Después de 12 años de tocar puertas, el artista visual y escritor, Guillermo Arreola (Tijuana, 1969), con una sólida trayectoria, presenta por primera vez su obra en el Museo de Arte Moderno, a través de la exposición Relámpagos de la memoria.
Son 38 pinturas las que se exhiben en la Sala Fernando Gamboa del MAM, donde Arreola conjuga sus etapas productivas, las cuales son testimonio de su lenguaje plástico que transita entre lo figurativo y lo abstracto.
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La muestra está divida en tres núcleos temáticos: Arqueologías de la memoria, Atmósferas inquietantes y Máscaras y palimpsestos. El artista de la Colección MILENIO Arte, dice que lo que se presenta en el MAM es una acertada selección de sus cuadros.
“Para mí ha representado todo un reto y gracias al curador Carlos Segoviano es un trabajo de colaboración, pues en las curadurías siempre puede haber diferencias, pero lo cierto es que él encontró una vía y estoy muy agradecido”.
Sobre el acuerdo para seleccionar las 38 obras de la muestra, Arreola explicó que lo hicieron revisando muchísima obra, pero también considerando las limitantes que tenían, ya que trabajaron con obras que todavía están con el artista, pero también con aquellas piezas que era posible pedirlas en préstamo, porque mucha de sus creaciones están fuera de Ciudad de México.
A unos metros de la obra Naufragio anterior, y del escritor y columnista Braulio Peralta, presencia fundamental en su vida, Arreola confesó que mirar nuevamente dicha pintura lo movió, ya que hacía 16 años que no la veía.
“Fue muy extraño volver a estar frente a ella aunque la había observado a través de imágenes. Es un lugar común pero es una realidad que la fotografía de obra pictórica jamás podrá generar las sensaciones de cuando se ve en vivo. Me provocó algo que todavía no termino de esclarecer ni de procesar, pues apenas la vi un día antes de la inauguración de la exposición, con lo que me surgen muchísimas preguntas”.
Dijo que sus inquietudes tienen que ver con la factura de la obra Naufragio anterior, por eso se preguntó: ¿cómo es que la resolvió?, ¿cómo ocurrió?, ¿cómo hice determinadas partes de la obra?
En ese sentido resulta una experiencia muy rica para el artista, al tener la oportunidad de revisar y volver a observar la forma en que esa pieza se va concatenando con otras.
“Lo que he identificado es que sí hay un hilo conductor con cambios, aunque no es tan fácil salirte de algo que está ahí y que algunas personas llaman estilo, pero que se trata de una construcción no solamente teórica del propio trabajo, sino de una continuidad de búsqueda espiritual. Aludir a lo espiritual con el arte tal vez es desdeñoso y, sin embargo, sin ninguna pena sigo manteniendo que es más que una creencia, es una fe. Considerar estos elementos que pareciera que ahora están siendo excluidos. A veces es de mal gusto hablar de que esta obra plantea una cuestión de búsqueda espiritual en la imagen, yo creo que sí, yo creo que ahí está”.
Después de que fuera felicitado por el editor José Luis Martínez S, director del suplemento cultural Laberinto de MILENIO Diario, el artista dijo estar muy contento con esta exposición en el MAM.
“Me quedo con un sabor muy grato de la atención que he recibido y sobre todo, estoy impresionado con el profesionalismo, que va desde el trabajo del curador y de los equipos que conforman la parte museográfica, de acopio, de valuaciones de obra. Tuve muchísimas experiencias; es la primera vez que yo me encuentro con ese nivel de profesionalismo, me enseñaron hasta la manera en que se debe tratar y agarrar una obra”.
La memoria
Para Carlos Segoviano, doctor en historia del arte y curador de la muestra, la obra de Arreola no se da la libertad de alterar la realidad, de presentar un cuadro al que el público se aproxime de manera inmediata, es una obra que obliga al espectador a verla, porque lo convoca a la reflexión.
Se refirió al accidente que tuvo Arreola y que despertó en él su pasión por la pintura.
“No es algo que al artista le guste hablar, porque tampoco quiere que su obra se dirija al tema mental, como lo presenta en la vitrina, donde hay un texto que tiene que ver con artistas como Vincent Willem van Gogh o Leonora Carrington, que estuvo encerrada en el manicomio o Martín Ramírez, artista mexicano poco conocido que también pasó por el psiquiátrico”.
Expuso que en el caso de Guillermo, él tuvo un golpe en la cabeza que lo llevó al hospital y eso desencadenó un evento psicótico que lo persiguió durante un tiempo.
“Hasta que una noche despertó con la ansiedad de que necesitaba pintar, no como una especie de metodología clínica, sino para exponer y jugar con esos demonios, fue así como se acercó a la pintura como otra vía de expresión, porque Guillermo ya trabajaba en la literatura. Tiene más de 20 años pintando, de hecho hace 19 años de su primera exposición individual. Entonces, en ese momento encontró el espacio de invocar todos estos demonios que estaban en su cabeza y por eso es tan importante el juego de la memoria en su obra”.
La exposición Relámpagos de la memoria de Guillermo Arreola estará abierta al público hasta el 9 de junio en el Museo de Arte Moderno.
PCL