Hacia una ley del teatro /II

Teatro

El movimiento teatral colombiano se basa de manera fundamental en el trabajo de los grupos independientes, esa es su esencia y su fortaleza.

La Ley del Espectáculo Público es lo que llaman en Colombia un crédito parafiscal. (Especial)
Jaime Chabaud Magnus
Ciudad de México /

Es de toda prioridad analizar el impacto de la Ley 1493 de 2011 de Colombia, mejor conocida como Ley del Espectáculo Público, que de todas las dedicadas al teatro es la que funciona a cabalidad y ha generado un impacto tremendo en la viabilidad de los proyectos teatrales de largo aliento. Es decir: está creando un piso crucial para que las agrupaciones teatrales puedan ver un futuro más estable porque permite la compra y propiedad de las salas independientes que, muchas veces, pagaban rentas imposibles.

El movimiento teatral colombiano se basa de manera fundamental en el trabajo de los grupos independientes, esa es su esencia y su fortaleza. Allá, el teatro institucional como en México el que produce Inbal, UNAM o gobiernos de los estados, es prácticamente inexistente y a lo largo y ancho de su territorio, por más de medio siglo, se han abierto salas independientes en casas, bodegas o cocheras. La Ley del Espectáculo Público ha permitido a los teatristas la compra (subrayo porque en México eso está prohibido y condena a los grupos teatrales que alquilan casas a morir por la sangría permanente de la renta mensual), construcción, remodelación y equipamiento de las salas con lo cual prestan un mejor servicio a la sociedad de su país y tonifican el movimiento teatral con espacios dignos y adecuados en normas de seguridad.

La Ley del Espectáculo Público es lo que llaman en Colombia un crédito parafiscal, que es cobrado a los grandes productores de espectáculos públicos sobre la base de 10 por ciento de la boletería cuando esta es de 30 dólares o superior. Ese impuesto a los espectáculos masivos o al teatro o conciertos comerciales retorna al circuito de las artes escénicas. Los productores de dichas manifestaciones con altas ganancias obtienen un beneficio al pagar este impuesto por contar con 100 por ciento de deducibilidad en los impuestos. Algo similar se había propuesto en la Cámara de Diputados para el cine mexicano hace algunos años: un peso de cada entrada a las salas iría a la producción nacional. Se quedó en el tintero.

TRASPUNTE

FALTAN APOYOS

Si bien en nuestro país el Paice se destina a la infraestructura (construcción, remodelación y equipamiento), seguirán desapareciendo salas independientes en el país por la imposibilidad de recibir del Estado ayuda para compra de los predios.

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