras. Descubrir el teatro en la guerrilla es otro cuento, es una cosa totalmente diferente porque nunca hay un libreto ni un director. Se improvisa sobre cosas que nos suceden, preocupan, alegran o duelen al momento. O de coyuntura: si estamos en octubre hagámosla del día del guerrillero heroico, por ejemplo. Y después de esa única función se olvidaba para siempre.”
Luisa estuvo 6 años en la guerrilla. Sus padres fueron militantes políticos que finalmente hicieron parte de la guerrilla. Su abuelo fue maoista y por tanto su formación estuvo altamente politizada pero al mismo tiempo llena de arte y cultura. “Desde muy chiquita supe que el arte es una herramienta para la transformación social. Cuando llego a la guerrilla me doy cuenta que esas horas culturales y recreativas de las que te ha hablado Sara, eran realmente momentos en donde nos sentíamos muy felices y plenos. En la guerrilla los bailes, las poesías y, sobre todo, el teatro, eran nuestra historia, la historia de todas y todos, campesinos y obreros. En esas obras se vertían experiencias vividas tanto mías como de mis compañeros. Ahí se reunían los saberes y memoria de todos. Cuando vino la paz decidí hacer teatro porque quiero contar la historia de este lado, que no ha sido oída”.
TRASPUNTE
CONTAR LA GUERRA
La urgencia de contar las historias de la guerra, dentro de los muchos bandos que participaron durante más de 50 años en suelo colombiano, queda patente en estas dos ex guerrilleras, Luisa y Sara, que hoy no empuñan un fusil sino el teatro para decir su verdad.