Invariablemente siempre me lo encuentro en la mesa de una cantina, lejos del bullicio y en las sombras. A Guillermo Fadanelli (Ciudad de México, 1963) no le gusta la fama, los reflectores, ni que lo reconozcan, pero le gusta observar, charlar y a veces dar algunas entrevistas.
Bebe anís pero puede ser un negroni, mezcal o lo que le plazca en ese momento. Lleva su clásico sombrero con un pin de calavera y una camisa negra. Levanta la mirada brevemente, sabe que es un outsider, un hedonista, pero él solo se ve como “genuino perro idealista”.
- Te recomendamos Andrés Neuman: “Kafka es la unidad de medida del dolor” Cultura
El escritor habla en exclusiva con MILENIO de Desorden. Crítica de la dispersión pura (Random House,) una de sus acostumbradas bombas molotov listas para explotar en la cara del lector.
Fadanelli, ¿eres un bicho raro?
Sí (risas), y lo digo sin absoluta vanidad. Este libro en especial me refrenda como un bicho raro porque no hay un libro parecido. Es decir, no mejor o peor, la comparación nos hace infelices siempre, pero sí intenté que el género no fuera tan evidente, más bien que imperara cierto desorden y rompiera con los géneros.
"De pronto algo biográfico, aforismos, muchas citas, tiene historias que parecen extractos de novela y de pronto toma apariencia de ensayo. Yo quería romper los límites rígidos que te impone el género en la literatura".
¿Qué hay en tu cabeza?
Muchas cosas y creo que tanto la literatura como la filosofía, lo que hacen es relacionar todas las cosas del mundo. Si llevas a cabo, como yo lo hago, ciertas relaciones inverosímiles, creo que estimula la imaginación. Por ejemplo, cuando hablo de mi papá y el coche en el libro, evidentemente hago una crítica a la tecnología que se nos va de las manos, porque ya no podemos dominarla y siempre requerimos de terceros para volver a estar en el camino.
Hay muchos temas en el libro, brincas de un lado a otro, apilas escritores, frases, experiencias, ¿qué buscabas?
Me gustaría mucho más que este libro no explicara nada sino que fuera una experiencia. Lo que me interesa es hacerme ciertas preguntas respecto del mundo, de la ética, de la política, del sexo, de lo social.
"Creo que evidentemente la filosofía es la construcción de preguntas y yo la considero una rama de la literatura, pero me interesa no comprender, malinterpretar e incluso contradecirme, me parece más cercano a la vida, a la realidad. El desorden es para quebrar los géneros, pero no es un suicido porque hablo de las cosas que suceden y me suceden".
¿Qué sentiste al ventilar cosas de tu vida?
El exhibirse de esa forma es una manera de ocultarse. A veces me oculto detrás de mi exhibición o de mi protagonismo. Mis libros son una forma de autoconocimiento también, el lector no me importa demasiado, digo, ojalá que compren los libros para pagar la renta (risas), sería muy importante, pero no le estoy enviando ningún mensaje preciso porque eso mata la literatura, él tiene que tomar el lugar de la vida y sufrir accidentes.
¿Te rebelas ante las reglas?
En este libro puedes entrar por la puerta de cualquier capítulo y esa es una manera de eliminar el orden impuesto y de ser rebelde ante el autoritarismo de la disciplina literaria. Creo que el sustrato sobre el que construimos nuestras ideas del bien, del mal, nuestros valores éticos, ese sustrato es el caos y el desorden, y construimos casas efímeras para sobrevivir durante algún tiempo pero pronto seremos un cuento.
¿El desorden nos hace libres?
Nos propone una libertad más flexible. Y el libro, si bien no tiene un propósito preciso, tiende hacia la libertad, a hacer los límites más flexibles para la construcción de tendencias, no sé, éticas para sobrevivir.
"¿Con qué fin? Con el fin de que me dejen en paz. Es decir, a mí me gustaría que la sociedad se organizara y no fuera tan pacata, tan anodina, y así yo podría vivir un poco más tranquilo".
El desorden de Fadanelli analiza temas como la libertad, su niñez, el mundo, el orden y distintos tópicos que aborda desde la filosofía, pero rechazando ser erudito y tocando temas polémicos de la manera más simple.
¿Hay ideas filosóficas filosas en esta obra?
En el libro digo que no soy tan vanidoso como para querer ser un filósofo. Yo soy un lector de filosofía, pero leo la filosofía como si leyera una novela y nunca creo estar leyendo la verdad.
"Detesto a cualquiera que desee imponer la verdad o la idea del mundo o que se constituya como un mesías y creo que Desorden, de algún modo, está acentuado esta actitud e invitando también al propio lector a que quiebre o se escape de los rígidos límites del autoritarismo".
¿Cuáles son las preocupaciones de Fadanelli?
¿Ahora? Pagar la renta (risas), que mi pareja tenga lo suficiente y, por supuesto, escribir un libro que me deje totalmente satisfecho, sobre todo en cuestiones de ficción, un libro que yo pueda presumir.
Nos despedimos con un abrazo y con la promesa de una próxima parranda, pero Fadanelli alcanza a decirme que hoy, en la presentación de su libro, participará un niño de 14 años de edad, Camilo Giménez Boege.
“Es hijo de un amigo mío. Le quitó mi libro al papá, lo leyó todo y lo invité a que presente el libro. Estaré muy curioso en mi propia presentación (risas) sobre lo que vaya a decir y creo que nunca me había pasado”, asegura Fadanelli, quien se va caminando a otro lugar porque “me gustan los vicios y no importa que un ser humano sea vicioso mientras sea inteligente y pueda administrar sus pasiones”.
La presentación será hoy a las 19:00 horas en la Librería Gandhi Mauricio Achar, Miguel Ángel de Quevedo 121.
- Te recomendamos Jorge Comensal apuesta por generar debates en Revista de la Universidad de México Cultura
BSMM